En Harrassia existe una garantía legal de que cualquier civil puede ejercer la libre empresa sin ningún límite más que lo que pueda obtener compitiendo con otras personas, en tanto que pague sus debidos impuestos y cumpla la no poca normativa.
En la práctica cualquier negocio de cierto tamaño exige una inversión que no está al alcance más que de las élites económicas, inclusyendo dentro de estos a la banca privada, y por supuesto a los emporios comerciales.
Esta forma de trabajo es normalmente considerada inferior al ejercicio del servicio militar, pero en la práctica esta es una opinión solamente habitual entre los miembros del ejército que quieren justificar su relativa pobreza: en la práctica nada se respeta más que la riqueza, y esta está en manos de los comerciantes.
Aunque la práctica de la agricultura es un trabajo como otro cualquiera, los terrenos fértiles en Harrassia son bastante infrecuentes, por lo que su propiedad compete exclusivamente a las diferentes prefecturas que extienden permisos de explotación muy concretos. Estas licencias requieren una gran cantidad de papeleo e implican un elevado pago de impuestos, así que solamente pueden ser conseguidas por empresarios de cierto nivel.
El ejercicio de la agricultura y ganadería es ejercido por trabajadores que a su vez son contratados por estos empresarios. En la práctica esto significa que hay una desvinculación muy clara entre aquellos que trabajan los campos, el resultado de su trabajo, y el propio terreno en el que lo ejercen. Tradicionalmente los gremios de agricultura son bastante flojos, por lo que en general es un trabajo de bajísima categoría, y normalmente muy estacional.
Es de señalar que los empresarios harrassianos no tienen una preferencia particular por cultivar el grano que sustente a su nación, sino que en muchos casos eligen cultivar especies exóticas que son vendidas en el mercado internacional, principalmente a opulentos nobles dormenios.
Esta situación acrecenta más la dependencia de Harrassia del grano dormenio.
No es infrecuente que los propietarios de las licencias contraten por su cuenta o en conjunto personal de seguridad, en especial para aquellos cultivos con un precio más delicado, como pueda ser el caso del Nantio. Este personal suele ser bastante duro con los trabajadores.
Las condiciones climáticas tienden a dificultad los cultivos incluso en las zonas más favorables; lluvias torrenciales pueden acabar en una jornada con el trabajo de todo un año, y un periodo excepcionalmente seco también es devastador. Por todo esto el negocio de la agricultura y la ganadería se considera arriesgado y no es el preferido de todos los empresarios harrassianos.
Existe una aceptable demanda de mano de obra de este tipo, en posiciones de trabajo que no son para nada positivas, si bien la existencia de gremios (ver más adelante) garaniza ciertas condiciones laborales. En cualquier caso el sueldo es el peor al que puede aspirar un harrassiano.
No es infrecuente que a los condenados por crímenes menores se les permita realizar este tipo de trabajos a cambio de reducir su condena. Este tipo de transacción se salda con un intercambio económico entre el oficial de prisiones y el empleador, por lo que en la práctica se crea una situación de esclavismo con muy difícil defensa.
Los puestos de trabajo asociados a este tipo de mano de obra son las siguientes:
Tanerías: aunque algunas tanerías realizan los trabajos en aceptables condiciones y con sal, en muchos otros el contacto con orines y heces fomentan un ambiente insalubre. Cabe señalar que la elección de uno u otro método no suele ser una elección del empresario, sino el cumplimiento de la reglamentación de la prefectura.
Minerías: Harrassia cuenta con todo tipo de explotaciones mineras con las que no solamente cubren todas sus necesidades de metal, sino que además forman parte del comercio con Dormenia. Las condiciones de trabajo son duras, pero al ser un negocio tan lucrativo los empleadores no suelen ser particularmente desconsiderados.
Remeros: las vías de comunicación marítimas son una consecuencia de una gran tradición harrassiana. Muchos de los barcos cuentan con posiciones de remeros, en lo que viene a ser uno de los peores oficios de Harrassia, normalmente ejercidos por criminales condenados.
