Se trata de una religión principalmente centrada en la naturaleza. Esta es personalizada en la diosa Nadruneb, pero las diferentes formas de adoración que se producen no siempre están relacionadas con su encarnación antropomórfica, sino que pueden ser relativas a conceptos naturales perceptibles como el viento o los ríos.
El nadrunismo es practicado por las tribus del desierto de harrassia. No existen ningún tipo de registro escrito, por lo que toda su cultura es oral. Los sacerdotes, no obstante, difieren mucho en la forma de culto.
Se trata, en cualquier caso, de una religión muy simple que no da explicaciones específicas a casi nada, limitándose a señalar que las cosas son así por que Nadruneb (la naturaleza) ha querido que concluyeran siendo así, y quizá centren más en la supuesta armonía con la que esos elementos encajan entre sí.
Esta forma de ver el mundo está también relacionada con la errática forma de vida nómada de estas tribus, cuya superviviencia depende de lo que pueden ir recolectando de uno u otro lugar, y sobre todo de los pozos que conocen. Estos serían agujeros de los que se bebe las mismas lágrimas de la diosa, por lo que son tratados con extremo respeto.
Todo el nadrunismo está también muy centrado en los propios animales, reconociendo al hombre como un animal más que tiene que relacionarse como uno más. Las cosas a las que tiene derecho o no el hombre son discutidos por los sacerdotes y acólitos en función a toda suerte de fábulas que relacionan los eventos naturales con animales parlantes.
El nadrunismo no encaja bien en el marco del tridecadeísmo por ser una religión monoteísta, pero dado que esta diosa es adorada por otras culturas, teóricos harrassianos y de la corrección lo han reconocido como una secta aceptable. Los propios miembros de las tribus llegan a existir la posible existencia de los dioses de otras culturas, en la medida de que son, necesariamente menos importantes que la propia Nadruneb.
Como el resto de religiones tridecadeístas, en el nadrunismo se reconoce la cualidad cíclica y reencarnatoria de las almas. No obstante estas no pasan necesariamente a otra forma de humano, sino que pueden hacerlo en forma de animal o incluso de árbol o arbusto. En este sentido los sacerdotes tienen una fuerte tradición ritual para buscar y entender tanto las reencarnaciones de fallecidos recientes, como sus propias existencias anteriores.
Es particularmente unánime y bella una tradición que liga las fuerzas, cualidades y destino de una persona en función al animal cuya influencia fue primaria en su nacimiento. A este respecto los sacerdotes observan el cielo y las estrellas, a los que reconocen como grandes espíritus animales. En ese sentido reconocen unánimemente diferentes formas de animales en las agrupaciones de estas.
Existen una serie importante de mitos del nadrunismo relacionados con, como ya se ha dicho, las estrellas y el orden de las reencarnaciones, pero resultan particularmente interesantes aquellos que hacen relación a las reencarnaciones según diferentes animales ascendieron a forma humana y formaron las diferentes tribus o clanes. Estos tienen una estructura muy similar según la cual un animal particularmene virtuoso realiza una acción importante para defender el orden natural, por lo que se gana el favor de la diosa, es reencarnado como ser humano y funda una tribu.
La hiena y los lagartos gigantes
Según este mito tribal hubo un enorme periodo de sequía en el que hasta los pozos se secaban, y los animales iban de un lugar a otro desesperados en busca de agua. Ocurría, no obstante, que había tres grandes ríos gobernados por tres lagartos gigantes que podían relacionarse con los espíritus de los rayos.
Ningún animal estaba dispuesto a enfrentarse a estos egoistas lagartos, hasta que una hiena, harta de la pasividad de su especie tomó el liderazgo de su manada y la unificó con otras para conseguir echar a los grandes lagartos de los ríos.
Según la leyenda, cuando esta hiena se reencarnó en una mujer y fundó la tribu de la hiena, se hizo con las escamas de los lagartos del río y manufacturó una armadura de escamas. Esta armadura, de existir, ha desaparecido.
