Hermanos Juramentados de la Espada Negra
Recuerdos para el día de mi muerte
29-11-2015 14:58
Por Verion
Nelk sabía que si no estaba vomitando por la borda era porque los nervios de la inminente pelea le tensaban hasta los músculos del estómago, pero el brutal tambalearse del barco amenazaba con mandarlos a todos a la profundidad del mar.

-He nacido para esto. He nacido para esto -se murmuró a sí misma.


Pero conforme fueron acercándose, fue consciente de que el barco que Raskadet pretendía asaltar era, de hecho, demasiado grande para ellos, y que en su interior había una ingente cantidad de hombres. De hecho solo la innegable pericia naval del capitán pirata Najshet propició que la inclinación de los barcos les permitiera entrar no sin dificultades, donde empezaron a combatir en inferioridad numérica. Entre la locura del combate y el tambalear del barco, no paraba de caer gente por la borda, y en esas circunstancias eso equivalía para muchos una muerte casi segura. Pero ella por fin estaba en lo que se le daba bien, y pudo formar un buen frente junto a Dafne, a quien por primera vez veía con una armadura de cuero y Raim Mi, más letal que nunca con una espada de dos puños, cuyo estilo personal sembraba el terror.


Pero el combate no iba en absoluto bien, y también entre los oponentes había hombres armados de gran talento. Ella se dirigió hacia uno especialmente grande que combatía con un martillo de dos manos.


-¡A mí! -le gritó ella.


Pero el que parecía un hombre lento y torpe asestó un golpe de increíble fuerza que le impactó de lleno en el estómago y no la mandó al mar porque pudo agarrarse a una de las cuerdas de abordaje. Sintió un intenso dolor, pero aún no era el momento de rendirse.


-¡A mí! -repitió, para volver a encararlo.


Y en esa ocasión si que consiguió hacer su juego, con tajos de izquierda y derecha que lo obligaban a quedarse a la defensiva, inútil. Lo habría vencido incluso aunque no se hubieran unido Raim Mi y Dafne.


-¡Las cosas no van bien! -señaló esta.


Pero no hubo tiempo de hacer nada. La tormenta sacudió el barco de forma excepcional, y Raim Mi salió despedido sin poder agarrarse. Dafne fue a ayudarlo.
Y Nelk sabía que la batalla no iba bien en absoluto. Aprovechó la confusión para acercarse al puesto del capitán, pero no pudo llegar sin pararse para vomitar, y no por el mareo, sino por el martillazo del hombre grande, que salió con un buen borbotón de sangre.


-Me van a matar en este barco de mierda -se dijo.


Junto al oficial naval había dos guardias. Dos hombres a los que hubiera vencido con facilidad en otras circunstancias, pero sus espadas probaron su carne, y empezó a perder la noción de la distancia a la que estaban sus oponentes, pero tras una serie de golpes fallidos finalmente consiguió imponerse una vez más. Decapitó al capitán, no por placer, sino por hacer evidente que habían vencido el combate. Y se tumbó, porque no podía más.


De aquello habían pasado dos semanas, y aunque se había repuesto de las heridas bastante bien, seguía sintiéndose mal por el resultado del combate.


Habían discutido mucho qué hacer con su parte del botín, pues aunque se lo habían ganado, en realidad no era suyo, sino del Najshet, así que se lo habían llevado a sus contactos lealistas.

-Claro que os los compraremos -había dicho Maca. Es un honor restituir estos bienes que pertenecen a nuestro pueblo.


-Por supuesto, no os pedimos el precio de mercado -explicó Dafne-. Nos gustaría no pediros nada, pero tenemos que financiar algunas cosas.


-Os lo habéis merecido.


Dafne se había convertido en la parte gestora del grupo, lo cual alegraba a Nelk. No solo era algo en lo que no quería pensar, sino que además demostraría a la guardiana como una mujer valiosa ante Kadamu. Si salían vivos de esa, Dafne tenía que casarse para romper con su pasado. Ella no podría romper con su pasado, el precio era demasiado alto.


-¿Nelk? -reclamó Dafne. No había estado escuchando.


-¿Sí? -preguntó.


-Que si te parece bien el trato.


-Claro -respondió ella. No tenía ni idea de cual era el trato.


-¿Estás bien? Quieres hablar…


-¡Deberíais estar entrenando o rezando a los dioses! -criticó-. ¡Tenemos que enfrentarnos con el caminante negro!


-¿Quieres que hagamos una ofrenda? -preguntó Maca.


-Joder, siempre estáis igual -respondió antes de salir al exterior. Pero aunque dio algunas zancadas largas, Maca la siguió y se puso a su lado, silenciosa. Ella se detuvo y la encaró.

-No deberías ir por la calle, es peligroso para ti.

