Allá va el siguiente relato basado en una partida de rol. Lo hago a toda leche para que les llegue a los jugadores del domingo (mañana) a los que bien les vendrá esta información.
Una partida llena de descubrimientos y de mucha frustración. Y de
masacres inevitables.
Nelk supo que las cosas no habían ido en absoluto bien cuando se encontró con Msrah, Dafne y Suansuah en el desierto porque estaban acompañados por varios refugiados a los que identificaba como hijos de Sohaila, incluido un último añadido de unos días de vida.
-¿Qué ha pasado? -preguntó ella.
-El templo de Sohaila ha caído -replicó el sacerdote.
-¿Y Sohaila? -quiso saber. Había deseado estar en aquel grupo solo porque quería hablar con ella una vez más.
-Muerta o capturada. Vosotros tampoco tenéis buen aspecto.
Ella miró a Tika y a Raim mi. Era verdad que se habían llevado una buena tunda, y ella había tenido también su ración de golpes, cortes y tortuoso caminar por el desierto.
-Nos encontramos con el ejército que venía al templo.
-Vas a tener que contarme eso.
Nelk hizo memoria para intentar aclararse a sí misma. Había estado demasiado ocupada intentando sobrevivir, como para pensar demasiado en el pasado, cosa que en realidad quería evitar: la sucesión de derrotas le hacía pensar en cosas que no le apetecía revivir.
En realidad, siendo honesta consigo misma todo había empezado cuando Suansua había reclamado su lugar para luchar contra Anahita, la furia más problemática que ella había visto nunca. A Nelk no le había gustado que la hija de Sohaila reclamara su atención de esa forma, así que las había dejado pelear, pero sin su presencia, con el curioso resultado final de que Anahita había derrotado a Suansua, y sus cinco partidarias habían impedido que la matara.
Nelk ya se había marchado para entonces, y después había lamentado hacerlo. Era un duelo a muerte cuyas condiciones no se habían respetado, y sabía que si hubiera acabado al revés nadie habría dado nada por la problemática Anahita, y que Suansua la habría decapitado sin compasión. De hecho si ella hubiese estado en el lugar se habría peleado con las cinco guardianas leales de Suansua. Y como no se le había ocurrido nada mejor, le había exigido a la caprichosa hija de Sohaila que le diera su armadura de cuero a Anahita en compensación por su actitud.
De alguna forma el arreglo había funcionado y se había hecho oficial cierto compromiso en el que ella pasaba a ser la protectora de la furia problemática, arreglo que a ella no le gustaba en absoluto porque Anahita le parecía una imbécil.
Claro que Msrah conocía perfectamente esos hechos. Le habían llevado a poner a cincuenta furias bajo su mando, cosa que ella ni había pedido ni deseaba, pero que en cualquier caso había salido así. Nelk habría querido protestar, incluso querría decirle a Msrah que no volviera a ponerla en esa situación, pero parecía tener problemas mucho más grandes en esos momentos.
-Partimos como dijiste, Tika y sus hombres, las furias y yo, y bailando con muertos para asaltar caravanas, pero no nos encontramos una caravana, sino a un increíble montón de harrassianos a pie y a caballo. Los seguimos por detrás… y bueno, pensamos que no venían a hacer nada bueno, así que hicimos un ataque nocturno.
-Pero os superarían en número -señaló Msrah.
-Por muchísimo. Pero no nos habían visto, y nos pareció una oportunidad única. Nos untamos barro en la piel y nos acercamos sin hacer ruido, y todo habría ido bien… pero nuestras amigas no estaban en su mejor día, así que los guardianes dieron la alarma. Aún así pudimos pelear un poco antes de… bueno, las furias no aguantaron demasiado. Nos capturaron. Suerte que salimos con vida.
-¿Y escapasteis?
La penuria que habían pasado no era de hecho algo que se pudiera resumir de una forma tan simple. A Raim lo habían torturado y lo habían dejado hecho un asco, y Tika parecía estar torturándose a sí misma por la presión de volver a una celda. Caminando atadas detrás de los camellos, ella no se había hecho muchas preguntas, porque sabía que si tenía tiempo de responsabilizarse a sí misma de la derrota y de las furias caídas, no saldrían de ahí. Había huido de esos pensamientos.
Además, los harrassianos no eran tan buenos con las cuerdas como se creían, y ella se pasó la mitad del viaje lista para soltarse. Y aunque había pensado hacerlo más tarde, cuando supieran adonde se dirigían, se dio cuenta de que Tika incluso había vomitado del miedo a volver a ser enjaulada, y había oído hablar de las torturas de Raim Mi, así que se decidió por intentar la fuga esa misma noche. Primero soltó a Tika, la cual salió del sitio con facilidad. Más complicado fue intentarlo con Raim mi, y aunque se dijo que era mucho más sensato dejar ahí al ajado harrassiano, sabía que no se lo podría perdonar más tarde. Y lo habían logrado. Los dioses estaban del lado del converso.
Eso sí, no parecía que fueran a estar de su lado mucho más, y ni la medicina del templo parecía a salvarlo. Hubo de intervenir una de las sacerdotisas que habían venido del templo de Sohaila y utilizar la marca de Taharda. La diosa muerte ya estaría presente para siempre en el harrassiano.
