Hace algo así como dos años y medio, una hermandad que incluía tan solo a media docena de miembros activos se reunió para terminar de trazar un plan para intentar hacer llegar el mundo de Espada Negra fuera de sus fronteras. Recuerdo que en aquella reunión había un experto en redes sociales externo que nos aconsejó toda una serie de ideas para hacerlo bien, ideas que no nos gustaron nada y que no seguimos, y que más tarde reconocí en otros proyectos.
Una cosa curiosa que he encontrado es que todos los expertos de SEO, redes sociales, y todas estas cosas de optimización me han reconocido que esos asuntos son una manipulación de los algoritmos y de las tendencias sociales no les gustan. Y si bien he visto que sus actitudes encajan con ese disgusto, siempre me quedará la duda de si conmigo tienen una cara diferente a la real. Volveré sobre este asunto dentro de algún rato, o no, porque como esto es una autobiografía de dos años escrita como me va saliendo, pues igual paso del tema.
Me acuerdo de mí mismo en esa reunión, hace dos años y medio, que no es tanto tiempo, y siento que tengo diferencias con ese “yo mismo”. A esta edad ya no es algo tan normal, de hecho. Lo normal es que los años estén pasando ya algo rápido y que uno no cambie demasiado. A mí estos años se me han hecho lentos, bastante lentos, y he cambiado, y no todo para mejor.
En aquella época yo escribía novela, escribía mucha novela. Tanta como tres novelas al año, que creo que es bastante especialmente si se tiene en cuenta que simultáneamente participaba en la creación del juego de rol y hacía una buena cantidad de desarrollos informáticos, e incluso tenía pareja. Pienso en ello y casi me parece sorprendente, vista la situación actual. Avanzando los acontecimientos, diré que en 2013 no escribí nada más, en 2014 acabé la novela que tenía a medias, justo al cerrar el CF, y en 2015 no he escrito nada... y ya vamos por la mitad.
Esto es algo muy jodido para mí porque realmente yo me defino mucho por describir. Es en dicha actividad en la que encuentro una paz personal y un equilibrio que entonces me aportaba mucho, y que ahora simplemente no tengo. Alguien podría decirme que simplemente escriba, que se puede sacar tiempo, y si bien es verdad, también son necesarias ciertas condiciones que en esta situación no se cumplen en bloques de tiempo lo suficientemente grandes.
Relacionado con esto está el hecho de que empecé a tener una nueva forma de relación: muchas personas empezaron a leer en este blog. No es mi primer blog, y este ya llevaba un año activo, aunque creo que en el primer periodo solo me leían los robots de google y los miembros de la hermandad... así que supuso un cambio importante. Quizá una parte de mí que escribía novela cambió un poco y se volvió una parte de mí que escribía artículos, lo cual no da unos resultados ni parecidos, pero tiene su propia naturaleza que analizar.
Esto lo digo porque el yo que escribe artículos no es el yo que participa en juegos o el yo que escribe novelas. En serio, es algo muy diferente, una forma de comunicación inmediata y trascendente en sí misma. Y durante este tiempo he progresado como escritor de artículos que me gusta compartir con los lectores por el simple hecho de comunicarme.
No obstante el gran cambio en este asunto me llegó en julio de 2014, cuando escribí el primer artículo realmente personal sobre lo que
significaría para mí un crowdfunding, cuando yo no creía que fuésemos a participar en uno. Aprendí que podría mostrarme vulnerable públicamente y ante desconocidos, y desde entonces no dejé de hacerlo. Rápidamente he encontrado los siguientes:
Hay más, pero estos son unos que sirven de ejemplo de esto que cito. Para mí poder abrirme de esta forma pública significó algo muy nuevo, algo que no estaba en el resto de obras. Bueno, lo está en las novelas, pero mucho más camuflado, mucho más difícil de interpretar. Al escribir públicamente sobre un miedo uno lo reconoce claramente. Es el acto de vulnerabilidad más grande que he podido hacer, porque a partir de ese momento cualquiera puede usarlo en mi contra.
