Origen
Los estudios al respecto de los orígenes del caos son más históricos, religiosos y a lo sumo empíricos que racionales. Como tal, todas las explicaciones que podamos dar satisfarán poco a las mentes más inquietas. Siendo rigurosos lo único que se puede afirmar del caos es que es la misma esencia del desorden, quizá del que proviene la existencia, y tiende a él con fuerza desgarradora.
Hay múltiples referencias al caos en libros sagrados de múltiples religiones, así como en referencias históricas de hechos lejanos.
En la biblia de Soid no hay demasiadas referencias directas, pero sí unas cuentas indirectas:
"Sed ordenados y rectos en todo momento, y así os será revelado el camino a la salvación" Éxodo de los Tredios, XII, II.
"Desconfiad siempre de aquellos que no tienen la pulcritud y la disciplina entre sus costumbres. Cambiad su conducta con acero afilado, marcad en sus cuerpos la señal del caos para que los distinga en el reino de los muertos" Éxido de los Tredios, XVI, IV.
"Aquellos que encuentren a algún representante de los defectos del infierno, o a una persona que trate con ellos, deberá matarlo sin remisión. A cambio de su esfuerzo podrán adueñarse de su casa, armas y posesiones. Deberá ejecutar también a su familia, de haberla, y solo podrá mantener la vida de sus esclavos y empleados si se hace responsable de ellos." Garbleck, I XII.
Es muy raro encontrar, en general, menciones directas al caos en la obra de Soid, lo que entra en su estrategia general para someter al resto de religiones, incluida la del caos. Estas y otras menciones deben ser interpretadas con mesura, pues como señalan ciertos sectores de la propia hermandad, las similitudes podrían ser debidas incluso a errores de traducción o transcripción.
Sí es mucho más explícita y directa la mención al caos en "El libro de la fundadora", la obra magna de Eridie. Así podemos leer en su décimo segundo capítulo:
"Las fuerzas del Orden siempre se deberán tomar como prioridad máxima acabar con el caos a toda costa, siguiendo las órdenes de la diosa a este respecto".
Aunque la redacción es muy clara, también deja poco lugar a la acción. La propia hermandad se ha comunicado con políticos eridios intentando obligarlos a tomar parte en este sentido, obteniendo siempre la misma respuesta: "En cuando Daarmina de una señal clara, tendréis todo nuestro apoyo".
Frases como esta aparecen en casi todas las obras magnas de los dioses, que suelen ver al caos como una amenaza. Dioses más tendentes al caos como Nadruneb o Thargron son ciertamente más indulgentes, pero aún así no son extrañas las contradicciones. Por ejemplo, es común en los territorios guneares encontrar medallones representando a un hacha en un espiral. El hacha es en mención al dios patrón, mientras que la espiral, símbolo tradicional de Sylviz, pretende suplicar a Thargron que no permita la entrada del caos en el mundo.
Más difícil es conocer la posición de Sylviz, cuyos textos no hacen menciones específicas. No obstante de su amor al equilibrio se percibe una razonable oposición al caos, aunque ciertos sacerdotes de esta rama señalan que un tramo en el que el caos es fuerte quizá sea parte de un equilibrio superior.
Otros dioses sufren contradicciones similares, aunque de una forma más virulenta y peligrosa. En el caso de Nadruneb el culto ha estado dividido en los que opinan que la naturaleza en sí debe ser desordenada, y por lo tanto el hombre y la civilización destruida, y los que entienden que el hombre, como animal, tiene un lugar en el orden de la naturaleza.
Aún más, otros dioses de naturaleza no demasiado caótica en ocasiones utilizan o se alían con el caos en beneficio propio, como podría ser el caso de Taharda o incluso Haradon.
La fuente más explícita, no obstante, es el breve volumen conocido como "El tercer apocalipsis". Este texto apócrifo, no obstante, es de dudosa credibilidad, aunque supone una explicación razonable para la existencia del caos. Este texto explicaría, de hecho, que el caos es un dios en sí mismo enjaulado en el reino de los vivos en la Espada Negra, explicándose así su extremo poder y capacidad de corrupción.
Históricamente este volumen ha sido poco estudiado por otros que no sean la corrección, la familia Ollvaror, o la Hermandad de la Espada Negra.
Efectos en el reino de los vivos
La fuerza del caos se manifiesta en objetos o seres específicos y se contagia a corta distancia por el aire. En este sentido hay contagios bastante diferentes en lo que a la intensidad se refiere. Ciertas personas demuestran más resistencia que otras, aunque el motivo por el que es así no ha sido esclarecido.