-¿Cómo escapasteis, Nelk? -insistió Msrah.
-Cuando has vivido toda tu vida en un pozo de furias sabes dos o tres cosas -respondió al fin ella-. ¿Y qué pasó en el templo?
-No pudimos convencer a Sohaila de nada, estaba absolutamente cerrada en sus ideas. Llegaron los harrassianos y atacaron el lugar. Nos defendimos como podíamos, pero no estaba con nosotros ni la moral ni la ventaja numérica, así que… bueno, las cosas iban mal cuando por la noche entró un asesino. Suansuah lo detuvo, pero no a tiempo. Mató a Masuf.
-¿Ese no era el hijo de Sohaila?
-El que hacía las reliquias.
-¿Y lo cogisteis vivo? Al asesio.
-Se suicidó.
-¿Unos harrassianos que iban a tomar el templo de todas formas envían a un asesino en una misión suicida para matar a Masuf? -preguntó ella, contrariada.
-Es muy raro -reconoció Msrah-. Yo creo que alguien quería capturarlo, y alguien quería evitar que fuese capturado, pero no sabemos nada de todo esto.
En verdad Nelk había de reconocer que ella habría preferido que muriera ante de dejarlo en manos de los harrassianos, si en verdad el joven contaba con las facultades que se le habían dicho de él.
-¿Y Sohaila?
-No quiso escapar, prefirió dar su vida.
-Mierda de escarabajo. ¿Y ahora qué hacemos?
-No lo sé -dijo Msrah desalentado-, pero quiero ir al octavo puesto avanzado para sacar de ahí a Farid y a la gente de la barriada. Creo que no están seguros, y que serán mucho más útiles en el templo, ahora que ya tenemos agua.
Así ocurrió que se separaron en dos grupos. Al principio Raim iba a dirigirse al templo, pero finalmente insistió en unirse a ellos. Nelk creyó que había un interés oculto en su insistencia.
-¿Te suena el collar que lleva Suansua? Estoy seguro de que antes no lo llevaba.
Nelk la miró unos momentos.
-Es verdad. Quizá era el que llevaba Sohaila.
-Tengo que investigar en la biblioteca del templo. No le voy a quitar ojo de encima.
Ella no podía dejar de pensar que Suansuah era una niña mimada, pero dudaba mucho que fuera una traidora. No le dijo nada a bailando con muertos. No pensaba que fuera a convencerlo… y en todo caso podía tener razón.
Algunas horas después entraron en la barriada Najshet, y después en la vivienda del bien afincado Farid. Le sorprendió que nadie le dijera nada a ella, como pocas semanas atrás, pero en cualquier caso tampoco le desentonó con la falta de cuidado general: las guardias estaban mal organizadas, y el mantenimiento algo desastrado. Farid tenía bastantes ojeras, y respondía algo tembloroso a las preguntas.
-Debes sacar a las familias al templo, y después venir tú -le dijo Msrah tras explicar sus respectivas situaciones.
-Sí, sí, lo haré -respondió Farid sin ganas.
-¿Cuándo?
-¡Pues cuando pueda! ¿Es que crees que se puede sacar a toda la gente así de golpe? Tardaré unos días en hacerlo.
-¿Y cuándo te vas a poner? -insistió Msrah.
-¡En cuanto me reponga un poco! ¡Sohaila ha caído, dadme un respiro!
Nelk no daba crédito a lo que escuchaba. Sabía que algo en su ser estaba encajando, aunque no sabía muy bien el qué. Sabía que le despertaba un impulso violento, y que debía frenarlo. Siempre que lo dejaba salir había problemas. Como con las furias, como con las tribus, como con…
-¿Qué mierda te has pensado que es esto? -rugió al final, con toda la potencia de su voz.
Se abalanzó sobre él y lo empujó. Después le dio un puñetazo y lo derribó. Desenfundó su espada y se puso a horcajadas sobre él. Ese debería ser el momento en el que alguien la levantaba y la llevaban a una caja oscura.
Pero nada ocurrió.
-¡Nos hemos dejado la piel para proteger a Sohaila y protegerte a ti! -gritó- ¡Sohaila ha defendido a su gente con su cuerpo! ¡¿Y tú te pones a lloriquear?! ¡Vas a ponerte a preparar a la gente para llevarla al templo, y lo vas a hacer ahora mismo! Es más, me voy a quedar aquí para ver que no te entre melancolía, y como sienta que sí, te voy a dar de comer tus mismos testículos.
-Eso, amenázame como amenazaste a Sohaila. La amenazaste, y ahora ella está muerta.
-¿Yo amenazarla? -dijo ella confundida-. Yo no amenacé a… ¿quién te ha dicho...?
Nelk se giró buscando a Msrah. Este estaba a su lado, mirando con mucha atención la situación. Ambos se miraron a los ojos, y el sacerdote asintió.
Ella lo veía claro: Farid había recibido información de gente que los espiaba, o que o bien los espiaba mal, o bien engañaba a Farid.
