Espada Negra: juego de rol

FLORES EN EL DESIERTO

Introducción

Este es un escenario político violento, triste y cruel que rima con sucesos y vidas truncadas de nuestro mundo. Como en otra aventura, en cierto modo hermana de esta, de política harrassiana, hay una conspiración de asesinato político en el centro de toda la cuestión, pero los objetivos de estas no podrían ser más distintos.

Solo apta para jugadores maduros. Como casi todo lo que se publica para Espada Negra.

Gancho

Este escenario puede usarse de distintas formas. Los personajes de los jugadores pueden haber sido encargados de velar por la seguridad de la finca en la que se encuentra Beniz Al Rhazzou, o de asegurarse de que el atentado planeado por el partido en el gobierno salga adelante. Opciones más exóticas, pero no por ello menos interesantes, serían que interpretasen a los asesinos najshet encargados de asesinar a Beniz Al Rhazzou o agentes dormenios pagados por el embajador Adea Aglazor, quien está muy cansado de las proclamas de la política exigiendo una redefinición de las relaciones Dormenia-Harrassia.

Sea como sea, todos los personajes tendrán en su poder el siguiente texto, el cual lleva desde finales del cuarto mes del año circulando por la ciudad. Su contenido ha provocado no poco revuelo y Harrassia está especialmente agitada. Hay quien dice que parecen elecciones.

Señor presidente:

Espero que me permita dirigirme a usted, siempre dentro de la gratitud que siento por vos y el resto del gobierno por asegurarse de forma tan concienzuda de mi seguridad desde hace dos años, para expresarle los miedos y quejas que azotan mi buen ánimo, siempre preocupado por el devenir de esta nación.

Somos esclavos.

Sí, lo somos. No lo niegue, y de la peor calaña, pues hemos elegido de buena voluntad las cadenas que hemos de cargar, los estupefacientes con los que permanecer en nuestros corrales tranquilos y los látigos que desgarran nuestra carne cuando osamos contradecir el "ordeno y mando" de nuestro amo. Permítame una vez más que me dirija a usted, sé que me permitirá hacerlo pues siempre ha sido mi amigo, para exponer estos hechos.

Las cadenas que portamos los harrassianos son las de la corrupción que provoca que nuestros ciudadanos se lancen los unos a los otros como hienas, el poder y el miedo a que el otro, quien no deja de ser nuestro compatriota, sepa más que nosotros, sea más rico que nosotros y posea más poder que nosotros. Estas nos atan a trabajar improductivamente. La corrupción por la que vertemos nuestra sangre no en la guerra contra el enemigo extranjero, sino en la mezquina lucha contra el adversario político, ¡quien no es sino nuestro compatriota! La corrupción que así mismo provoca la existencia de un Estado tan enorme como el desierto y tan improductivo como este, corrupción que nos impide ser realmente libres y dirigir nuestro potencial hacia metas nobles, enriquecedoras y florecientes. Corrupción que provoca que las pocas flores que consiguen crecer en este desierto sean arrancadas por los emporios, no para producir alimenticia miel...sino superfluos perfumes.

Los estupefacientes que provocan que sonriamos como bobos son las riquezas que obtenemos del extranjero, ya sea de las haciendas de los nobles dormenios o de las tumbas de reyes largo tiempo muertos de los najshet. Ese oro por el cual hemos convertido muchos de nuestros preciosos campos ganados al desierto en especierías (recordemos que el ser humano no fue hecho para vivir de la canela o la pimienta) y por el cual aceptamos las prácticas salvajes de los najshet. Ese oro por el que vendamos nuestros ojos ante las injusticias y así vemos los pesados eslabones de nuestras cadenas como las más suntuosas joyas. Ese oro que adornamos con trigo dormenio como si fueran las hermosas joyas que unos pocos mandan al oeste a cambio de fortunas obscenas. Los látigos son las amenazas de hambre que blande el capataz Adea Aglazor sin compasión, ante usted, mi amado presidente, y los otros representantes de nuestro Estado, mes tras mes, año tras año. El hambre que nosotros mismos hemos, y permítame usted usar la expresión, alimentado al permitir a los dormenios ponerse al control de una cuestión tan capital como es el grano. Debemos sobreponernos del miedo al látigo del capataz y asumir la pesada misión de volver el desierto verde, dorado y azul; entonces nuestra piel estará tan curtida que el capataz sabrá que no habrá látigo que haga brotar sangre de nuestras espaldas.

