Como no podía ser de otra forma, aquí llegan mi reseña de las jornadas más famosas de la comunidad de Madrid, que se celebran en el pueblo de Alcorcón, las “
Ludo ergo sum”. La hermandad estuvo ahí con un número variable de participantes, y yo tuve mi experiencia particular que paso a relatar, como es habitual en mí.
Lo que hicimos
Una vez más había muchos hermanos en el lugar, así que solo puedo hablar de lo que hice yo y de lo que percibí de los demás miembros del grupo.
En este caso la logística era simple, puesto que las jornadas ocurren en la comunidad autónoma en la que habito, aunque había de recorrer sesenta kilómetros cada día con sus pequeñas paradas. En total tres veces ir y tres veces volver, y siempre con mucho cuidado con la alimentación, que no está el bolsillo para grandes gastos ni la salud para grandes excesos.
Nuestra andadura comenzó el viernes por la tarde, donde ya teníamos una partida organizada. En esta partida se apuntaron seis personas en menos de diez minutos, y no era para menos, porque había ya centenares de personas interesándose por todo tipo de actividades. Esta primera partida la dirigió el hermano Senshi, y vista la atención que tenían las jugadores, debió de ser muy interesante.
Esta partida para mí como difusor de un juego fue muy importante. ¿Por qué? Pues porque para mí hay dos tipos de jugadores tradicionalmente en las jornadas: los que conozco de las redes sociales, y los que se apuntan in situ sin conocer Espada Negra de antes. Esta se llenó de un grupo no muy conocido para mí: personas que conocen Espada Negra pero no de las redes sociales, y que tienen interés.
Yo acabé organizando una partida pirata adicional en la que jugamos semillas de eternidad. Fue muy divertida, aunque los personajes de los jugadores fracasaron completamente en sus intenciones de hacerse con esa antigua reliquia. Creo que salieron contentos, en cualquier caso.
Tras cenar con diversos miembros de la comunidad, nos volvimos al lugar de descanso al que llegamos a las tres de la mañana. Había que levantarse poco pasadas las ocho, así que había que dormir rápido.
El segundo día fue si cabe mejor que el primero. Por la mañana el hermano Guthor dirigió una partida que queremos publicar como autojugable, “Escape de la mina”, en cuya ejecución yo ayudé para que el combate fuera fluido. Los personajes de los jugadores recorrieron el terrible lugar y no salieron mal parados. Quiero decir, no todos.
Este día contamos con una apreciable cantidad de hermanos que participaron en otras actividades, como demostraciones del juego de mesa que también resultaron bastante positivas, desde mi punto de vista.
Por la tarde teníamos el evento estrella del día, el torneo de gladiadores que ya había anunciado días atrás. En este evento se jugaba sin “interpretación” (aunque algo hubo), pues los jugadores manejaban a un gladiador que iba participando en combates contra otros jugadores. Para mí esta era una prueba de fuego tanto del sistema, que tenía que garantizar un “Player vs. player” interesante, como de la asistencia, que quería nutrida. Finalmente contamos con doce guerreros que se jugaron el honor en esta reñida contienda con premios.
En realidad yo ya sabía que el sistema lo iba a aguantar sobradamente, por lo que una vez realizadas las fichas, todo fue sobre ruedas, tanto en ritmo como en interés. Los jugadores tenían un rango sorprenden te de conocimiento del juego, desde un jugador que no sabía nada, a un veterano creador del mismo. Se jugaron combates a uno contra uno, dos contra dos, tres contra tres, y una final espectacular a tres contra tres. Como resultado la hermana Aileen se alzó como vencedora, y repartimos premios entre los participantes que no venían de la hermandad.
Salí con el ánimo muy alto de esta actividad. Cenamos con veinticinco roleros en el propio Alcorcón, y nos volvimos otra vez a dormir, ¡otra vez a las tres de la mañana! Cinco horas después otra vez en pie, y hacia las jornadas.
Me lo tomé con calma y pensé que no pasaría nada por llegar algo tarde, ya que las colas de inscripción son enormes, pero finalmente llegué en el límite para empezar mi partida matutina, con el hermano Guthor dándome un aviso por teléfono.
De nuevo jugué el escape de la mina, con personaje generados en el momento. A mí me resultó la partida más sufrida puesto que estaba sufriendo mucho de la voz. Tengo el problema de que estoy perdiendo audición, y me creo que no me oyen, así que acabo hablando demasiado alto, y me hago daño a mí mismo.
Mientras tanto se celebró otra partida pirata, en esta ocasión celebrada por el hermano Senshi, que es en realidad infatigable, como buen hermano. Con esto ya llevábamos seis partidas de Espada Negra con llenazo.
Comí en el lugar con buenos amigos, jugué algunas partidas del juego de mesa, y me preparé para mi partida de la tarde, la séptima del fin de semana. Ya había menos jugadores, y por primera vez tuve una partida con solo cuatro, con lo que pude desarrollar el ambiente mucho más íntimo necesario para jugar “
El arte de la muerte”. Y pese al ruido, ocurrió la magia y la poderosa trama de esta partida (creo que la mejor que he escrito y jugado como Creador hasta el momento) consiguió sorprender a los jugadores, especialmente en el momento álgido que fluyó gracias a Carlos “Variable”. Fue genial poder darme este “placer”, y me dejó un buen sabor de boca. Me consta que los jugadores se divirtieron mucho, y lo más notable de todo es que no hubo ni un solo combate, lo que me servirá para establecer mis conclusiones finales, pero antes…
Valoración como jugador
¡Ups! No pude jugar a nada más que a Espada Negra, pero sí recibí muchos mensajes que me hablaron de las colas como algo muy negativo. Creo que este es un aspecto que la organización tiene que cuidar de cara a mantener alto su prestigio.
