Hermanos Juramentados de la Espada Negra

NADRUNEB

Nombre Nadruneb
Elementos Naturaleza, destrucción
Número sagrado 3
Zona de adoración Clanes guneares
Símbolo tridecadeísta

Se trata de la diosa de la naturaleza libre y salvaje, entendiéndose como tal tanto a las plantas como a los animales, e incluso en cierta forma a los elementos que los sustentan.

Mantiene una acostumbrada mala relación con su hermana Tatja, diosa de los cultivos y la fertilidad, por considerarla débil y sumisa.

El culto a esta diosa se produce en culturas salvajes y va diluyéndose conforme estas culturas van alcanzando grados de civilización.

Pese a ello la corrección la califica como a una diosa fuerte, pero no realiza demasiadas actividades para evitar su existencia, después de que tareas de proselitismo llevadas a cabo a mediados del siglo cuarto dieran malos resultados.

El culto de Nadruneb se divide en tres zonas. Los guneares la reconocen como parte de su panteón, pero sus sacerdotes, conocidos como druidas, mantienen un culto único basado en su propia sociedad exclusiva, ahora en decadencia. También es adorada en las tribus del desierto, y ciertos textos eridios hacen referencia a ella en relación con las tribus Tidar.

Ritos

La estructura del culto a Nadruneb es bastante secreta, y cuesta mucho seguir su pista por su propia naturaleza salvaje. Por poner un ejemplo, no tiene festividades mayores, pues se entiende que la naturaleza sigue su curso y no hay momento mejor que otro para rezarla.

Sí parece unánime que no hay unas palabras adecuadas para rezarla, por lo que en muchos casos se hace de forma instrumentada. Cualquier forma es adecuada en tanto que los instrumentos no sean sofisticados.

Tampoco es adecuado rezarla en lugares civilizados, ni siquiera en pueblos, pero mucho menos en ciudades.

Las fuentes de la corrección citan que de hecho el propio culto a Nadruneb se haya dividido entre aquellos druidas que entienden que la civilización ha superado lo que la diosa estaba dispuesto a dar, y los que opinan de forma contraria. Los primeros entienden que toda civilización debe ser, de hecho, destruida, y esperan el día en que la diosa decida intervenir de forma activa.

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