La destruccción de estos objetos o seres suele acabar con la emisión, por lo que se entiende que la estructura física que los contiene guarda algún tipo de relación. No obstante el objeto contenedor no tiene por qué tener una forma o material concreto (aunque en ocasiones sí), por lo que podría estar relacionado con algún tipo de encantamiento o fuerza todavía no comprendida. Ciertos materiales parecen actuar como potenciadores de este poder, como es el caso del metal negro del que está hecha la propia espada negra, o como el que encontraron los Ollvaror en sus excavaciones. Esta relación, no obstante, podría no ser física, sino estar relacionada con encantamientos pasados latentes.
Se debe ser especialmente cuidadoso con la eliminación de estos contenedores, pues se ha observado que alguno de ellos producen un contagio puntual magnificado en el momento de su destrucción.
El contagio en los seres vivos produce un dolor creciente conforme ciertos órganos sufren deformaciones en su estructura. Estas deformaciones son por lo general desfigurantes y en muchos casos inutilizantes, pero en otros producen efectos que podrían ser considerados como útiles en combate, como musculaturas antinaruralmente desarrolladas o incluso capacidad de expulsar fuego por la boca. Se producen también ojos en lugares impropios sin una capacidad concreta para el individuo, pero que parecen mirar con inquietud el mundo de los vivos.
Los Ollvaror consiguieron controlar la naturaleza del cambio con métodos secretos, y utilizar esta fuerza con propósitos militares.
El contagio se suele producir por fases o picos. Después de que un sujeto sufra un cambio importante, suele quedar incapacitado durante un tiempo en el que el dolor remite. No obstante si no se aleja la fuente, las deformaciones aumentarán, y llegado cierto momento el individuo morirá. Esta muerte no sobreviene con inactividad, sino que el sujeto tiende a convertirse en un ente sin orden ninguno, una masa de carne, huesos y ojos. Estos seres en ocasiones son muy peligrosos, pues al haber absorbido tanta corrupción pasan a ser un foco de contagio.
En cualquier caso parece que el contagio del caos comienza por la sangre, que se torna extremadamente oscura, casi negra. Como efecto colateral, las venas se vuelven negras y claramente visibles en la piel natural.
En lo relativo a protegerse del caos, hay muy pocos medios certificados para hacerlo. Aunque hay mil plegarias y citas de objetos protectores en textos sagrados, la eficacia es difícilmente verificable. Ciertas fuentes citan que el "metal de Daarmina" eridio hace de escudo ante este mal. Las pruebas que ha podido realizar la hermandad en esta dirección parecen apuntar a una relación cierta en ese sentido, pero resultados en contra ponen en duda la causa real.
Efectos posibles en el reino de los muertos.
Aunque los estudios al respecto deben ser tomados con el máximo escepticismo, la lectura de las obras relativas a los defectos del infierno (conocidos en ciertas traducciones como demonios) serían de hecho criaturas del caos.
Estas menciones apenas serían estudiadas por la hermandad de no ser por conocidos textos relativos a invocaciones oscuras, mediante las que los defectos podrían intervenir en el reino de los vivos durante periodos de tiempo más bien breves.
En este sentido la Hermandad no tiene intención de actuar como creador de miedo o pastor del rebaño como sí lo ha hecho la corrección durante siglos: por fortuna, la invocación de defectos no representa un peligro global (por ahora), aunque sí puede representar un peligro inmediato para las personas inmediatas. La hermandad cuenta con varios volúmenes obtenidos en las ocasiones en las pocas intervenciones que ha podido realizar.
La hermandad no toma como prioridad acabar con estas invocaciones, no por su falta de peligro, sino por su escasa duración. Por lo general, cuando uno de estos eventos llama la atención el defecto ya ha vuelto al reino de los muertos e incluso ha acabado con el invocador. Lo único que queda, pues, es un breve conflictos entre correctores, Ollvaror y Hermanos Juramentados por conseguir el conocimiento resultante.
También es posible invocar un defecto de forma indeseada cuando se pretendía alterar las fuerzas sobrenaturales en otro sentido. Este resultado no ha sido certificado por la Hermandad, aunque sí por la corrección. Se especula que podría estar relacionado con la presencia de fuentes de caos cercanas.
Basándonos en fuentes religiosas, parece unánime la división de estos defectos en mayores y menores. Los primeros serían entidades paradigmáticas absolutas del concepto, mientras que las segundas serían entidades menos poderosas. No hay que entender, no obstante, que por ello sean fáciles de derrotar. Todas las referencias a invocaciones son relativas a defectos menores, y suponen un reto importante para el más fino de los guerreros. Los defectos mayores serían temibles criaturas condenadas por algún afortunado motivo a recorrer únicamente el más allá.