Las prefecturas de Harrassia son enormes comunidades que exigen la prestación de innumerables servicios que son financiados por el gobierno a partir de los impuestos. Con el fin de regular el acceso al trabajo en estas posiciones el estado acepta por ley la existencia de gremios con regulación interna, que son los que deciden quién ocupa qué puesto de trabajo.
Esta estructura de gremios está de hecho aceptada incluso en sectores laborales que no son servicios prestados por el estado, como pueda ser el gremio de campesinos, si bien estos gremios dependen de las cuotas a sus miembros, por lo que son sensiblemente menos poderosos.
Si suelen ser más poderosos, por ejemplo, el gremio de recogida de escombros o mantenimiento de alcantarillado (de haberlo), el gremio de apagafuegos, o tantos otros.
Algunos gremios están obligados a reclutar preferentemente a personas que sufren algún tipo de mal concreto, entiendiéndose que esta es la forma que el estado tiene para favorecer a los civiles más desprotegidos. Por ejemplo, el gremio de limpiadores solo puede emplear a mutilados, y debe dar preferencia a veteranos de guerra. Otro caso muy contradictorio es el de los pregoneros, que dan lectura a las cuestiones políticas y a los anuncios privados. Todos los que realizan esta tarea son ciegos, así que deben aprender previamente el contenido de sus pregones, tarea para la que suelen echar toda la mañana con miembros del gremio que sí tienen vista.
El sector productivo tiene más bien poco prestigio, y a fin de cuentas son negocios que los empresarios más adinerados no quieren ejercer, por lo que toda la artesanía y arte harrassiana es ejercida por civiles que tienen cierta riqueza o pueden llegar a conseguir un aval para un préstamo bancario.
Estos trabajadores autonómos tienen que realizar un pago de impuestos realista. Como ya se ha citado, la competencia es muy elevada, por lo que estos agobiados sujetos suelen delegar esta función en los propios funcionarios, quienes abusan de esta situación, bien para hacer las cuentas de una forma poco precisa, o peor aún, lucrándose ellos en el proceso.
Pese a todo, los trabajadores de este sector son dueños de su propio negocio, por lo que se sienten muy por encima de la mano de obra no especializada, y tienden a defender (que no votar, porque no suelen ser militares) a los partidos más conservadores.
Un caso particular es el de la cria de caballos y camellos. Debido a las grandes distancias que las caravanas tienen que cubrir, el pueblo harrassiano está muy ligado a sus animales de transporte, por lo que estos criadores suelen tener un gran prestigio.
En las ciudades harrassianas está prohibido entrar con caballo, por lo que los establos están situados en las vías de acceso. En este sentido se trata de negocios productivos agremiados, pues también prestan un servicio regulado por el estado.
Si bien los negovios productivos pueden ejercer la venta al por menor, una estructura de protección legal y de propiedad de los medios de transporte y distribución otorga la fuerza a los emporios comerciales hasta el punto de que muchos productores no tienen permiso para vender directamente el fruto de su trabajo a clientes finales por un deber contractual contraído.
Se trata de aquellos sectores que exigen un gran capital para poder ejercerse. Este tipo de empresa solo puede ser ejercido por sujetos muy adinerados cuya experiencia, de hecho, suele pasar de padres a hijos, fundando una dinastía familiar.
Tradicionalmente, los sectores que entran bajo esta categoría son la minería, la construcción y la ingeniería naval.
El complejo estado Harrassiano exige de una gran cantidad de trabajadores del estado que se aseguran de que cada detalle es debidamente realizado conforme a la ley. Esto puede cubrir desde el pago de los impuestos hasta la membresía a un gremio, o la certificación de una defunción con fin de ejercer una herencia.
Absolutamente todo queda registrado por parte de estos funcionarios de bajo rango que están absolutamente especializados en su puesto y que realizan su registro una y otra vez, asegurándose de los que quieran que sean los requisitos de la ley.
Aunque los puestos de funcionario no garantizan un gran sueldo, sin duda se puede decir que son muy seguros y relativamente tranquilos, por lo que son bastante deseados. No es que cuenten con una gran aprobación del resto de la sociedad, pero las personas se pelearían por ellos su pudieran.