El amo es, por supuesto, Neldar IV, Rey de los dormenios y dueño de la nación esclava de Harrassia. Un hombre sabio e inteligente que ha sabido tener a este Estado y a quienes deben sostenerlo, regirlo y beneficiarse de él (¡la totalidad del pueblo harrassiano!) bajo control gracias a los mecanismos que os he descrito.

Es tiempo de que Harrassia se imponga y diga “BASTA”, es hora de que los esclavos asalten la casa del capataz y lo envíen de vuelta con su amo, es hora de que rompamos las cadenas de un sistema fallido por nuestros propios defectos que no hemos sabido dominar y de convertir lo estéril en productivo. Por ello, el octavo día del quinto mes, presentaré ante el edificio del gobierno la vía del tercer partido, una vía de confluencia reformista que busca dar sentido a los contenidos vacíos de nuestras propias instituciones poniéndolas al fin al servicio de nuestra nación. Cuando el sol esté en lo más alto violaré el límite que usted, de forma amorosa y paternal, me ha impuesto por mi seguridad y diré que sencillamente ya basta de ser esclavos. Os llamo a presentaros a la misma hora el mismo día y hacer mi voz una con la vuestra.

Firma, la esclava Beniz Al Rhazzou.

Sucesos previos

Beniz Al Rhazzou siempre ha sido una polemista hábil, una demagoga con talento, una política de raza y ante todo y todos una patriota. Hija de quien fue un próspero molinero, en realidad dueño de una red de molinos, muerto en la miseria debido a la competencia del grano dormenio. Ha hecho carrera en los dos partidos que se turnan el poder en Harrassia. Temida tanto por amigos y enemigos por su oratoria arrolladora, fue durante años uno de los políticos que mejor representaba el ala modernizadora y rupturista de cualquier opción política. Tan pronto exigía un control total por parte del gobierno de los impuestos o ampliar el derecho a voto para volverlo más representativo, como proponía arrebatar los niños a los najshet para asimilarlos a la cultura harrassiana en el lapso de dos generaciones y “poner esos recursos que se encuentran en manos muertas al servicio de la nación de forma inmediata”.

De hecho, mostraba una brutal animadversión, camuflada como preocupación patriótica, hacia los najshet y los grandes emporios... animadversión que tomó forma de atentado asesino a finales del quinto mes del año cuatrocientos sesenta y siete. Solo sobrevivió gracias a la intervención de Vrakka, su pupilo y guardaespaldas, quien puso a los asaltantes a la fuga. Por desgracia el atentado dio la excusa perfecta al gobierno para enclaustrarla bajo el pretexto de “mantener su vida a salvo ante los ataques de los enemigos del Estado”.

Ha pasado esos dos años encerrada, anulada políticamente y vigilada por Muffit ben Jalaj, produciendo gran cantidad de encendidos libelos y sesudos análisis políticos que salían de su finca gracias a su círculo de amigos. Incluso Muffit terminó por servir a ese fin. Ahora, tras pasar más de setecientos días ha decidido que es suficiente y es hora de mover ficha. Aprovechando el descontento que percibe, cree que puede dar un asalto legal al poder e iniciar sus reformas. Lo que no sabe es que el gobierno, temiendo esto, tiene pensado asesinarla para culpar a la oposición. Así mismo Adea Aglazor se siente agraviado por la mujer y tiene algo de miedo a sus reformas, por lo que planea asesinarla. Finalmente, la Guardia Real Najshet ha visto por fin la oportunidad de dar muerte a quien insulta a su dios.

Sucesos posteriores

Los acontecimientos serán como se detalla a continuación, si otros personajes no intervienen de forma significativa (ver siguiente apartado).