Esto me gusta por dos motivos. El primero es la confianza que se adquiere en algunas de las persona que lo leen, y el segundo, la negación de la importancia del “yo” o de la propia identidad. Es decir, conseguir mediante este desnudo metafórico ser algo más consciente de la escasa importancia de los asuntos que menciono. Es algo que recomiendo y que me ha hecho crecer en direcciones nuevas. O decrecer, según se vea, pero que en cualquier caso ha estado bien.
He tenido la misma dedicación a Espada Negra en todas las fases. Ya estuviéramos corrigiendo, creando, escribiendo, maquetando, financiando, editando o imprimiendo. Más de doce horas al día en las que buscaba acercar la obra a la perfección en cada una de sus facetas. Elegí actuar de esta forma, y lo hice a pesar de que esta dedicación cambió lo que yo mismo significaba en el resto de mi vida, si es que tal cosa existía. Eso modificó para siempre mis relaciones personales y tuvo que ver con el que quizá haya sido el fracaso más grande en una de las relaciones más profundas de mi vida. Honestamente, es difícil mantener una relación si eres, como yo, un cabezón que no puede satisfacer las que quizá sean las exigencias más habituales en una persona occidental. Descubrirlo y asumirlo es algo que aún no he terminado de hacer.
A veces me pregunto si hay un remplazo paradigmático o subconsciente en la relación con los lectores. Es decir, si cada persona que lee los artículos o las novelas, por ejemplo, no está adquiriendo una relación conmigo que también está dotada de cierta intimidad. Esto no es comparable a una situación de pareja, claro, no tiene nada que ver, pero aún así en algunos casos (no digo todos) se establece algún tipo de vínculo que para mí es difícil de escribir. Claro que no es amor, pero tampoco es nada.
Pero, ¿qué defectos? No toda la relación con los lectores (y aledaños) fue buena. Hubo hostias. Dialécticas, por fortuna, pero auténticos “flame” en los que dije lo que opinaba y lo defendí dijera lo que dijera la crítica. Y no me gusta participar en “flame”, pero me gusta aún menos tolerar lo que no quiero tolerar.
Esto nos pasó prácticamente desde el primer día en el que movimos el juego de rol con más buenas intenciones que buenos métodos, y con unos medios limitados, nada más que un juego con sus ilustraciones y su web. Y ya entonces recibimos unas críticas muy duras que a fecha de hoy siguen doliéndome y me siguen pareciendo injustificadas.
Quizá el flame para mí más gordo fue en aquella ocasión en la que los de Walhalla nos atacaron de una forma muy fea. Lo señalaría directamente, pero ellos han borrado sus cuentas y sus mensajes (algo que me parece mal, MAL). Para mí fue muy evidente que nuestras formas de obrar son totalmente diferentes e incompatibles, y que precisamente utilizaron los métodos de los que hablaba en el segundo párrafo y que nosotros rechazamos de plano.
Hubo más, muchos más. No me gustan, pero me gusta menos dejar pasar según qué actitudes, y si el precio a pagar por defender lo que creo correcto es que las personas crean que soy problemático, yo estoy dispuesto a quemarlo todo en el fuego de sacrificio, porque a mí decidir por eso me parece un criterio de decisión muy malo. Ahora, si me voy a hacer quemaduras, ya que estoy quemaré otras cosas.
En verdad sé, o por lo menos creo saber, que las cosas no son tan extremas, y que aunque en el momento un “flame” pueda ser muy violento e importante, con el paso del tiempo todos son globos que se lleva el viento, incluso con los propios participantes. Yo tengo voluntad de avanzar, pero procuro no olvidar lo ocurrido.
La publicación del juego de rol ha sido un cúmulo de retrasos uno detrás de otro, y eso no me ha gustado. No voy a señalar a ninguna parte, porque todas hemos tenido lo nuestro, y aprendido lo que hay que aprender, y no tengo ninguna intención de acumular rencores contra aquellos que precisamente han sido nuestros aliados. Dos años y cuarto ha supuesto esto de publicar el juego de rol (con el juego ya casi listo en 2013), un ritmo lento que no quiero repetir en otros proyectos porque Espada Negra tiene que avanzar más rápido o la muerte vendrá a por nosotros antes de haber hecho todo lo que tenemos que hacer.
