Hermanos Juramentados de la Espada Negra
Iberian Open de Talavera: lo bueno, lo feo y lo caro
22-3-2023 17:22
Como ya mencioné en un artículo anterior, estoy llevando mi identidad de género al mundo de warhammer, y ya que estaba, he aprovechado para subirme un poco el nivel y desplazarme hasta un torneo competitivo. En este caso estaba dentro del marco del proceso selectivo que concluirá con que tres grandes jugadores acaben viajando al mundial de los estados juntitos.

Bueno, está claro que esta jugadora mediocre y consumida, bastante tiene con lograr llevar su peluca y pintalabios y que no se le caigan los dreadnought al suelo en algún manotazo torpe, así que de ninguna forma iba a ganarlo, pero sin duda me apetecía revivir el entorno competitivo que viví hace unos veinte años, en otros juegos. Pero siendo trans, claro.

Y como a mí no me va lo clickbait, os ahorro la lectura con un resumen:

Lo bueno: la organización, mis oponentes, que en general me sentí muy aceptada.

Lo feo: la escenografía de torneo, el hotel, y la comida obligatoria.

Lo caro: el torneo y el hotel también.

Y ahora aprovecho para narrarlo a la vieja usanza, cronológicamente, deteniéndome para estirar innecesariamente cuantas anécdotas considere oportunas.

El preparativo en Madrid.

Había acudido al preparativo organizado en goblintrader norte donde tuve un desempeño bastante bajo. En mi ventaja diré que el día anterior había estado peleando durante horas, y que para estar en Madrid a las 8, tengo que salir a las 7:20, empezar a maquillarme a las 6:20, y por lo tanto empezar a afeitarme a las 6 como muy tarde. Y si no quiero llevarme la cara por delante, mejor haber desayunado con calma, a las 5:40. ¡Odio mi barba!


El caso es que ya tenía una lista graciosilla con mis iron hands, los que juego desde chiquitita. En este caso me había currado a toda leche tres dreadnoughts brutalis estrenados el sábado pasado. La oportunidad de llevar seis robots marines es demasiado para mí, aunque la lista sea una mierda. Y bueno, el rollo de las misiones secundarias (que puntuan tanto como las primarias) tampoco se me da bien, así que no me convenía cambiar la lista. Tampoco es que tuviera tiempo, así que la metí en la aplicación de turno, y no hice nada más relacionado con el asunto hasta el viernes.


Salí con mi viejo amigo el devorador de mundos (Demu en el resto del artículo), y sin pena ni gloria nos personamos en el hotel para dejar una o dos cosas, y como quien no quiere la cosa, al lugar del torneo. Y a jugar.

En este punto diré que para mí la experiencia plena de Warhammer es un asunto de modelismo. Ya hay algunas fotos por esta web de cómo lo vivo yo, así que cuando vi las escenografías, se me cayó un poco el alma a los pies. Vale que para torneos todo tiene que ser plano, fácil y comprensible, pero de verdad que es fea. Hace que no luzcan nada las miniaturas, y que la actividad se convierta en un mero juego de mesa. Supongo que es lo que hay, y que es óptimo para el llamado “juego competitivo”. Supongo que si no me gusta, pues puedo no ir, y ya está.





¿En serio esto es un árbol, Talavera? ¿En serio?


Ah, no voy a nombrar a ninguno de los jugadores porque no les pedí permiso.

Primera ronda: Tau de mi planeta.

¿Por qué de mi planeta? Pues porque teníamos las peanas prácticamente iguales. Lleva un juego muy de moverse y retirarse en el mismo turno, y si bien se nota que tiene tablas, no es la temporada de ir con tau. Jugamos sin presión, y cuando contamos los puntos, resulta que hemos empatado a 83. Fue una partida atípica, de táctica posicional, mereció la pena.

Lo del empate resulto llamativo hasta para la organización, que se acercó a asegurarse de que no era un tongo. No lo era, me habría gustado aplastar todo su ejército.

Segunda ronda: el orko que se había pasado de chungo y se había convertido en demonio.

¿Qué decir? El amigo llevaba tatuajes de orkos en los tatuajes de orkos, pero aparece con demonios. No sé, un tipo majísimo. Se impuso el fuego de ametralladora ante las hordas de pequeñajos, y el tempomortis frenó al devorador de mundos. O eso creo recordar.

Interludio en el hotel que no sé si es muy caro o muy malo.

Y así acaba el primer día, con una victoria y un empate. No es el mejor de los resultados, pero tampoco es un desastre para mis manos de hierro. Me voy con Demu a que él cene mientras yo practico la anorexia pasiva.


¿Sabéis lo más curioso de todo esto? Que mientras que en el torneo yo era una persona más jugando a warhammer, en la hamburguesería podía sentir miradas por docenas. ¡Oh, es una trans muy alta y muy delgada, fíjate tú! Pues sí, señora, y eso no es nada, vengo de matar centenares de demonios.

Pero de verdad que prefiero con mucho recibir todas las miraditas absurdas que pagar cincuenta y seis euros (ojo, era precio con descuento) por dormir en un colchón de mierda, y maquillarme en un baño que olía a pantano hiciera lo que hiciera.

Dormí algo menos de tres horas, pero logré afeitarme y maquillarme en poco más de una hora. ¡Voy mejorando! Eso sí, la falta de sueño me despertó un pequeño ataque de disforia. Me vi fatal, la verdad.