Y como siempre, muchísimo ruido, lo que acaba con la salud de mi aparato fonador. Pero es lo que hay en estas jornadas en polideportivo.
Sin duda debo mencionar que uno de los aspectos más positivos de las “Ludo Ergo Sum” son encontrarse con un montón de gente de todas partes. Para mí fue una alegría juntarme con una gran cantidad de personas que simplemente no puedo mencionar porque era tan grande que se llenaría el artículo solo de esto. ¡Mi afectuosa salutación a todos!
Valoración como creador
Tengo una sensación totalmente agridulce con estas jornadas. Por una parte suponen una oportunidad magnífica para que los jugadores conozcan lo que hacemos, pero por otra no tenemos las posibilidades que sí tenemos en otras jornadas.
Pudimos poner nuestras grandes lonas.
Con la organización me pasa algo parecido. Algunos son personas increíblemente entregadas que cooperan en todo momento, y estoy especialmente agradecido a Meroka, como siempre, y a Daniel, que fueron especialmente permisivos en los asuntos que les fui solicitando. Otros organizadores aportaban la palada de cal y me regañaban por cosas que me parecían peregrinas, me hacían perder el tiempo, o directamente se burlaban de mí. En fin, menos mal que no tengo demasiada dignidad.
Leve análisis de los hábitos de juego
Ya saben sus mercedes los excelentes lectores que yo me prodigo por muchas jornadas y realizo mi análisis personal que luego comparto en este espacio. Una vez más pido que no se tomen como que creo que cuento con la verdad, sino como un ejercicio de reflexión en voz alta.
Creo que en las “Ludo Ergo Sum” había un público totalmente plural, desde los muy conocidos roleros del “Guguel plus” a toda suerte de jugadores más “autóctonos” de la capital. Muchas personas nos conocían personalmente (y nosotros los conocíamos también), otros conocían nuestra web, y un buen montón no sabría nada de nosotros.
En las “Ludo Ergo Sum” estamos una gran cantidad de autores con los que se puede contactar, hablar y jugar. Allá donde uno mire la vista se pierde entre una ingente cantidad de estandartes con ilustraciones y logos del ambiente de cada uno.
Una reflexión personal
Dejo en este caso una reflexión adicional para el final, de algo que quería decir y que quizá sea un poco inapropiada, pero que sin duda está en mi pensamiento de una forma totalmente clara.
No me gustan del todo las jornadas como las “Ludo Ergo Sum”. Está claro que uno habla con un montón de gente, y se lo pasa fenomenal, pero como creador siempre tengo una sensación de que no me rentan. Bueno, uno va y organiza sus partidas, claro, pero no tengo una facilidad para poder poner el juego de Espada Negra a disposición de los jugadores más allá de enviarlos a las propias tiendas, y al no poder disponer de un espacio permanente se dificultan las actividades que en otras jornadas realizamos con total facilidad. Evidentemente no vamos a hacernos con un stand al completo con “lo poquito que somos”, pero ya vamos teniendo un tamaño en el que sin duda nos vendría mejor un poco de visibilidad adicional. Llenamos siete partidas a lo largo del fin de semana, una de ellas con doce jugadores, de alguna forma creo que se justifica.
Y ahí viene mi lectura personal, por la que seguramente siga yendo a estas jornadas año tras año, aunque tenga la sensación de que no son todo lo productivas que me gustaría. Siempre está aparte el criterio de encontrarme con la gente, pero para eso no hace falta organizar actividades, claro, y podría estar mucho más tranquilo y relajado haciendo otras cosas.
Espada Negra ha demostrado su madurez. En primer lugar una madurez en su relación con los jugadores, al tener tantos llenazos de personas interesadas, y en segundo una madurez como sistema que yo ya conocía, pero que tenía que demostrarse ante jugadores objetivos.
El sábado jugamos una partida absolutamente ludista, sin nada de narración, con doce jugadores que competían entre ellos en el estilo “Player vs. player” más puro, sin nada de interpretación (0% interpretación, 100% inmersión) ni mediación de un máster. El resultado fue totalmente positivo, y demuestra, en este caso ese componente ludista del juego en cuya profunda estrategia los jugadores pueden perderse una y otra vez para hacerse valer por encima de criaturas manejadas por el Creador, o de otros jugadores.
Y este torneo, lejos de ser exclusivo de los veteranos afianzados en el sistema, estuvo también a la disposición de jugadores totalmente novatos que no sabían nada de nada ni del sistema ni del ambiente, y jugaron todo el torneo sin retirarse y con mucho interés, demostrando que el sistema cumple con el paradigma de simpleza a la vez que lo hace con el de profundidad estratégica. Para mí esto siempre ha sido el reto del sistema.
Además de esta partida ya había realizado otras de "dungeoneo", pero me quedaba cerrar el día con algo distinto. Tener la oportunidad de dirigir “El arte de la muerte” en toda su grandeza, con una resolución dramática pero objetiva fue como quitarse una espina, como beber un gran vaso de agua después de correr. Fue un momento que había estado soñando desde hacía años, y que fue posible gracias a mucho trabajo, a unos jugadores magníficos, y a las todopoderosas jornadas “Ludo Ergo Sum”: demostrar la grandeza de este juego y su ambiente en sus cualidades más paradigmáticas: la capacidad
narrativa, la capacidad
ludista, y la capacidad de
simpleza o accesibilidad de las reglas.
Así que quiero aprovechar para agradecer y saludar a todo el mundo por esta oportunidad que creo que para mí ha supuesto un antes y un después como creador. Y sin duda envío un saludo especial a Rubén Saldaña, que es un tío genial al que espero ver más en estas y otras lides.
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