Se trata de los representantes regionales del gobierno eridio en las distintas comunidades.
El libro de la fundadora no reconoce la necesidad de unos gobernantes regionales, seguramente debido a que en la primera fase del Orden, la estructura social era mantenida por religiosos fieles. No obstante, tras la decisión del gobierno de retirar todo el dinero del pueblo, se mostró la necesidad de controlar la economía local personalmente, y con ese objetivo se creó la figura de los Ádartos.
Los Ádartos tienen el deber de gestionar todos los recursos locales de la clase de los productores. Es, a todas luces un gobernador local con responsabilidad únicamente ante el gobierno. Las funciones reconocidas son las siguientes:
Producción: El Ádartos de cada región tiene la obligación de recaudar todos y cada uno de los bienes producidos y procesar su almacenamiento de forma eficiente en los almacenes del estado.
Reparto: El Ádartos tiene la obligación de repartir los bienes con los que cuenta ante la población con equidad y responsabilidad basándose en los criterios establecidos en el libro del Orden.
Contabilidad: El Ádartos presenta una contabilidad estacional al gobierno en función a la capacidad creada, y otorga una cantidad establecida por este en función a la riqueza de la zona. Esta contabilidad está de hecho proyectada de antemano, y el Ádartos tiene que esforzarse en que la cantidad de recursos que envía son los adecuados. De esta forma una región con fuerte capacidad agrícola enviará más grano, mientras que otra con tendencia a la manufactura puede tener las exigencias basadas en bienes como carros, platos o armas.
Justicia: Los Ádartos deben mediar en todos los conflictos internos que se produzcan en su zona. Sus arbitrajes no cuentan con el valor de una resolución judicial del congreso, por lo que cualquier parte puede recurrir al gobierno central. No obstante este exige la presencia de todos los implicados así como de un informe de los motivos de la decisión del Ádartos que suele ser tenido muy en cuenta. Sea por este motivo, o por el reconocimiento del pueblo a la tarea de los Ádartos, las cuestiones que llegan al congreso suelen ser pocas.
Mantenimiento: Los Ádartos tienen la responsabilidad de mantener en buen estado todas las dependencias y servicios estatales, incluyendo los hornos públicos, los almacenes, las calzadas, el servicio de correos, y los edificios oficiales. También supervisa todas las acciones estatales, incluyendo la educación.
Ejercicio civil: Los Ádartos son las personas competentes para ejercer como testigos oficiales del estado en nacimientos, defunciones, traslados y desapariciones. Son las únicas personas que pueden modificar el registro. También son necesarios en las bodas y divorcios, al menos como testigo, pero si es necesario, también como sacerdote.
Orientación: Los Ádartos tienen la obligación de ilustrar a los jóvenes sobre los distintos destinos que puede ofrecer el Orden. En este sentido son un complemente muy socorrido del sistema educativo, y su presencia en las escuelas es normal.
Los ádartos tienen, no obstante, otra serie de deberes comunes que no están en su lista oficial, pero que ejercen de forma natural como gobernadores regionales. Colaboran directamente con el personal militar en caso de ser necesario, y ejercen de anfitriones en los viajes oficiales de Ádartos de otras regiones y políticos. Como depositarios de los recursos locales, también tienen que tomar decisiones de emergencia equilibradas. En estos casos las competencias no están del todo bien definidas.
Debido a la importancia del puesto, los Ádartos son elegidos personalmente por el congreso entre personas capaces y de confianza. Las dos mayores fuentes son los propios aprendices de los políticos que libremente acepten el cargo, personal militar retirado o innecesario en su función, y los propios subordinados veteranos de Ádartos.
El perfil necesario para ejercer como Ádartos es complejo. Es necesaria una personalidad que pueda soportar la tensión, tiene que ser férreo en el liderazgo, ecuánime en la resolución de disputas. Tiene que ser muy observador y tener una mentalidad abierta, pero también tiene que ser ordenado, capaz, y tener buen talento con las cuentas. Por todo ello es complejo encontrar personas capacitadas, por lo que cuando se encuentran, el congreso no suele tener en cuenta si es militar o candidato a político.
Es muy raro que el Ádartos de una zona sea natal de la misma, y de hecho los Ádartos suelen ser reubicados con cierta frecuencia. Estos cambios los impone el gobierno para un mayor equilibrio, aunque quizá también para evitar la posible corrupción que pudiera surgir de un puesto de tanta responsabilidad.
En ocasiones, no obstante, el Ádartos de una región si puede surgir de los natales de la zona. En estos raros casos suele ocurrir tras la defunción accidental o inesperada del anterior.
Un Ádartos puede recurrir a subordinados para efectuar su trabajo, pero la solicitud debe hacerse ante el gobierno. Aunque puede solicitar personas concretas de la zona, lo normal es dejar que el gobierno envía a la persona que considere adecuada. Pese a la descomunal lista de tareas que debe realizar un Ádartos, se espera que sea organizado y dedicado, por lo que solicitad demasiados subordinados es sin duda el paso previo a ser relevado del puesto. El motivo de nuevo es establecer un criterio sólido de confianza por parte del gobierno, y evitar la aparición de núcleos o familias de mando.