Tercera ronda: el ganador del día.

Pero quién dijo miedo: pues yo debí decirlo. Me toca contra un tipo todo majo que conocí en el preparativo y que lleva guardia imperial de Cadia, de cuando Cadia tiene que camuflarse en asfalto. Muy chula. Y muy rancia.

Voy a traducir la conversación previa a la partida a lenguaje no warhammero, para el lector casual:

Ganador: Deja que te explique como va a ser esto.
Valeria: No es necesario, juguemos y ya está.
Ganador: No, es que verás, es mejor que lo sepas de antemano.
Valeria: Vale… dime.
Ganador: Pues verás, básicamente me viene muy bien que vayas con ese vestidito, así no te tengo que bajar los pantalones cuando te ponga sobre le mesa.
Valeria: Pero… ¿por lo menos va a ser divertido para mí?
Ganador: No, me temo que no.

Dicho y hecho. Intenté resistirme, pero habría puntuado lo mismo quedándome en la cama del hotel, que tampoco era cómoda. La guardia imperial está rota, y la partida fue un solitario.

Cuarta ronda: un demonio de Andorra que paga pocos impuestos.

Lo dijo él, no yo. De verdad que hay dos ejércitos contra los que no me gusta jugar: Tau, que te obliga a ir a saco, y demonios que te obliga a estar para atrás. Bueno, yo estaba agotada y un poco de mal humor tras la humillante paliza anterior, así que me tiré un poco adelante y que el emperador me traiga suerte. Y sí que me la trajo. Victoria para las manos de hierro.

Quinta ronda: un caballero que es imperial.

Bueno, ¿qué decir? Ya en los servicios masculinos cuando me estaba pintando los labios, el caballero me explicó cómo me iba a ganar. Lo vi muy seguro de sí mismo, pero la verdad es que no parecía haber descansado bien. La partida estuvo llena de errores por todas partes. A matanza gané yo por mucho, pero en warhammer se gana a los puntos, y a los puntos… gané yo también. Por dos puntitos de nada, pero gané.

Resultado final

Tres victorias, un empate y una derrota. Esto me dio el puesto 17, y luego el 16 porque alguien se retiró, o algo así. En mis viejos tiempos yo habría considerado esto un fracaso, pero yo también soy vieja, llevo un ejército más personal que efectivo, apenas entiendo las misiones secundarias, y duermo dos horas menos que el jugador medio. Tengo que dar el resultado por bueno, porque además, dos de las partidas podrían haber acabado muy diferente con un poco de mala suerte, y porque probablemente en campeonatos posteriores lo haga aún peor.

Volver a casa

Mientras recorríamos la distancia hasta la ciudad que contiene nuestros hogares, compartíamos la experiencia vivida, y yo no podía más que recordar las apasionantes similitudes a todos los entornos competitivos en los que he tenido el honor de enfrentarme a jugadores mucho mejores que yo, y ganar a algunos de ellos.

Por aquel entonces yo pasaba por poco de los veinte años, no tenía apenas responsabilidades, y sí muchas energías y ciertas esperanzas. Pero no me habría atrevido a ponerme un vestido, una peluca y maquillarme, porque no estaba ni medio preparada para aceptarme a mí misma. Probablemente el mundo tampoco.

Mi valoración

Me cuesta mucho ser objetiva. Cualquier experiencia en la que pueda mostrar mi idéntidad como es, supone una oportunidad genial, y mezclarlo con una actividad que comparto con un montón de frikazos, pues es muy divertido. Como ninguno de los implicados leerá esto, pues no es que importe, pero la verdad es que me están ayudando en este proceso que es MUY importante para mí. Quede en el puesto 6, 16 o 96.

Además, la organización debió ser buenísima. ¿Y cómo lo sé? Pues porque apenas se les percibía. Una buena organización solo interviene cuando es necesaria, y con esta no se incumplían horarios y no se sentían cosas extrañas. Esto normalmente implica mucho trabajo previo que seguramente no les pague nadie nunca.

Peeero…

Yo quería acudir a un torneo importante y pague setenta euros por hacerlo. El hotel, que era de muy baja categoría, costaba cincuenta y seis euros por noche. Y la comida OBLIGATORIA… no sé, está bien que haya una alternativa vegetariana, pero estaría bien que además fuese saludable. Las dos horas de dicha parada (¿por qué tardan tanto los españoles en comer?) me las pasé paseando mi anorexia por el pueblo.


Si sumamos esto a mi poco razonable actitud porque las escenografías sean bonitas, me deja un regusto malo. Supongo que no pasa nada, que simplemente no estoy hecha para el mainstream en el que se está convirtiendo warhammer.

¿Un edificio Tau o una caja de carreful40k?


En principio yo creo que no repetiré, porque si tengo que resumirlo, una parte importante de mi experiencia es que un montón de gente que jugamos regular nos movimos mucho y comieron mierda (yo practiqué la anorexia) para que un gran campeón tuviera costeado un pedazo de viaje.

Pero vaya, en esta época de mi vida necesito estas cosas. Y lo mejor de todo fue, indudablemente, que me abordó alguien cuyo nombre tampoco diré y me incluyó en un grupo femenino de warhammer, ¡¡qué ilusión!!

Y perdí medio kilo. Siempre está bien.


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