La serpiente y el buitre
Esta historia cuenta que un gran buitre se quedaba con toda la comida, pues podía levantar a cualquier animal con sus garras, llevárselo a su nido, y devorarlo, y aún más, disfrutaba tapando el sol para provocar desgracias al resto de animales.
Una sola serpiente, no obstante, consiguió engañarlo con sucesivos embustes ofreciéndole compartir la carne de un sabroso antílope, y cuando este descendió, la serpiente le clavó su poderoso veneno. El buitre despedazó a la serpiente, pero murió poco después del envenenamiento.
La serpiente se reencarnó como un hombre y fundó la tribu de la serpiente, famosa por sus letales emboscadas.
El castigo del lagarto
Esta curiosa historia explica que los grandes lagartos habían sido crueles con el resto de los animales, por lo que tras su extinción Nadruneb los reencarnó en una especie mucho más pequeña, pero el resto de animales los tomaban por crías y temían que pudieran convertirse en los terribles ejemplares que los habían tenido dominados durante tanto tiempo, así que los mataban en cuanto los veían.
Uno de estos ejemplares enseñó al resto de su especie a esconderse entre las rocas, salir por la noche e incluso cambiar el color de la piel o regenerar sus colas. Por sus aportes, Nadruneb le permitió convertirse en un hombre.
Aunque los sacerdotes insisten en que esta tribu tiene el perdón de Nadruneb, el conflicto entre la gente de la hiena y la del lagarto parece inacabable.
El antílope y los grandes felinos
Cuenta esta historia que los antílopes atravesaban grandes dificultades porque los grandes felinos jugaban con ellos y los cazaban, haciendo de su vida un horror continuado. Esta relación natural se había visto desvirtuada puesto que los felinos habían vendido su espíritu a un ser maligno y sabían donde dormían los antílopes.
Un antílope se preparó para enfrentarse a ellos, y corrió día y noche para ser el más rápido, y finalmente tentó a los grandes felinos.
Escapó tantas veces de ellos que los grandes felinos se enfadaron y se convirtió en un asunto de orgullo darle caza. Tras muchos meses escapando, tuvo a los grandes felinos detrás, y los engañó, arrojándolos por un acantilado.
Este antílope se reencarnó en un hombre y fundó la tribu del antílope, que en la actualidad es famosa por su manejo de las monturas, incluyendo camellos y caballos.
La gente de la araña
Según este mito, los avispones del despierto pusieron en peligro a todos los animales e insectos. Fue una araña, la que con sus rezos, logró dirigirse directamente y exponerle el problema a la diosa. Esta le dijo, ¿qué problema hay si una especie se imponía a los demás? Entonces la araña le explicó que las avispas podían matar a todas las abejas, y entonces no se reproducirían las flores.
Nadruneb dotó a las arañas de un veneno que acababa con la avispas y ascendió a la araña por su previsión.
El escorpión y las arañas gigantes
El clan del escorpión dice que su gente era odiada y temida por su poderoso veneno, y que nadie quería aliarse con ellos. En general los escorpiones eran solitarios y malhumorados, pero ocurrió que en una ocasión una araña gigante robó de Nadruneb un bote con lágrimas de la diosa que tenían el poder de la luz. El mundo se sumió en la oscuridad, y muchos animales y hombres corrieron a enfrentarse a la temible araña gigante, sin éxito.
Aún más, la araña se multiplicó execrando el poder bendito de la diosa y consumió a los espíritus del mundo. Solo los escorpiones, odiados y temidos, pudieron enfrentarse a estas arañas y combatieron el veneno con veneno.
El escorpión se ganó la recompensa de la diosa y fue reencarnado como hombre, y conservaron de la misma forma el bote con las lágrimas de la diosa, que la tribu tiene escondida en algún lugar secreto.