Se puso en pie y le pisó la muñeca derecha. No se le ocurrían muchas formas de sacarle la verdad.
-Con una mano aún puedes limpiarte el culo -dijo antes de amputarle la derecha. Por fortuna el dignatario se mantuvo consciente. Manando como una fuente harrassiana, pero consciente. Le pisó la otra muñeca y levantó la espada.
-¡Yo ayudé al ataque contra el templo de Sohaila! ¡El caminante negro! ¡El caminante negro os matará a todos!
-¿El caminante negro?
El dignatario no parecía cuerdo como para decir mucho más, y en cualquier caso ya había confirmado su participación en el complot.
-Seguiremos en el templo -propuso Msrah. Nos lo llevaremos inmediatamente.
-Aún así hay que hacer algo con esta gente -aportó Raim-. Farid tiene razón, no se les puede sacar de la noche a la mañana.
-Que se quede Suansuah -propuso Msrah-. A fin de cuentas aquí la gente la conoce.
-No me fío de ella -insistió Raim mi-. Creo que ese collar que lleva es una parte importante de todo esto.
-De acuerdo, quédate con ella. Que se quede también…
-Me quedaré yo, Msrah -propuso ella misma.
-¿Por qué?
-Porque si Farid tenía tratos con los harrassianos… alguien quizá venga a hablar con él. A ese hombre podemos sacarle información.
-De acuerdo, quédate, pero no os arriesguéis.
Y así pasaron los días sin más interés que ir sacando a las familias de la barriada, las cuales se dirigían a un punto vacío del desierto donde eran interceptados por Tika, y llevados al templo, y llegó a pensar que su intuición no daría ningún efecto.
-No te preocupes -le dijo Raim una de esas jornadas-. Quizá era él quien viajaba para reunirse con los harrassianos.
-¿Un saco de mierda como este Farid? Ese no se movía para nada, lo que dices no…
-Quizá no fueran a venir de todas formas esta semana…
-¿Después del ataque al templo?
-¡Ayuda, se escapa! -dijo un guardia desde el exterior.
-¡Por los tres! -rugió.
Participaron en una carrera por la barriada que dio lugar a varios empujones y a un combate apresurado, y de hecho a acabar con dos guardias harrassianos que intentaron evitar que secuestraran legítimamente al espía. Era cosa de poco tiempo que los detuvieran a ellos, así que llevaron al espía y lo prepararon para el interrogatorio.
Nelk sabía que seguramente había muchas técnicas mejores para conseguir la verdad, pero ella solo sabía una.
-Aún puedes limpiarte el culo con la otra mano -dijo tras amputarlo-. Los harrassianos mentís muy bien, así que voy a usar una medida muy simple: si tardas en contestarme, pensaré que estás mintiendo, y te cortaré un dedo. Empecemos, ¿quién es el jefe?
-Atanis -replicó.
Claro. Najshet en persona.
-¿Es que crees que no voy a cumplir con mi palabra?
Empezó dedo a dedo. Se le iban a acabar las manos demasiado rápido.
-Les tengo más miedo a ellos -dijo al final, desesperado.
-¿A quién tienes más miedo a que una furia que te está arrancando los dedos? -preguntó Raim Mi, tan nervioso como sorprendido.
Nelk había de reconocer que aquello era una buena cuestión.
-Escúchame, tres dedos, voy a darte la última oportunidad. Si te soltamos sabrán que has hablado, así que lo que te queda es cambiar de bando. ¿Quieres cambiar de bando y unirte al todopoderoso Najshet?
-Quiero unirme.
Nelk no pudo evitar sonreír.
-Bueno, pues dame un nombre. ¿Quién está detrás de todo esto?
-Muhamid. No sé ni quien es, ni su aspecto. Todos trabajamos para hombres que trabajan para él.
-Hay que salir de aquí -dijo Suansuah-. Esto se va a llenar de harrassianos en cualquier momento.
Nelk bufó. Tenía ganas de arrancarles su cabeza a todos, de ver sus gestos de dolor. Pero sabía que Suansuah tenía razón, habían de regresar al templo, estudiar el amuleto y prepararse para lo que pudiera traer el futuro.
Notas:
- Casi frenamos a las tropas harrassianas que asaltaron el templo de Sohaila, pero saqué un chequeo de cero aciertos para ocultar a las furias. ¡Qué desastre!
- Escapamos gracias a la habilidad de escapismo. Bueno, para eso está. Llegué a pensar que no podría sacar a Raim Mi, pero tambíén hubo suerte. Supongo que en pago por el desastre de las furias.
- El descubrimiento de la traición de Farid fue puramente aleatorio. Yo estaba frustrado, Nelk estaba frustrada, y decidí dar salida a esta frustración pagándolas con Farid porque se estaba portando como un imbécil. No pretendía pillarle en el renuncio ese.
- Dio tiempo a que Raim hiciera algunos chequeos de historia y descubriera que el collar es una reliquia que pensamos que persiguen los harrassianos, algo que de hecho le dijo Sohaila a Suansuah (de nuevo para el siguiente). Así que es de esperar que nos maten a todos en las próximas aventuras.
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