No es solo que hubiera dieciséis participantes (aunque según cierta contabilidad más bien fuimos diecisiete). También fue grande en muchas otras dimensiones que no voy a saber explicar. Todo el mundo sabía que iban a ocurrir acontecimientos únicos, y para vivirlos y ayudar, se desplazaron hermanos de muchos lugares de España.
La partida tuvo muchos aspectos impresionantes. Muchas personas cooperando por sacar adelante un objetivo en un espacio ya pequeño, sin protestar en absoluto. Un sentimiento de hermandad muy evidente que llenaba el aire y del que quizá otros puedan hablar mejor que yo, porque en este caso mi personalidad estaba un tanto invadida por conceptos que quiero compartir en este texto.
Todos sabíamos que la partida iba a ser algo muy especial pues la planificación había sido muy explícita. El evento en cuestión había comenzado dos años y medio atrás, aproximadamente, y había llevado a una planificación muy evidente. Simplemente pensar en acometer esta misión llevó a los jugadores a un reto secundario en el que participaron trece jugadores. Hicieron falta tres partidas de preparación para tratar los detalles de cómo los personajes afrontaban el reto.
Esto me dejó personalmente con una cantidad de trabajo bastante importante, y no por las tres partidas que me llevaron su debida preparación y ejecución, sino por lo relativo a la partida definitiva: todos los pensamientos que había ido concentrando en estos dos años y medio habían de cristalizar en algo adecuado. Esto me llevó un gran esfuerzo que empezó hace un mes, y que se complicó hasta un extremo extremadamente absorbente durante las dos últimas semanas.
Todo esto tuvo muchas tareas. Un emplazamiento con más de cincuenta salas, criaturas nunca antes aparecidas con un cariz único, personajes implicados con una gran trascendencia, un preámbulo que en sí mismo desafiaba las normas del tiempo, y un millón de situaciones que había que plantear. Esto llevó a compendiar un total de más de treinta y cinco folios de texto ciertamente sofisticados. Puedo decir sin equivocarme que he escrito novelas que me han costado menos esfuerzo.
Quizá uno de los aspectos más conflictivos fue relativo a uno de los personajes. Esto me llevó mucho a pensar como él, sentir como él, y actuar como él. Y creo que me obsesioné demasiado con ello. Quizá demasiado, como apreciaron los jugadores, pues por momentos ciertos aspectos de mi personalidad se han visto confundidos. ¿Es algo positivo? No lo sé, pero ha sido tan increíble que no ahora no querría no haberlo vivido.
Creo que esta ha sido la partida más grande que he creado en mi vida. Dudo mucho que vuelva a tener este nivel en el futuro, lo cual en cierto sentido me apena. Tengo la sensación de que voy a echar de menos esa tarde y noche del doce de diciembre de dos mil quince en la que tuve dentro de mí algo absolutamente inesperado e inexplicable que generó el debate más grande sobre el significado de la confianza y la dignidad hermanada.
Pero creo que sigue dentro de mí. Creo que seguirá para siempre.
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