Hermanos Juramentados de la Espada Negra
El coronavirus y yo: día 7
22-3-2020 13:26
Por Verion
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Es fácil aceptar la muerte, lo difícil es aceptarlo para el que se muere.


Lo decía mi madre en sus últimos días en el centro de cuidados paliativos, antes de los cuales estuvo bastante tiempo confinada, no por una pandemia sino por su estado de salud.

Cada día de esta crisis mueren muchas personas, y a lo largo del proceso moriremos muchos más. Se ha decretado un estado de confinamiento obligatorio, y el que lo incumple no solo es un delincuente, sino además un mal ciudadano que debe recibir insultos, y según sugieren personas en muchos comentarios, cárcel y torturas.

Cada año mueren en España más de 400.000 personas. Para entendernos, esto supone más de mil personas al día. Más de la mitad de ellos fallecen de una enfermedad coronaria o de un tumor, y eso son más de quinientos al día, que sigue estando por encima de los muertos por coronavirus en el momento actual.

No pretendo restar importancia a las muertes actuales, sino que, al contrario, pretendo señalar que al igual que ahora se habla de responsabilidad social, también podría aplicarse un principio similar en las otras causas de muerte que no son noticia.

Por ejemplo, la asociación española contra el cáncer estimó que el gasto anual del estado en los enfermos de cáncer es inferior a 20.000 millones. Es imposible establecer números definitivos hasta el “fin” de la crisis, o por lo menos el cierre anual, pero si alcanzáramos las cifras brutas de China (que es un país con treinta veces más población) el cáncer estaría muy por encima de esta epidemia, más de tres veces por encima.

Pero el gasto del estado ha partido de 200.000 millones para esta crisis del coronavirus. Y si acaso llega a ser una causa de muerte tan grande como el cáncer, entonces se gastará muchísimo más.

La OMS determinó que un 30% de los tumores y un 50% del gasto son evitables mediante una prevención mayor, y con unos cambios de hábitos de vida muy sencillos: cero tabaco, cero alcohol y cero obesidad.

Bueno, habrá quien me diga que eso son cuestiones aplicables a la vida a largo plazo y que esto es una crisis momentánea que hay que afrontar como se pueda, pero incluso aunque así sea (y hoy morirán de media 300 personas de tumores y unos 350 de coronavirus), la realidad es que los servicios médicos viven colapsados constantemente. En serio, no se pueden imaginar las listas de espera que mi madre tenía que aguantar cuando ya tenía su enfermedad confirmada, y las que otros viven con y sin epidemias.

Desde este punto de vista, las personas que fuman algo, beben algo o tienen algo de obesidad son tan culpables de obstruir el sistema de sanidad, tanto como el que se va a jugar al mus durante una cuarentena. Esto es tan absurdo que, con los números de la asociación contra el cáncer, si el gobierno entregara un presente a los ciudadanos que no fuman, no beben y no están obesos (en forma de exención de impuestos), todavía ganaría dinero por lo que se ahorraría en tratamientos.

Pero esta es una vía peligrosa de pensamiento. Uno empieza por pensar en medidas que protegen a los ciudadanos uno a uno como parte de un conjunto a costa de sus comodidades y se acaba fatal. ¿Qué será lo próximo? ¿Proponer un sistema de transporte colectivo financiado al cien por cien en los impuestos? ¿Financiar los gastos deportivos de los ciudadanos? ¿Pensar algo en la ecología? ¿Prevenir el cambio climático? ¡COMUNISTA! ¡DICTADOR!

¿Cómo pensar que podemos alcanzar un estado mínimamente mejor cuando la sinrazón es la tendencia operativa ahora en esta crisis, y en todo momento?

Algo antes de que a mi madre le dijeran que le quedaban semanas de vida, salió caminando con debilidad de una prueba, y en la puerta del hospital una enfermera le echó el humo del tabaco en la cara, debajo de un cartel de “prohibido fumar en todo el recinto hospitalario”. Frustrada y enfadada fue a protestar al personal de seguridad que le dijo que “fuera se podía hacer lo que se quisiera”.

Es uno de los motivos por los que yo no aplaudo al personal sanitario. Porque he vivido meses entrando y saliendo de un hospital, y sé muy bien que los hay buenos y malos, listos e idiotas, majos y bordes, pero todos son humanos, y lo que es peor, españoles. Así que en probabilidad… prefiero no aplaudir.

Ojalá esta situación diera a entender que tenemos una crisis sanitaria enquistada originada una crisis social descomunal, y que no se puede tratar los efectos sin solucionar las causas. Aplaudiría, pero al coronavirus.


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