El gobierno de Harrassia se regula por un proceso electoral según el cual cada uno de los ciudadanos emite un voto con el que deposita su confianza por uno de los partidos candidatos. Dentro de los principios harrassianos se entiende que solo mediante el servicio militar un ciudadano adquiere la responsabilidad suficiente para emitir el voto. Este principio podría parecer un criterio moral mediante el cual se identifica servicio militar con responsabilidad ciudadana, pero en la práctica sin duda se crea más un cierto clasismo en el que los militares de élite miembros de carsij evitan que otros militares participen en el proceso electoral.
Además todo el proceso está muy relacionado con las clases comerciales que ostentan el poder económico del que de hecho Harrassia depende.
La democracia harrassia nace en el año 350. Hasta aquel momento la ciudad vivía constantes conflictos internos entre los tres colectivos mayoritarios, los tredios, los sarios y los tangloi. Del reto de ese periodo surge esta forma de acuerdo en la que finalmente se designan cincuenta y un electores con derecho a voto repartidos entre miembros destacados de la sociedad. Esta primitiva forma de elección dio respuesta a las necesidades de aquella sociedad que aún habría de evolucionar mucho en poder y capacidad.
El número de electores fue aumentando conforme los tiempos fueron exigiendo una mayor organización, pero no fue hasta el año finales de los 370 que se hace evidente que la expansión exigiría nuevas prefecturas con cierta independencia. En el 380 la anexión Najshet plantea nuevas dudas que no terminan de solventarse ni con la resolución de la guerra civil del 384. En ese momento había medio millar de electores que debían abonar una importante suma en dinero por el derecho al voto.
Entre la resolución militar del año 384 a la concesión de prefecturas del año 410 se mantiene el gobierno democrático, pero este cede todas sus competencias año tras año al dictador militar, el coronel de las carsij Gizan el joven. Tras su muerte, y sumidos en una gravísima crisis económica, se reabre el debate sobre el temor a un tirano vitalicio que había llevado a los mismos fundadores de Harrassia a decantarse por un modelo de elecciones un tanto vago en el que cada prefectura debe garantizar un proceso propio. Esta falta de control deriva de nuevo en una guerra civil diez años después en la que el bando rebelde se hace con el control de un país hecho añicos.
No deja de ser paradójico que siendo el bando rebelde el vencedor se estableciera el mayor control tiránico que Harrassia habría de vivir, precisamente por el temor a nuevos rebeldes. El gobierno militar de Plemo el grande resulta muy estable, pero exige unos grandes impuestos a una sociedad castigada. Dormenia aprovechó esta debilidad en el 430 para anexionar sus mejores terrenos de cultivos. Ante esta situación el dictador se sume en una enorme depresión y se suicida dejando una confusa carta de responsabilidad.
En el año 432 se produce un acuerdo de militares según el cual se restablecen los procesos electores independientes, pero con una normativa idéntica para todos, en la que los censados como militares conforman la totalidad de los electores. Ese año se fundan una docena de partidos políticos y se producen seis elecciones en las que ningún partido logra alcanzar una mayoría suficiente. Finalmente se impone una medida según la cual el partido más votado obtendría una ventaja artificial, de forma que se garantizara la formación de un gobierno fuera cual fuese el resultado. Un año después todos los partidos se funden en dos, el Partido Harrassiano de la Libertad (PHL) y la Auténtica Asociación de Fieles a Armeniam (AAFA).
Cien años después estos dos mismos partidos se alternan en el gobierno de Harrassia y de sus prefecturas (si bien en algunas de estas lo hacen con otros partidos). En la realidad es muy difícil distinguir sus políticas, pues siempre han dado una respuesta muy similar a las necesidades de cada época, y si bien se supone que la AAFA tiene un corte más religioso, en la realidad esto varía mucho en función al viento que ha soplado en los barcos de sus élites.
Cuando en el año 432 se apueba la democracia militar, la nación pretendía volver a una situación de riqueza en la que imaginaban un ejército basado completamente en tropas de élite. La realidad fue que muchos años después las funciones militares tuvieron que ser aceptadas por unidades de menor coste y preparación, como los defensores de puestos avanzados.