Se supone que los oficiales de alto rango que asignan estos puestos deben cumplir criterios objetivos para establecer la contratación de un individuo, pero su excelso manejo de la burocracia les permite elegir personas de su preferencia.
Conviene señalar que los funcionarios suelen tener poca vigilancia de sus superiores, así que como su sueldo es moderado, los sobornos son habituales. Estos pueden simplemente agilizar los trámites, o incluso ser una condición necesaria.
Se trata de aquellos sujetos que ocupan cargos no políticos, y que por lo tanto están al corriente del funcionamiento general de un departamento y tienen una visión global de cómo ocurren realmente las cosas.
Se trata de personas que tienen una gran importancia dentro del funcionamiento legal, y cuya desaparición tiende a provocar un caos inmenso. Por ello tienen una consideración bastante elevada, y normalmente una relación aséptica de sus superiores políticos, que si bien tienen el poder real, nunca son conscientes del funcionamiento operativo (de hecho normalmente no lo desean).
La relación de el pueblo con estos funcionarios de alto rango es, normalmente, nula.
La extrema estacionalidad del trabajo no cualificado suele implicar una alta proporción de desempleo. Estas personas pueden alargar sus ganancias previas mediante una forma de vida humilde, o recurrir a la delincuencia y mendicidad para intentar sobrevivir.
En general los castigos por crímenes de poca importancia, que no impliquen sangre, no son muy elevados, pero la pertenencia a bandas organizadas se equipara precisamente a estos segundos, por lo que son algo infrecuentes. Cuando existen, suelen estar conformadas por personas que ya no tienen nada que perder.
Conviene citar que la mendicidad está regulada en algunas prefecturas, y por lo tanto es un gremio en el que se tienen que conseguir los correspondientes permisos.
Aunque Harrassia es una nación más bien descreída y laica, legalmente rinden culto a Armeniam (ver religión), y como tal tienen que esquivar leyes aparentemente honradas.
El ejercicio de la prostitución como tal está completamente prohibido, pero en la práctica existen innumerables locales que la ejercen mediante subterfugios. Desde sirvientas en los fumaderos o bailarinas en locales exóticos, hasta masajistas en baños privados, cualquier variedad es aceptada en la práctica en todo un abanico de costes para que puedan desfogarse desde un remero con ahorros hasta un alto funcionario con un mal día en el trabajo.
La ley harrassiana es, en una palabra, compleja. Está basada en los dictados del congreso, que pueden incluso llevarse la contraria entre ellos, pero para colmo es ejercida por jueces elegidos por el gobierno los cuales sientan cierta jurisprudencia con sus dictados.
En teoría todas las leyes de Harrassia son consecuencia de un único libro que se considera la palabra directa de Armeniam, y en este sentido todos los juzgados son templos de Armeniam, y todos los jueces sacerdotes. No obstante en la práctica estas leyes se consideran demasiado metafóricas, por lo que apelar al libro fundamental suele ser un recurso desesperado que rara vez da resultado.
El proceso judicial en sí no es tan complejo como el juicio en sí. En primer lugar el criminal es conducido al departamento de prisiones, normalmente por militares que ejercen de guardias. Es posible que otras entidades sean aceptables para esta tarea, como sicarios del estado o guardias privados de sujetos poderosos que estén reconocidos como tales. En verdad hasta una asociación gremial o incluso un particular puede realizar una detención.
En el momento de la entrega, el oficial de prisiones decide si acepta la causa o no lo hace. Es un momento crucial para el reo, porque desde ese momento se le aplica presunción de culpabilidad, y comenzará a ejercer la condena. Si en ese momento puede recurrir a un especialista en leyes o convencer al oficial de prisiones de que puede hacerlo. En ese caso pasa a una celda especial, y el caso es revisado al día siguiente entre un fiscal y el abogado del sujeto. Los posibles pactos o veredictos que se alcancen en esta fase deben ser aceptados más tarde por un juez, pero debido a su carga de trabajo, si hay un pacto, se suele firmar.
Si no ha habido esta vista preliminar, o si la ha habido y el fiscal no se siente convencido de la inocencia, el sujeto pasa a cumplir la pena como si de hecho fuese culpable. En teoría los fiscales (que son funcionarios) tienen que realizar una acusación en un periodo de tiempo razonable, y se debe llegar a un juicio cuanto antes, pero la realidad es que el proceso puede incluso retrasarse durante años.
