La búsqueda de la marca, parte II
7-2-2016 12:53
Un rol-ato de la campaña en la que participo como jugador. He optado por una aproximación totalmente diferente. No sé si resultará bien o no, y por lo tanto si seguiré con ella o cambiaré de aproximación. Notas al final.
Nelk caminó por las calles de Harrassia intentando dejar que el infesto olor de las tanerías y el evidente ruido de los puestos callejeros distrajese su atención de los muchos hechos que había vivido. No lograba alejar de la mente de la cercana muerte de las dos mujeres a las que había considerado sus madres. Y tampoco consideraba librarse de la sensación de que era algún tipo de idiota, después de que hubiera ido dispuesta a gritar a Msrah que no estaba dispuesta a renunciar a su anhelo, y que se iría a Dormenia dijese, y a este le hubiera parecido simplemente bien.
-Te echaremos de menos, Nelk. A ti y a tus espadas, pero sobre todo a ti.
Ella se había puesto en pie y se había dado la vuelta tragándose todos sus gritos y toda la discusión que había planeado durante el prolongado viaje.
-Deberías echar un ojo a Otboru -le había señalado-. No está bien.
Antes de todo aquello se habían puesto al día, así que ya se imaginaba en qué dirección iban las flechas, y podía comprender que Otboru ciertamente no estuviera en su mejor momento. Aún así le sorprendió encontrarla en el templo de furias, desnuda junto al pozo, temblando de frío mientras que lavaba. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? Pensó en abrazarla, pero eso sería sin duda lo último que ella querría en esa situación. Ni siquiera quería en su propia situación. Simplemente se quedó cerca y esperó a que hablara. Otboru era por lo normal bastante charlatana. Era ella la que solía estar callada, pero en aquella ocasión era evidente que ella tendría que iniciar la conversación.
-Nunca creí que llegara el día en el que no me recibieras con un sonrisa -mencionó al cabo.
-Tenías razón, Nelk -mencionó la furia tatuada.
Ella dudó completamente en qué quería decir la pequeña y muchacha. La que normalmente era una exuberante mujer segura de aspecto perfecto se encogía pálida y llorosa, sin el atractivo del que normalmente parecía tan orgullosa.
-¿En qué? -preguntó.
-En desconfiar de todo el mundo. La gente… es toda odiosa.
-¿Qué te ha pasado? Joder, Otboru, tú estuviste en la torre del caminante negro, te tatúo toda la piel para torturarme a mí, y aún así supiste salir de eso. Te elegí porque eres una persona fuerte.
-Siento decepcionarte -señaló la joven-. Sabes, Nelk, siempre te vi como alguien débil, siempre preocupada por todo y perdida… no me gustabas, quería seducirte para obtener poder.
Nelk sintió que su respiración se agitaba. Tanto si era verdad y la había manipulado como si era falso y estaba buscando que la expulsara, le molestaba esa actitud. Le hubiera gritado y le hubiera dado un bofetón de no ser porque a ella tampoco le gustaba demasiado Otboru. La había elegido porque entendía que tenía que tener una novia, y porque necesitaba alguien para cuidar del pozo mientras no estaba. Ambas tenían lo que se habían buscado, a fin de cuentas: lo suyo era una auténtica relación de conveniencia.
-Cuando yo he estado como tú me ayudaba hablarlo -manifestó cuando se calmó.
-¿A quien?
-Había dos mujeres a las que consideraba mis madres. Maca y Fira.
-¿Y ya no las consideras?
Nelk suspiró.
-No, es que las he matado. Venga, cuéntamelo. Si quieres tómatelo como una orden. Tengo que saber las cosas que pasan por aquí.
-¿Por qué no se lo preguntas a Msrah?
Nelk asintió. Desde luego que ya lo había hecho.
-Digamos que he discutido con él porque me marcho a Dormenia.
-¿Te marchas a Dormenia?
-Tu historia, Otboru -solicitó-. ¿Que pasó?
-Me forzaron.
-¿A ti?
-Sí. No sé por donde empezar…
-Vino Msrah para hablar contigo -propuso ella.