Aunque legalmente estos militares pueden ejercer el derecho a voto, la imagen de votante de la caballería pesada de élite se ha mantenido generación tras generación, y solamente los miembros de carsij ejercen dicho derecho, y ni siquiera todos ellos (ver más adelante).
De cara a presentar el voto, un militar debe estar debidamente censado en un acta formal de la unidad. Estas actas han sido muy problemáticas, y por lo tanto están sometidas a un control férrero de las asociaciones militares afiliadas a los partidos políticos. Esto lógicamente ha aumentado la burocracia, pero también es una muestra de prestigio de los militares.
Antiguamente era aceptable que el oficial de cada unidad tomara el voto de los soldados a su cargo, pero una suma de irregularidades condujo a que obligatoriamente se realizara de forma individual.
Debido a la importante trascendencia de este proceso electoral, la documentación de las carsij es muy estricta. Hay que entender que no hay más de tres mil miembros de carsij a repartir entre todas las prefecturas, por lo que cualquier desliz en las actas es muy trascendente.
Debido a que los militares tienden a tener diversas opiniones incluso dentro de la misma unidad, existen las ya mencionadas asociaciones normalmente afiliadas a los partidos que no dependen de una unidad, sino de un lugar de voto. La función principal de estas asociaciones es vigilar el censo de los oficiales de Carsij, pero también cumple un papel vital en el proceso electoral.
Se supone que el resto de unidades deben contar también con sus actas censales, pero en la práctica no cuentan con la capacidad de garantizar el proceso legal de las mismas, puesto que no cuentan con el apoyo de las asociaciones militares asociadas a los partidos. Este es uno de los primeros métodos de control que garantizan la exclusividad del derecho a voto a los miembros de las carsij.
La ley harrassiana es bastante clara en relación con la forma en la que deben conducirse unas elecciones, si bien los flecos sociales más particulares son propios de cada prefectura. El modelo que aquí se cita es el de la propia prefectura de Harrassia.
Un gobierno tiene permiso para gobernar por un periodo de diez años que puede verse ampliado a veinte años si no hay cambios en el partido. El periodo normalmente puede ser más breve puesto que los miembros de los partidos no tienen un contrato de fidelidad y tienden a cambiar de lealtad con el paso de los años.
El congreso decide la fecha de celebración de elecciones, y estas son transmitidas al pueblo por todos los medios, especialmente mediante el gremio de pregoneros. Los capitanes de Carsij tienen que entregar las actas censales de las unidades en la ciudad. En este sentido un militar desplazado puede perfectamente perderse las elecciones o incluso votar en otra ciudad, lo que los partidos políticos reconocen como una limitación del sistema a la que no han encontrado solución.
En la jornada de elección todo es más complicado, pues las carsij pierden momentáneamente la capacidad de organización, pues sus oficiales son un votante más. Durante toda la sesión el poder lo tienen las asociaciones militares afiliadas a los partidos, incluida la seguridad de la ciudad.
Debido a esto la jornada electoral es festiva en la prefectura. Pero no es festiva en el sentido en el que se festeje la grandeza de Armeniam, sino festiva en el sentido de que ningún comerciante con dos dedos de frente abriría su comercio: se trata de días con una elevada posibilidad de violencia callejera.
En primer lugar los partidos políticos tienen una gran animosidad entre ellos, y las asociaciones la reproducen incluso intencionadamente. Las peleas entre ellas pueden ser sangrientas, y en estas condiciones no están muy atentos a la seguridad de la ciudad.
No obstante hay algo ante lo que sí se unen todas las asociaciones, y es en caso de que un individuo o colectivo de otra unidad tenga la idea de presentarse a votar. Este es el motivo por el que no votan ni los defensores de puestos avanzados, ni los guardias Najshet, ni mucho menos las furias.
No obstante, muchos sicarios del estado son antiguos militares. Estos sujetos pueden tener la protección de un juez, y si bien los jueces pueden cambiar precisamente esa misma noche, nadie suele sentirse del todo seguro. Algunos de estos sicarios pueden desplazarse individualmente hasta el juzgado y depositar su voto.
Como se comprenderá, la mayor parte de la sociedad está deseando que esta jornada electoral se pase cuanto antes, de manera que los votos se cuentan inmediatamente, y se forma el gobierno inmediatamente.