Día uno

Muffit ben Jalaj recibe la orden de establecer un operativo especial de seguridad, compuesto por personal a su elección siempre y cuando pueda mantener a Beniz Al Rhazzou con vida hasta el séptimo día del mes. Esa misma tarde, Beniz Al Rhazzou es visitada por el presidente del gobierno, quien intentará convencerla para que desista y abandone su proyecto rupturista de reformas radicales. La reunión se saldará con el presidente siendo invitado a irse de forma muy poco educada por Vrakka. Esto provoca una confrontación entre el hombre del desierto Vrakka y el carsij Muffit.

Día dos

El jefe de la oposición visita la finca para ofrecer a la reclusa un puesto en su partido y la promesa de iniciar algunas de sus reformas cuando se recupere el poder. Beniz Al Rhazzou convence a su visitante de reunirse en el jardín frontal de la finca, a la vista de los viandantes, para hacer pública su dura negativa al ofrecimiento, que toma forma de auténtico mitin electoral.

Una multitud se establece delante de la finca de Beniz Al Rhazzou reclamando su libertad y haciendo suyas las reivindicaciones de la política bajo la forma de pegadizas consignas. Hay varios conatos de trifulca entre estos manifestantes, las fuerzas de seguridad y ciudadanos harrassianos contrarios a la política, aconteciendo con las horas finales del día uno de notable importancia. Buena parte de los presentes pasa la noche al raso, frente a la propiedad.

Día tres

Numerosos concentrados reclaman poder acceder a ver a la política y lanzan piedras contra las fuerzas de seguridad de la finca. Vrakka responde agrediendo a varios manifestantes, siendo detenido y encarcelado pese a las protestas de Beniz Al Rhazzou. El hombre del desierto ha sido detenido falsamente por un grupo de mercenarios, que amparados por el embajador dormenio, están allanando el camino hacia su objetivo. Arrastran al prisionero hasta un sórdido establecimiento comercial con el fin de torturarlo y averiguar más sobre la seguridad.

Beniz Al Rhazzou, enfurecida por la detención de su pupilo y guardián, se dirige a los concentrados ante su hogar e improvisa un potente discurso. En él presenta a ambos partidos como tristes imitadores de las crueles formas del “déspota entronado cuya corona salió de talleres harrassianos a cambio de dos barras de pan”, aprendices que quedan en ridículos cuando se comparan con los “ricos aliados de los enemigos del Estado que tiran de los hilos de los reyes títeres de Harrassia”. La multitud estalla y sus gritos se oyen por toda la ciudad. Nadie duerme demasiado esa noche.

Día cuatro

Vrakka sigue sin soltar prenda pero es apaleado por arrancarle de un mordisco una oreja al jefe de asesinos. Uno de ellos comete un descuido y desliza el nombre del embajador Aglazor, Vrakka toma buena nota mental de ello.

Beniz Al Rhazzou exige a Muffit ben Jalaj que se libere a Vrakka, el soldado se dirige a sus superiores para devolver al guardaespaldas a la finca pero estos le dicen que no saben dónde se encuentra, negando que esté bajo custodia oficial. Muffit comunica esto a Beniz Al Rhazzou, quien le acusa de colaborar en el encubrimiento del secuestro de un inocente. Esa tarde narra a los concentrados la historia de cómo ambos se conocieron, cómo ella le sacó de la indigencia y se preocupó por educarlo para apartarlo de la barbarie. Finalmente, con un hilo de voz, hablará de cómo fue herido por protegerla. La narración es de tal potencia emocional que la masa calla durante su práctica totalidad, para estallar de pura ira al llegar el relato a la desaparición de Vrakka. Se inician unos disturbios de notable magnitud que se saldan con decenas de heridos y dos decesos. Una docena de manifestantes son detenidos y arrastrados a dependencias oficiales.

Durante los altercados tres najshet tratarán de asaltar el muro de la casa, teniendo que afrontar a la seguridad de la misma. Varios criados mueren, pero los asaltantes huyen tras ser heridos por las fuerzas de seguridad.

Aprovechando el caos, un espía incrimina a Muffit colocando falsas instrucciones entre sus propiedades. En ellas varios políticos de la oposición le ordenan matar a Beniz Al Rhazzou, recibiendo a cambio una sustancial cantidad de dinero que ha sido situada en su hogar.

