Mucha gente ha tenido la ocasión de pasear por los extraños mercados harrassianos, en los que bajo toldos que protegen del asfixiante sol se pueden encontrar puestos de especias y dátiles al lado de tiendas de derivados de cuero, o de bazares donde a uno le consiguen lo que quiera, siempre que pueda pagarlo. Es cierto que esta experiencia es especial y única, pero aún es más rara la que se produce en los emporios comerciales.
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