-Nelk, estas calles son seguras para mí. Pero contigo al lado…


-¡Yo no soy invencible, joder! -protestó-. ¿Por qué pensáis que puedo vencerlo a todo? Dejadme en paz.


-¿Por qué no se lo dices a tus amigos?


-Yo no… yo no tengo amigos, Maca. Soy una furia que va a morir muy pronto. La pelea en el circo, la pelea contra los espías, la pelea en el barco… en todas ellas estuve a punto de morir. ¿Y se supone que tenemos que enfrentarnos al caminante negro?


-Sí son tus amigos, Nelk. Y ellos también arriesgan la vida tanto como tú.


-No lo entiendes, Maca. El otro día hablamos con un hombre que se hacía llamar el insignificante, un hombre del caminante. Un hombre al que no le importaba morir con tal de darnos un mensaje. ¿Y sabes? Entre su cien veces maldito mensaje dijo que me estaba esperando a mí, ¡a mí!, ¡¡a mí!! ¡¿Por qué a mí?!


Maca pareció acercarse para abrazarla, pero ella la empujó.


-No, de verdad -le dijo-. No necesito esto. Si quiero enfrentarme a él no quiero hacerlo llevando nada en el corazón. Tengo mucho que aprender de ese hombre insignificante, y no estoy para nada en el camino. Lo último que necesito es tu afecto.


-No sé a donde te lleva este camino, Nelk. Pero si no quieres el afecto de las personas, quizá quieras el de los dioses. Podemos hacer un ritual…


-¿Sabes lo que más me fastidia de todo esto? Que parece que no hemos sorprendido al caminante. Ejecutamos a sus hombres más valiosos y parece que le de igual. Cortamos su financiación y parece que aún así va un paso por delante nuestro.


-Quizá te equivoques. Quizá no esté tan bien como te crees.


-Ya, claro. Quizá tengamos suerte otra vez, ¿no?


-Quizá quieras hablar con los dioses…


-Las runas están echadas, Maca. Yo no soy una persona, soy una furia que los hombres utilizan para librarse de sus problemas hasta que deja de funcionar, y ya está.


-Eres mucho más que eso, Nelk…


-Lo peor es que me gusta -cortó ella-. No voy a luchar contra mi naturaleza, pero si tengo que aceptarla… tengo que ser como un grano de arena del desierto. Tengo que dejarme llevar por el viento y aceptar mi destino sin lástima. Tengo que ser insignificante… y hoy mi camino insignificante me ha traído… al mercado.


-¿Quieres hacer compras? -preguntó Maca.


-Es el primer día de mi vida en el que puedo fingir que soy una persona normal. Sin sangre, sin muerte, sin miedo, sin odio, sin nada. Quiero hacer unas compras normales, ¿es lo que hace la gente, no?


-¿Quieres comprar comida?


-No, comida no…


Recorrieron algunos puestos hasta que creyó ver lo que estaba buscando. Eran unas tallas de madera que representaban animales.


-Se las compro a un artesano de las tribus del desierto -dijo el vendedor-. Cuatrocientos dineros cada una.


-No valen ni cien -opinó Maca.


-El artesano me las deja a doscientos.


-¿Por eso le compras tantas?


-Bueno, me gusta pensar que ayudo a esa gente.


-¿Una comerciante harrassiano?


-Me ofende, señora.


-Pues entonces doscientos y habrá ayudado a las tribus.


-Sí así ha de ser, sea.


Nelk cogió las cuatro que había de hienas.


-¿Esas? -preguntó Maca.


-Sí, estas son perfectas.


-Entiendo que quieras comportarte como una persona normal en el único día que puedas, y que por eso has comprado unas tallas que ni siquiera son de tus dioses, pero… ¿esas hienas? Había otras mucho más bonitas.


-No son para mí -explicó, tranquila-. Son para Dafne, Msrah, Kadhaj y Raim Mi. Si no vuelvo y ellos sí, quiero que se las des para que me recuerden. Una furia no haría eso, partiría hacia su muerte sin pensar en los lazos humanos, pero yo hoy soy una persona casi normal y he comprado estos recuerdos para el día de mi muerte.


Y como siempre, algunas notas a la partida.
  • El acto central de la partida fue la pelea en el barco. Senshi consiguió generar un dinamismo muy agradable con reglas de combate especiales. Metí a Nelk en unos embolados complicados donde la mala suerte dio un resultado bastante triste, pero sus doce puntazos de vida resultaron muy determinantes.
  • Es verdad que siento un poco estos sentimientos con Nelk. Como ficha no es una gran guerrera, pero ha conseguido mantenerse al nivel en una combinación de suerte con peleas bien elegidas. Creo que su destino es oscuro.
  • La próxima partida es el cierre de la campaña, y creo que las cosas van a ir un tanto mal. Yo estoy, como Nelk, en el camino de entender que sus acciones no tienen por qué conducir a su supervivencia.


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