Día cinco

Los concentrados ante la finca han sido dispersados, solo permanecen unos pocos que soportan miradas de odio de sus vecinos. El ambiente es tenso tras los disturbios del día anterior. Beniz Al Rhazzou no sale de su casa en todo el día, pero gracias a Muffit se distribuye un panfleto suyo en el que carga las tintas contra el Najshet. Dice lo siguiente:

Durante demasiado tiempo la democracia harrassiana, pionera como es en el mundo a la hora de ofrecer una alternativa de gobierno y sociedad a la tradicional (basada en la fuerza), ha permitido que en su seno se siga gangrenando lo que una vez fue el imperio Najshet, hoy confinado en ciertos barrios y tumbas polvorientas. Permitimos que dentro de nuestras propias fronteras, cara a cara a las instituciones que son el músculo y el corazón de nuestro Estado, pervivan leyes y gobiernos que no responden ante la voluntad nacional.

La ignorante masa humana que compone la mayor parte de los súbditos del trigésimo sexto Najshet debe ser apartada de la senda servilista y supersticiosa a la que le hemos condenado a cambio del oro de los muertos. Forzarla a seguir la senda que muchos jóvenes de las tribus del desierto han optado por seguir: la del progreso harrassiano frente al atraso del desierto. Sus hijos han de ser tutelados y criados por inviduos que representen lo mejor de la cultura harrassiana, solo así podrán ser salvados de la condena que supone haber nacido najshet.

Sus furias, inútiles en tiempo de guerra y atroces ejemplos de la falta de voluntad frente al oscurantismo del Najshet, deben ser reeducadas al igual que todas las mujeres de su sociedad, para que así puedan sumarse a los necesarios esfuerzos que se han de realizar para modernizar nuestra nación. Demasiados miles de brazos útiles e intelectos sin formar han sido lanzados a esos fosos, convertidos en prostitutas sin voluntad, solo porque así las arcas del Estado podían beber del manantial del oro del antiguo imperio.

Despojados de futuro y de vientres, que es la semilla del porvenir de toda sociedad, solo queda arrebatarles su pasado. Se ha de lograr sea como sea un informe de absolutamente todas las tumbas que contienen el valioso oro, sin ofrecer nada a cambio a los señores del Najshet que no sea obedecer al Estado o lanzarse al desierto. Obtener ese oro no solo lograría inyectar riquezas a nuestra economía, y abordar así los ambiciosos proyectos que necesitamos si queremos dejar de ser esclavos de Dormenia, sino que pondrá fin a un estado de injusticias y horror que hemos tolerado durante demasiado tiempo.

En el desierto solo puede existir una voluntad, la harrassiana. Solo puede existir una ley, la harrassiana. Solo puede existir una nación, Harrassia.

Este panfleto llega a las calles, llenando a los partidarios de la política de un fervor patriótico y un abierto odio hacia el Najshet que se traducen en disturbios que afectan negativamente a esta comunidad.

Vrakka intenta escapar y muere tras matar a uno de sus captores debido a tres heridas de espada. Su cuerpo es abandonado en las calles, rociado en vino. No es descubierto hasta pasado el mediodía. Cuando Muffit informa a una consternada Beniz al Rhazzou del descubrimiento del cadáver esta se encierra en su cuarto. Dos nuevos guardias, a los cuales unos espías han chantajeado mediante distintos pagos falsos y testimonios comprados como afiliados al partido opositor, se suman a la seguridad de la casa para compensar la ausencia de Vrakka.

Los asaltantes enviados por Adea Aglazor se hacen pasar por criados enviados por el gobierno.

Día seis

Beniz Al Rhazzou es visitada por dos miembros del partido de la oposición llamados Iaia Mair y Wafez Bimir, que son expulsados de la propiedad por Muffit, quien se disculpa en la vía pública con ellos. Intentan alertar a la política de un atentado inminente, pero sus palabras caen en oídos sordos. Dentro, los dos nuevos guardias se vuelven contra la política, poniendo fin a su vida. Los asesinos enviados por Adea Aglazor son testigos del crimen y plantan cara a los ejecutores, logrando matar a uno de ellos antes de huir.

