Hay días en los que tengo que sacudir al saco hasta sangrar por los nudillos, echar sal en las heridas para que escuezan, y después poner la música bien alta, una música bien ruidosa, alienante, industrial y cerrar los ojos, y que no haya nada, nada consciente aquí dentro. Para desaparecer, morirme un rato.
El motivo de que me someta a este ritual de la eliminación de mí mismo es que durante el día de hoy me he convertido en algo que no me gusta ser, un sujeto enfadado por mis colisiones con otra persona que me difama con falacias y me manda callar con burlas infantiles. Me cabreo, y me decepciono a mí mismo porque me cabree y que me importe.
Debería darme igual el pensamiento o actitud de este sujeto en tanto que obviamente no le doy ningún crédito. Hasta debería darme igual las personas que compartan su actitud de forma activa o silenciosa. Si en mi opinión de lo que es bueno y es malo estoy en minoría o incluso soledad, debería aceptarlo. Resignarme.
¿O no? ¿Acaso es esta forma de hervirme la sangre un molino social que levanta la paja y posa el grano, por poco que este sea? ¿Hay escondido en este malestar una fuerza que haya producido un efecto positivo en forma de reflexión? ¿O acaso, al contrario, las voluntades están todas absolutamente asentadas, todos tenemos ya nuestra opinión, y mis contribuciones no van a cambiar nada?
Creo que una gran parte de este malestar del que quiero escapar surgen de la actitud e insultos del citado sujeto, pero también creo que hay algo más. En primer lugar está la falacia en sí misma: muchas veces he señalado que cuando se crea con una intención puramente capitalista, el espíritu artístico, expresivo, creativo y emotivo se ven muy reducidos, o incluso cancelados. De esta observación, que surge de mi más genuina decepción con el modelo existente, mis enemigos sacan conclusiones falsas para atacarme, como que yo digo que los creadores no deben cobrar de sus obras, o que si se vende una copia de una obra esta deja de ser arte. Creo que cualquier persona madura sin intenciones de difamar entiende que hay todo un universo entre ambas afirmaciones.
La segunda parte de mi frustración viene determinada por la cuestión de fondo, la forma de pensar enferma en mi opinión, y representada en este caso por el sujeto mencionado. Esta forma de pensar en la que al crear no se busca expresar una manifestación de la actividad humana mediante una expresión personal, sino llenar un triste nicho de mercado.
Muchas veces estos defensores del capitalismo dicen que una sociedad que no paga a sus autores es una sociedad sin arte. Bueno, yo creo que una sociedad en la que los autores estén tan preocupados por monetizar lo que hacen es una sociedad sin arte. ¿Y a donde nos lleva esto? A que el espacio de debate sea hablar de cómo redactar un curriculum de un juego de rol todavía no escrito para llevárselo a una editorial. Qué bien, aleluya, benditos los que han aceptado el capitalismo porque ellos podrán cobrar su dinero e irse a casa tranquilos con la sensación de que son unos tíos de puta madre.
Así que puede llegar el sujeto en cuestión y soltar la siguiente frase. Y no pasa nada.
“
Espera… ¿y si no lo tienes terminado el libro? Muchos autores piensan (yo entre ellos) que para qué cojones van a trabajar en un libro si no tienen vistas de publicarlo. Robin D. Laws no escribe su juego y luego se pone a buscar financiación, eso sería trabajar en vano. “
De verdad, que es deprimente. Y en una sociedad que se supone que es de creadores, se puede soltar este pedazo de basura deprimente y rodearlo de otras finezas similares, que no pasa nada.
Y de eso va a ir el debate. De lo que es trabajar o no en vano. De cómo te va a publicar una editorial tu obra (ningún criterio artístico, ojo), o de cómo publicar un crowdfunding. De cómo ganar dinero.
Y en definitiva es por eso por lo que pego al saco hasta que me sangran los nudillos, es por lo que les echo sal, es por lo que pongo una música demasiado ruidosa demasiado alta, porque así durante un momento no estoy en el mismo mundo que Álvaro Loman.
Y me gustaría encontrar otros debates que hablaran más de expresar, transmitir, del arte y de las emociones, pero el asunto es cómo llegar a una editorial o como montar un crowdfunding.
Me gustaría hablar de si un párrafo transmite lo que tiene que transmitir, o lo que los autores han sentido al redactar una introducción que transmitiera lo que tenían dentro de las tripas. Me gustaría hablar de que tengo tanto miedo a que Espada Negra no guste a los lectores como a que sí guste, y que las presiones (comerciales o no) afecten a las siguientes obras. Me gustaría hablar de la satisfacción que surge entre colaboradores creativos cuando se consigue un enlace y el resultado es mucho mejor de lo que habrían conseguido por separado. Me gustaría hablar de la sensación de desnudarse y mostrar vulnerabilidad ante desconocidos. Me gustaría hablar de lo que significa poner todo lo que tienes dentro en un trozo de papel que seguramente va a seguir en este mundo mucho más que tú, aunque quizá no mucho más.
Sé que este texto va a despertar la hilaridad de aquellos que opinan de forma diferente a mí. Sé que se van a reír de mí, que me van a llamar débil, que me van a humillar. Me parece bien que me humillen. Me confirma en mis diferencias. Me hace sentir muy lejos de Álvaro Loman.
Solo me apena pensar que quizá esta sea la última vez que trate estos asuntos en esta comunidad que en otros ámbitos me ha dado tanto.
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