De hecho, esto de publicar en papel no estaba exactamente en nuestros planes desde el principio. Lo contemplábamos, claro, pero solo como una posibilidad que no tenía por qué cumplirse. Nosotros queríamos que Espada Negra se jugase, y lo pusimos a libre disposición. Fue la tendencia social la que nos reclamó su publicación física, primero de mano de la editorial “masquemódulos”, luego de los propios lectores, y finalmente de los participantes del crowdfunding.
A lo largo de estos dos años y cuarto he conocido a muchísimas personas en el seno de más de veinte jornadas (en realidad bastantes más...) a lo largo y ancho de todo el país, incluyendo a una buena parte de los autores de rol españoles. También he participado en debates por escrito y en vídeoconferencia, y he observado que todos nosotros tenemos formas muy diferentes de hacer las cosas, y también creo que no somos del todo tolerantes con cómo las hacen los demás. Pediría una tendencia a la tolerancia, pero claro, ¿quién soy yo para decirlo? De todas formas ni siquiera lo digo por la comunidad, sino por ellos mismos. Yo no ando mal batallando, parece que no me canso...
Recuerdo muchos momentos de estos dos años y cuarto. Recuerdo mucho sufrimiento, porque han sido unos años complicados, pero también recuerdo mucho trabajo. Desde los “asaltos” por foros y redes sociales del principio mientras seguíamos puliendo errores, las dos grandes correcciones de la beta (armaduras y poderes) con sus sendas reuniones de trabajo... el programa de correctores, hacer las columnas de la maquetación (que ahora también están en la web). Corregir, corregir, corregir más...
También tengo el recuerdo de la hermandad creciendo y asistiendo a todo tipo de actividades, incluyendo reuniones, partidas del juego de mesa, del juego de rol (de eso se trata, ¿no?), y por supuesto haciendo infinidad de tareas que podíamos sacar adelante sin recurrir al siempre más caro personal externo. Me acuerdo de corregir por teléfono con el hermano Guthor, de hacer el mapa con la hermana Valiak, de ir a las jornadas del hermano Guillermo, de los estudios estadísticos del hermano Koldraj, de las aventuras del hermano Senshi, de la entusiasta inmersión de la hermana Lorena, de las noches de ansiedad en las que el hermano Crom me intentaba animar, de las mañanas de insomnio en las que el hermano Javi Solo me saludaba, del impresionante examen de conocimientos que superó el hermano Ajkum, de las solicitudes de material del hermano Ludrix antes de dirigir Espada Negra en las jornadas del este, del esforzado cuidado de la hermana Aileen, de las sutiles ironías del hermano Vorvek, de la siempre amable disposición del hermano Aker, de las infinitas correcciones con el hermano Siul y el hermano Sigeiror. ¡Eh, hermanos, lo conseguimos!
Y un día nos llamaron de la imprenta para decirnos que ya estaba, que fuésemos a por el material. Y fuimos y lo vimos, y no lo asumimos en ese momento. Estábamos preocupados con los asuntos de trabajo operativo, como siempre, y nos llevamos las cajas, y ya con más calma abrimos una, y tranquilamente observamos el resultado.
No voy a hablar de cómo está, ni de las sensaciones al cogerlo. Eso lo harán los mecenas, si quieren, cuando les llegue. Yo, por mi parte, elegí el manual dañado de la caja que se cayó, y me lo quedé. Yo personalmente me he hecho mucho daño para conseguir sacar todo esto adelante, y ese manual estaba dañado como yo. Después lo dañé aún más al someterlo a diversas pruebas de resistencia para quedar convencido de que todo había salido bien. Él me hizo daño, yo le hice daño.
Hubo un tiempo en el que pensé que no llegaría a verlo publicado, que me moriría antes, como muchos escritores que han fallecido antes de ver el resultado del trabajo en el que participaron. En cierto sentido creo que esto es verdad, hubo una parte de mí que se quedó ya atrás para siempre, y queda una parte de mí, ya herida para siempre.
Pero que nadie tema. Incluso herido pienso seguir sacudiendo buenos golpes.
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