En la práctica, los jueces suelen encargarse de los casos más graves, y para el resto se aplica lo que ocurra en la vista preliminar. Simplemente conseguir que el juez se haga cargo de un caso suele implicar mucho trabajo y sobornos al abogado del reo.
La producción harrassiana suele ser pobre y muy sujeta a los avatares del clima. No obstante el pueblo no suele pasar un hambre o temor particular, porque la mayor parte de los alimentos no se producen sino que se compran a la vecina dormenia en importantes pactos alcanzados por el estado y ejercidos por los grandes comerciantes, que de hecho necesitan una licencia particular. Como resultado, la dieta harrassiana es amplia y rica.
Las carencias tienden a producirse en aquellos alimentos que son perecederos, como la carne, el pescado o las frutas. En este caso se trata de bienes obtenidos en la propia nación, que suelen tener un precio más prohibitivos.
El líquido más consumido es el agua, cuya obtención es también un sector gremial protegido. Las bebidas alcohólicas son muy frecuentes, y de hecho son más fuertes que las de Dormenai, por lo que se suelen también exportar.
La tradición y religión harrassiana establecen que la familia es un hecho legalmente protegido, pero en la realidad no existe más protección que la que pueda obtener cada una en función a su capacidad económica.
Los matrimonios se realizaban tradicionalmente por un juez, pero en la práctica estas funciones están ya delegadas a funcionaros que llevan a cabo un registro como otro cualquiera, de forma que el hecho religioso y festivo queda separado del puramente oficial.
En cualquier caso las mujeres reciben una presión enorme para casarse a la mayor juventud posible. El problema viene de que las mujeres son tan elegibles para trabajar como cualquiera, pero no suelen acceder a la formación con tanta facilidad como los hombres, así que las que no consiguen estar casadas jóvenes acaban en trabajos de muy baja categoría, o en la prostitución encubierta.
Existen algunas prefecturas en las que algunos gobiernos han reconocido la existencia de un gremio de profesores que se encargan de la educación de los jóvenes desde su infancia hasta la mayoría de edad legal de trece años. En ese momento se espera que pasen a formarse para un oficio, se unan al ejército o sigan los pasos de su familia.
Aunque la sociedad harrassiana es en la práctica muy laica, su origen, su legislación y sus costumbres tienen un fuerte componente religioso de una amplitud más que considerable. En este sentido los días festivos son un bien protegido por la ley.
Un número de festividades están originadas en el libro de Armeniam, y tienen un fuerte componente religioso del que en el año 472 prácticamente solo queda la parte de ocio. Los sacerdotes tridecadeístas suelen coincidir que hay en estas festividades indicios de cultos no solo a Armeniam, sino a otros muchos dioses.
Otros días festivos y su correspondientes actividades son delegadas a cada entidad del estado. Los gremios tienen sus días festivos, y los emporios están obligados a celebrar los suyos, que suelen ser cultos al poder y fuerza de sus altos cargos. Hasta los diferentes departamentos del estado tienen sus festivos separados.
Como se ha citado en este texto, existe un registro para prácticamente todo. La inmensa mayoría son llevados por funcionarios, pero algunos otros pueden ser delegados en responsables de negocios o de gremios, que más tarde serán presentados al funcionario de turno.
Algunos registros están sujetos a la paga de una tasa, pero incluso los que no lo están suelen tenerla pareja en forma de soborno; la cola de trabajo de un funcionario puede tener años, así que ese pago supone la diferencia entre que la solicitud pase a la parte superior de la pila.
No obstante muchas personas eligen ejercer su actividad sin espera a que se les otorgue el permiso correspondiente. Estos suelen pedir la verificación de que de hecho su solicitud está pendiente, y rezar porque sea suficiente en caso de que tengan un problema.
Algunos registros sí que tienden a ser más ágiles, especialmente aquellos que benefician al estado, como pueda ser los de impuestos. También es bastante efectivo el de entrada en la ciudad, que se produce por el depósito del caballo en los establos.