Muffit es detenido junto al asesino y todo el personal de seguridad. Son arrastrados por una comitiva a dependencias oficiales, donde serán torturados buscando una confesión. El agente Aglazor informa a Adea de lo sucedido y este, contento, visita al presidente del gobierno para chantajearle.

Día siete

Muffit confiesa, bajo la amenaza de ver incriminada al resto de su familia, el asesinato de la política y suelta los nombres de distintos políticos opositores (así como funcionarios molestos, dos militares y un miembro prescindible del propio partido del gobierno). Es adecentado y conducido hacia un lugar público en el que repite su confesión ante un juez y cientos de ciudadanos de Harrassia. Se repiten los disturbios de días antes y esta vez varias propiedades de opositores son asaltadas, tanto por civiles como por agentes del gobierno.

Adea Aglazor logra una importante concesión por parte del gobierno que repercute en sus finanzas y una secreta humillación del presidente.

Día ocho

Una manifestación en memoria de Beniz Al Rhazzou tiene lugar delante de la sede del gobierno, en ella el presidente y varios ministros hablan compungidamente de la política. Se declara la intención de realizar algunos “de los agudos aportes que ha hecho a la mejoría del Estado y la nación” que realmente quedarán en nada. Se realiza un funeral de Estado, siendo la tumba de la finada convertida en lugar de peregrinaje. Los apoyos al partido del gobierno alcanzan máximos.

Muffit se quita la vida en su celda. El resto de los acusados son encarcelados 12 años tras un teatro en forma de juicio.

Esa misma noche los najshet roban del cuerpo de Beniz Al Rhazzou las joyas que portaba.

Intervenciones de los personajes

Este escenario es completamente abierto, y su grandeza consiste en que los personajes tienen que hacer un plan para el que quiera que sea su objetivo. Actuar precipitadamente puede dar al traste con el intento de ejecución o fallar a la hora de proteger a Beniz Al Rhazzou. Además, el tiempo corre en su contra y actuar en el momento adecuado puede ser fundamental; hacerlo demasiado pronto puede implicar que Vrakka se vuelva inseparable, o hacer que Muffit entre en crisis; retrasarse dificultará cualquier labor, y tardar demasiado puede llevar a que la situación sea insalvable.

Hay toda una cantidad de posibles ataques e interacciones con la trama y los personajes:

  • Investigar a los miembros del cuerpo de seguridad: Una vez ha desaparecido Vrakka, los jugadores pueden sospechar de esos dos nuevos guardias que han sido asignados para proteger a Beniz Al Rhazzou. Si lo hacen podrán obtener que estos realmente han sido chantajeados por unos espías y que sus objetivos no son precisamente velar por la seguridad de Beniz.
  • Impedir la captura de Vrakka: Durante el lanzamiento de piedras contra la finca en la que se encuentra Beniz, Vrakka será detenido por unos mercenarios. Los jugadores pueden evitar esta detención dando así un giro bastante pronunciado a la serie de acontecimientos posteriores.
  • Seguir a los hombres que han detenido a Vrakka: Quizá los jugadores sospechen o incluso puede que obtengan algún chivatazo en relación a la extraña detención de Vrakka. Estos pueden actuar en consecuencia e incluso liberarle antes de que llegue a ser encarcelado.
  • Salvar a Vrakka: Una vez Vrakka ha sido detenido, los jugadores podrán recabar información de su paradero y los motivos reales de su detención para realizar una incursión y salvarle de su cautiverio.
  • Matar a los asaltantes najshet: Puede que los jugadores intervengan contra el asalto najshet y acaben con ellos. Quizá así puedan ganarse el favor de Vrakka o incluso de Muffit.
  • Investigar la muerte de Vrakka: El cuerpo de Vrakka aparece en mitad de la calle rociado en vino. Quizá los jugadores puedan seguir las pistas de los motivos reales de su captura y actuar en consecuencia.
  • Investigar a Iaia Mair y Wafez Bimir: Estos dos políticos de la oposición visitan a Beniz con intención de avisarla de un posible atentado contra su persona. Realmente es confusa la posición de estos dos políticos. Los jugadores pueden investigarlos y averiguar algo más de los planes de la oposición con respecto a Beniz.
  • Salvar a Beniz Al Rhazzou de los asesinos: Si los jugadores consiguieran salvar de los dos miembros de seguridad a Beniz o incluso eliminar a los criados infiltrados por Adea, quizá Beniz se sienta en una deuda de vida con ellos y la historia de estos cambie drásticamente.
  • Rescatar a Muffit: Una vez todos los acontecimientos hayan pasado, quizá la única opción de los jugadores sea rescatar a Muffit. Este tiene una actitud depresiva cercana al suicidio, pero quizá con la motivación adecuada de los jugadores decida vengar los hechos acontecidos o simplemente esclarecer todo este asunto ante el pueblo. Es posible que busque activamente a grupos disidentes.