-Sí, me había contado vuestras averiguaciones y que estabais buscando a varios cultistas de Taharda que estuviera haciendo el pacto con fuerzas oscuras. Nuestra primera opción fue buscar en el templo al sumo sacerdote Namir e intentar determinar si era él, para, si no era él, tenerlo de nuestro lado. Así que le preguntamos algunas cosas, y como no estaba muy claro, pues me gané su confianza y me aseguré.
-¿Te ganaste su confianza? -preguntó ella, dubitativa.
-Sí, me la gané.
-¿Y te aseguraste porque sentías que no te mentía? -preguntó, sorprendida.
-No, porque lo vi desnudo y no tenía ninguna vena negra.
-¿Y fue él quien te forzó?
-No, la verdad es que el señor ya no está…
-Ya, entiendo. De todas formas estos sacerdotes traidores no tienen por qué tener las venas negras. Maca no se había manchado a sí misma, sino que lo había hecho con sus subalternos.
-Ya, ya nos dimos cuenta.
-¿Así que sí era él?
-No, no era él. Pero mientras me ganaba su confianza, Msrah y Dafne se reunieron con la más alta instancia, Najshet en persona, para saber si había sacerdotes con comportamiento sospechoso. Así que poco después tuvimos una lista con unos pocos nombres. El propio Namir se comportaba de forma extraña, pero averigüé que es que está enfermo. Como estaba fuera de sospecha pudimos preguntarle sobre el resto. Sharam habitaba en una casa fuera del templo y se comportaba de forma extraña. Aridia tenía una forma de culto señalada como aberrante.
-¿Entre los sacerdotes?
-Sí. Por eso hablamos con ella, y fuimos a un ritual. Durante el trayecto se fueron uniendo más y más acólitos que iban bien tapados. Lo poco que se veía en su rostro era ausencia. Me entró miedo, pensé que nos dirigíamos a una trampa, así que empujé a uno y lo desnudé para ver si tenía venas negras.
-Esa sí que es una buena idea. Esa gente transforma a sus acólitos -afirmó Nelk.
-Pero no era el caso. Lo que ahí había era una manifestación de la gloria de Taharda.
-Como la de Msrah.
-Sí, eso es.
-¿Y entonces siguió todo bien?
-Sí, más o menos. Nos quedó clarísimo que Aridia tenía una devoción sincera por la diosa de la muerte.
-¿Y los demás?
-Había uno… no me acuerdo si Saeed o quién… que resultó ser una persona completamente sumisa y falta de ambición. Lo hicimos desnudarse y vimos que… ¡ya, ya sé que no es buen método!
-No he dicho nada.
-Pero lo has pensado -señaló Otboru.
Nelk habría de reconocer que sin duda lo había pensado, pero también que Otboru parecía algo más relajada.
-¿Y entonces era… Sharam?
-Ahora mismo no está del todo claro. Cuando salimos de… estar con Aridia… me di cuenta de que había un joven merodeando por el lugar. No me gustó, y lo seguí un rato… y entonces fue a hablar con Dafne y Msrah. No recuerdo bien la conversación, pero quedó claro que era un mensajero de nuestro enemigo. Bueno, eso me quedó claro a mí, claro, porque era un barrendero de aspecto pobre. Pero Msrah ya había entendido mucho más que yo, pero no me lo pudo decir. Yo lo seguí hasta una especie de patio donde fue evidente que me había reconocido.
-¿Era él? ¿El barrendero era el cultista? -preguntó ella, sorprendida.
-Como decías, podíamos haberlo desnudado una y cien veces y no habríamos visto nada.
-¿Y fue él quien te forzó?
-Más o menos.
-¿Cómo que más o menos?
-Se detuvo en un patio interior y se dirigió a mí. Me dijo que había cometido un error siguiéndolo, que qué quería. Era evidente que no estaba siendo tan astuta y sigilosa como creía.
-¿Y no te marchaste inmediatamente?
-No, le dije que quería dinero y poder, que podía entregarle a Msrah y Dafne si me daba ambas cosas.
-Qué astuto por tu parte.
-Bueno, era algo que ya teníamos hablado de antemano, no se me habría ocurrido en el sitio. Pero en cualquier caso no me creyó. Y entonces… me querían contagiar y encerrar… y supliqué, y parece que mi súplica lo conmovió, y me dejó con uno de los hombres, y el resto se marcharon a matar a Dafne y Msrah.
