Hay días en los que uno se levanta más torpe de lo habitual. O incluso una serie de días, si se me pregunta. Quizá sea el cansancio, o quizá la tensión, o la luna, o simplemente toca, pero es algo que pasa. Es como esos días que coges el coche y sabes que tus reflejos no son los de siempre, y que más vale que vayas por la derecha, bien despacio, y extremes la distancia de seguridad. A veces tengo la sensación de que moriré en un día como estos, en un despiste en el momento menos indicado.
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