    Personajes

    Beniz Al Rhazzou

    Esta dura y apasionada mujer es una patriota radical, una política con visión de futuro y una respetada pensadora. Entiende perfectamente las razones de su encierro y los peligros que le esperan, pero está convencida de que los riesgos merecen la pena. Su voz suena siempre a las lecciones de una profesora amante de su trabajo y tiene una cualidad que hace que todo el mundo la quiera escuchar. Es alguien que sabe ganarse la lealtad de los suyos.

    Beniz Al Rhazzou tiene 42 años, y aunque antaño se conservaba en buena forma, dos años de vida sedentaria se han cobrado su precio. Tiene una herida en la pierna fruto del primer atentado que sufrió y camina con la ayuda de un bastón. Es poco capaz de defenderse por sí misma, por eso confía en el leal Vrakka. Muffit también se ha ganado su amistad tras un año de charlas.

    Es viuda, pues su marido se mató montando a caballo, y no tiene hijos, aunque trata a Vrakka como uno. Desprecia a los najshet a los que considera repugnantes esclavistas carentes de cualquier tipo de virtud. Cree que el Estado debe dispersarlos, arrebatarles a sus hijos y prohibir cualquier manifestación cultural najshet, así como nacionalizar sus tumbas y convertir de una sentada todos sus tesoros en oro propiedad de la nación. Pese a todo lleva varias joyas najshet, recuerdo de su juventud como polemista. Hacia los dormenios no alberga buenos sentimientos, pero entiende que ante ellos Harrassia está aún en una posición de debilidad.

    Beniz Al Rhazzou
    F1Con0Eva2AlImDaTipo
    A2Cor0Cob2032Cor
    R1Per0Agu5Nivel: 5
    Ciencias teóricas: 3
    Criptografía: 4
    Detección: 4
    Docencia: 4
    Engañar: 5
    Finanzas: 4
    Hípica: 1
    Historia: 4
    Interpretar: 3
    Leyes: 3
    V2Luz2Rec1
    I3Osc2Ini5
    L3Ele1Vid6
    P2SN4Est0
    D2Daga
    E2

    Vrakka

    Este corpulento hombre del desierto lleva casi ocho años siendo la sombra de Beniz Al Rhazzou, haciendo las veces de pupilo, guardaespaldas y amigo. Cree que los harrassianos son un pueblo de necios dirigidos por débiles y que su mentora es la persona más sabia del mundo. No hablará mucho de su pasado, pero si se gana su confianza, por ejemplo apoyándole en la discusión que tiene con Muffit el primer día del quinto mes, podría confesar pertenecer a la tribu del jerbo. Si se le pregunta por ella dirá que ya no existe.

    A sus 30 años Vrakka aparenta mucho menos de lo que realmente es. Hosco pero inteligente, sabe leer, escribir y conoce las cuatro reglas. Beniz Al Rhazzou le ha pagado buenos instructores y sabe usar mejor que bien la enorme maza que siempre porta. Desconfía de Muffit, y en general de todo el mundo, pues cree que tiene dos caras.