-Conozco esa parte. Dicen que lo pasaron bastante mal, aunque no he visto nuevas mellas en la armadura de Dafne, ni está magullada ni nada, así que...
-Sí, eso es.
-Y el guardia te forzó.
-Estaba totalmente aterrada, pero sabía que si sus compañros mataban a Dafne y Msrah volverían y me contagiarían. O que si morían, el guardia me secuestraría o mataría o las dos cosas. Así que…
-Lo sedujiste -concluyó ella.
-Más o menos.
-¿Con cuantos hombres te has acostado este año, Otboru? ¿Llevas la cuenta?
-No.
-¿Qué hace a este tan especial?
-Que mi vida dependía de fingir que me estaba gustando, y atacarlo en un momento de debilidad.
-¿Y era el primero?
-No -reconoció.
-Además, siempre es así -aportó, convencida-. Puede parecer que no, pero en esta vida de mierda todas las peleas son a muerte, todas las conversaciones son batallas. Todo lo que hacemos tiene consecuencias, y cuando estamos tan cerca de oponentes tan peligrosos…
-¿Así es tu vida siempre?
Nelk pensó sobre aquello, pero en realidad lo tenía muy claro.
-Yo no soy capaz de fingir como tú. Pero cambiando las formas, sí. No he dejado de luchar a muerte día tras día desde hace cuatro años. Da igual que lo hagas con la espada, con la palabra o con la entrepierna.
-Supongo que ahora te entiendo.
-Pero lo mataste, ¿no? Matarlos está bien, te hace sentir seguridad otra vez.
-Sí, pero no. Esperé a que estuviera en un momento… bueno, ya sabes.
Nelk había de reconocer que no lo tenía claro. Ni se había acostado nunca con un hombre ni estaba en sus planes hacerlo.
-¿Sí?
-Le clavé una daga bien profunda.
-Bien hecho.
-Y entonces él se convirtió como en… agua pringosa. Y se volvió a convertir en persona un poco más allá… y ahí se arrastró un poco más, y se murió.
-¿Agua pringosa?
-Algo así como miel.
-Pero no es dulce -observó ella.
-No la he probado.
-Y por eso te lavas tanto.
-Sí. Creo que aún lo tengo…
-Te ayudaré.
- No jugué con Nelk, y en general tengo la sensación de que mi personaje favorito está "un pelín" fuera de la campaña. Va teniendo unos objetivos personales muy fuertes que no la alejan del resultado final de la campaña, pero sí de algunos aspectos puntuales. El sistema de seguidores me da algo de flexibilidad a este respecto, pero en este sentido Otboru es un personaje un poco raro. He probado con ella una aproximación totalmente inversa a la de Nelk, y usa la habilidad de seducción de tanto en tanto, cosa que no se ve normalmente. Esto hace que la partida pueda ser un poco rara, pero sin duda no somos muy explícitos en este sentido. Creo que no queda raro. Aún así pienso en potenciar el otro seguidor de Nelk. No lo tengo muy claro. Echo un poco de menos a Suansuah.
- En verdad la parte más importante del asunto la llevaron Msrah y Dafne, que son los personajes de rango luchador (duramente alcanzado). Otboru, como capacitada, es obviamente débil y le pasan cosas como que la pillen al usar sigilo. El combate contra el maldito barrendero Derek fue bastante peligroso y solo la notable capacidad de combate de esos dos personajes salvó la situación. Aunque la pelea que tuvo Nelk fue más dura, Derek probablemente la habría matado con ese "caos total". ¿O no?
- Hablando de lo cual, la historia del maldito barrendero que sabía más que los propios sacerdotes me gustó bastante. A Otboru le cogió por sorpresa, y a mí también, y eso que estoy leyendo una novela en la que pasa algo parecido. Desconfiad de los técnicos de mantenimiento y de los operarios de limpieza, ellos tienen acceso a los lugares más secretos.
- Nelk se va a Dormenia, donde intentará recuperar la copa de Liana. Volverá con la copa, o morirá, no hay más. Estoy haciendo ya planes, pero no lo veo claro, ¿a alguien se le ocurre como afrontar esta dura tarea?
¿Volverá la copa al Najshet?
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