Aunque antiguamente se votaba a electores individuales, este modelo daba lugar a problemas diferentes, y en la actualidad se vota al candidato principal de los dos partidos. Después se reparten un congreso de un número variable de individuos siguiendo sus preferencia en función a sus lealtades personales. Estas elecciones están ya pensadas de antemano, y también lo están los altos cargos del gobierno en sí, el cual toma el mando de la nación inmediatamente con el fin de que la oficialidad de las carsij se retome cuanto antes.
Aún así el proceso puede ser un tanto caótico, y cierto derramamiento de sangre es habitual.
Si bien en la formación de Harrassia había una docena de partidos con puntos de vista muy diferentes, el modelo electoral de aquel entonces acabó con las independencias y en la actualidad solamente hay dos partidos, los cuales están financiados por las élites comerciales, que son quienes en realidad ostentan el poder.
Aunque en la legislación exista un proceso democrático bajo el control de los militares, la realidad operativa es que ellos en realidad no pueden más que decantar la balanza hacia uno de los dos lados en una guerra mucho más secreta, mucho más oscura y sin duda mucho más económica. Ninguno de los dos partidos es en sí partidario de los militares, hasta el punto de que los argumentos electorales se centran en insultar y desprestigiar al candidato oponente.
Esto es así hasta el exagerado nivel en el que la mayor parte de los integrantes del gobierno, el congreso y los juzgados no son militares. Se da el caso de que el presidente de la nación tiene que serlo por ley (aunque en esto también se hacen trampas), pero el resto de miembros del gobierno no tienen esa exigencia, sino que su virtud se da por supuesta al contar con la confianza del líder de su partido.
La situación de control de los grandes comerciantes es un hecho porque la campaña electoral de cada partido es extremadamente cara. En este sentido hay que tener en cuenta que aunque vayan a votar mil personas, todos los harrassianos van a ser gobernados por el gobierno erigidio por ese proceso, de manera que los militares pueden llegar a sentir mucha presión hasta el día de las elecciones. El proceso electoral no busca, pues, convencer a los mil militares uno a uno, sino movilizar a la sociedad entera. Este caro proceso es financiado por particulares ricos que luego esperan obtener ventaja del resultado de las elecciones.
Esta situación también fomenta una gran falta de lealtad entre los miembros del congreso, pues si bien son elegidos a dedo por el líder del partido entre sus partidarios leales, diez años es mucho tiempo, y los cambios en la dirección de voto no son para nada infrecuentes.
Con todo, el bipartidismo está muy bien garantizado. La legislación permite la formación de nuevos partidos, pero sin apoyo económico de las élites comerciales, y sin potentes asociaciones militares locales, su posibilidad de tener impacto en unas elecciones es nula.
Que haya un bipartidismo de hecho no implica que no haya una gran satisfacción del pueblo, o de los mismos militares. Si bien la mayoría de discusiones se centran en los puntos flacos del candidato contrario, algunos colectivos tienen un punto de vista más abierto, y normalmente más agresivo.
Era el caso del grupo terrorista "democracia auténtica", que en el pasado pugnaba por devolver el control a los militares de forma que estos pudieran votar en listas abiertas de militares a todos los cargos del estado. Este grupo realizó temibles atentados y fue disuelto. Sus cabecillas fueron ejecutados.
Existen también diversos líderes Najshet que no están de acuerdo con la forma en la que su pueblo está asimilado dentro de Harrassia. Estos grupos pueden llevar también a cabo actos de protesta extremadamente sangrientos, y pueden incluso suponer un problema para pequeñas asociaciones militares.
Algunas entidades se las arreglan para tener persistencia y poder pese al cambio de gobiernos. Este tipo de actitudes está ligada normalmente a personas o colectivos que normalmente están en contra de la democracia y favor de un sistema tiránico al estilo dormenio. Se sospecha que el líder del persistente departamento de prisiones tiene esta mentalidad.
En el año 472 este tipo de colectivos pueden dar problemas, pero no suponen un peligro real para un sistema muy bien establecido. Los posibles golpes de estado suelen ser ejecutados por miembros de otras prefecturas, o por secciones del estado con una gran cantidad de poder.