    Vrakka
    F4Con1Eva2AlImDaTipo
    A3Cor2Cob8127Con
    R2Per2Agu10Nivel: 6 (5 en combate)
    Artes: 2
    Ciencias teóricas: 1
    Combate a dos manos: 2
    Detección: 3
    Escalada: 3
    Historia: 2
    Manejo de maza: 5
    Rastreo / caza: 3
    Sigilo: 4
    Supervivencia: 3
    Táctica: 1
    V3Luz2Rec2
    I3Osc2Ini7
    L1Ele4Vid9
    P2SN5Est6
    D2Maza pesada
    Protección completa de cuero
    E1

    Muffit ben Jalaj

    Muffit ben Jalaj es el pequeño de una familia de ricos mercaderes vinculados al partido en el gobierno, aunque él nunca ha jugado a la política y es una cuestión que más allá de las elecciones nunca le ha interesado demasiado. A sus 36 años ha logrado una carrera excelsa como carsij y es un soldado respetado tanto por sus mandos como por la tropa. Al igual que Beniz Al Rhazzou, es un patriota, pero a diferencia de ella carece de sentido crítico y obedecerá las órdenes que se le den sin rechistar. O así era hasta que conoció íntimamente a Beniz Al Rhazzou. Las largas charlas a lo largo de los dos años que lleva al cargo de la seguridad de la política están resquebrajando su lealtad hacia el gobierno y sus mandos. Ha llegado incluso a sacar las octavillas escritas por la mujer para ponerla en manos de sus partidarios. Ahora que ha recibido sus órdenes homicidas es una persona dividida entre dos lealtades, entre la que siente hacia su gobierno y la que profesa a su amiga. Haga lo que haga los remordimientos no le dejarán vivir en paz.

    Ben Jalaj es un hombre de buena talla y piel tostada que parece estar siempre de servicio. No tiene mujer, pues espera que su familia le encuentre una pareja apta, y pese a su carácter estricto es un hombre compasivo y comprensivo. Cree que Vrakka es un “maldito salvaje sin modales” y sus disputas son constantes.

    Muffit ben Jalaj
    F3Con2Eva2AlImDaTipo
    A3Cor4Cob8355Per
    R3Per5Agu15Nivel: 6
    Combate con escudo: 1
    Detección: 2
    Engañar: 2
    Finanzas: 2
    Hípica: 5
    Historia: 1
    Leyes: 2
    Manejo de espada: 4
    Manejo de lanza: 4
    Orientación: 2
    Sigilo: 1
    Táctica: 1
    V2Luz2Rec3
    I2Osc2Ini8
    L3Ele3Vid6
    P1SN4Est12
    D2Lanza ligera, Escudo grande
    Armadura de carsij
    E2

    Iaia Mair y Wafez Bimir

    Estos dos jóvenes son activos en auge del partido de la oposición, pero carecen de poder real dentro del mismo. Sospechan de un atentado, y creen que alertando a la política podrán acceder a buenos puestos a modo de recompensa por sus servicios en caso de que alcanzase el poder. Están muy equivocados.

    Iaia Mair y Wafez bImir
    F2Con0Eva3AlImDaTipo
    A2Cor0Cob3050Con
    R1Per0Agu5Nivel: 1
    Detección: 2
    Engañar: 2
    Finanzas: 1
    Historia: 2
    Leyes: 2
    V2Luz1Rec1
    I3Osc1Ini5
    L2Ele2Vid6
    P1SN3Est0
    D1
    E1

    Consecuencias

    Tras la muerte de Beniz Al Rhazzou si esta se produce, el partido del gobierno ganará en aceptación entre los votantes y el resto de la población, dejando al partido de la oposición gravemente herido tras los disturbios en los que sufrirán importantes pérdidas humanas y económicas.

    Si la política sobrevive hasta poder realizar su discurso ante el edificio del gobierno, verá que apenas ha tenido repercusión debido al miedo que existe a la represión gubernamental. Solo unas pocas docenas de simpatizantes se acercarán. Desanimada y ciertamente deprimida se recluirá en su hogar, que será asaltado por tres guardias najshet que darán buena cuenta de ella y Vrakka si nadie lo impide. Si finalmente sobreviven, Beniz dejará la vida pública para siempre... aunque pasará a interesarse por ciertos grupos que reclaman el voto inteligente.

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