Espada Negra: juego de rol

NAJSHET

El imperio Najshet era en el pasado una gran civilización que dominaba todos los desiertos del este, aunque una continua decadencia los ha llevado a ser una sección menor de la ciudad estado de Harrassia. Aunque técnicamente renunciaron a su forma de gobierno en favor a la democracia harrassiana, mantienen bastante de su estructura social, legal y religiosa a nivel interno.

Geografía.

La antigua capital Najshet es ahora parte de la ciudad de Harrassia. Se ha convertido, de hecho, en un enorme barrio pobre con una pequeña minoría noble extremadamente rica, tolerada por el gobierno harrassiano.

Es común encontrar otros barrios Najshet en casi todas las ciudades harrassianas. Esto suele ser así porque están construidas cerca de antiguos emplazamientos Najshet y de las ostentosas tumbas de sus reyes pasados.

Gobierno y estructura social.

Aunque oficialmente los ciudadanos Najshet no tienen más gobierno que el harrassiano, mantienen internamente su estructura social y de mando. Esta se basa en la creencia de que su gobernante es de hecho el heredero del primer Najshet, y por lo tanto la encarnación de un dios en la tierra. El heredero, por ello, tiene el poder absoluto sobre todo el pueblo.

El actual líder Najshet es el trigésimo séptimo de su linaje, y aunque no tiene un poder teórico real, sí tiene influencia sobre una minoría importante de la sociedad.

Esto es tan claro que incluso hay atribuciones que el pueblo Najshet ejecuta por su propia cuenta, sobre todo en materias de administración o justicia internas.

De hecho, en general el pueblo Najshet es visto por el resto de harrassianos como a personas inferiores, quizá incluso indetestables, y en todo caso de baja inteligencia y criterio.

Pero la realidad es ligeramente diferente, pues aunque el pueblo llano Najshet es de paupérrimo nivel cultural y económico, la escasa casta gobernante cuenta con unas riquezas elevadas y total respeto de su pueblo. Tanto es así, que el heredero Najshet es el único ciudadano harrassiano que tiene prohibido presentarse a la presidencia del gobierno, y participar en la vida política.

Esto es así porque el servicio militar Najshet está convalidado con el harrassiano a efectos de obtener la ciudadanía y el derecho a voto, de forma que en caso de que el dirigente se presentara a unas elecciones, podría obtener el gobierno entero de Harrassia.

La realidad objetiva es que ningún heredero Najshet ha tenido nunca el menor interés por la vida política harrassiana fuera de los muros de su palacio, y ningún ciudadano Najshet ha intentado nunca llegar a un colegio electoral: de intentarlo, probablemente sería linchado.

Son, en definitiva, ciudadanos de segunda categoría que apenas hacen algo por mantener su lugar en un gran país.

Economía

Cuando Najshet fue incluido en Harrassia, ya estaba en decadencia precipitada, y su situación no ha dejado de caer: como mucho, ha frenado. Sus cultivos son miserables, su nivel tecnológico, atascado. Los valores religiosos que antaño los convirtieran en un gran civilización se muestran en la actualidad anticuados y casi inútiles. En el mejor de los casos su economía está estancada sin ninguna perspectiva de mejora.

La actual economía Najshet está basada en dos hechos significativos. Por una parte, el estado harrassiano da una subvención en términos de alimentos en función al ejército que mantienen, y por otra aún gozan de unas importantes reservas en oro. Los objetos Najshet son muy valorados por los nobles dormenios, y pagan cantidades exageradas de su grano por poder adornar sus viviendas o sus cuerpos ante sus iguales.

Normalmente estas ventas se llevan a cabo por el propio gobierno harrassiano, quien pacta la explotación de las ostentosas tumbas de antiguos Najshet. Esto es considerado un crimen por los Najshet, que solo aceptan de mala gana por ser incapaces de proteger sus propias tumbas.

Religión

Según la doctrina Najshet, sus tres dioses patrones luchaban en el reino de los muertos contra oras deidades, pero andaban perdiendo el combate en la tierra. Por eso Najshet decidió reencarnarse en una persona humana, para poder reunir al pueblo adorador. De esta forma perdió parte de su carácter divino.

Las otras dos deidades patronas son Taharda, diosa de la muerte, y Liana, diosa del amor. En teoría las prácticas aberrantes y contrarias a la cultura harrassiana están abolidas, pero en la práctica se ejercen sin mayor objección por parte del gobierno, en tanto que no causen problemas. La corrección dormenia garantiza que se siguen realizando sacrificios rituales y orgías degeneradas.

Ejército

El heredero Najshet recibe una importante subvención en forma de alimento en base al número de soldados que mantienen. Por ello tienen una estructura militarizada basada en dos cuerpos.

La guardia real Najshet es un cuerpo de infantería pesada. Están equipados con armaduras y cascos de metal ostentosamente decorado con metales preciosos, espadas "Kopesh" y escudos de madera. Su función principal es la protección de la casa del heredero, así como de las tumbas ancestrales, aunque tienen que ponerse a la disposición de Harrassia en cualquier circunstancia. Se trata de un cuerpo de élite de alta moral pero muy escaso número.

Las furias Najshet son un cuerpo de infantería ligera. Están equipadas con espadas Kopesh, y cargan en combate sin protección alguna. En teoría lo hacen imbuidas por la ira de los celos de la diosa del amor, pero fuentes de la corrección garantizan que lo hacen drogadas para no notar el dolor de las heridas y mutilaciones.

La realidad detrás de las furias es, seguramente, bastante mundana. Debido a que los hombres trabajan el campo, se considera a las mujeres como un excedente de la sociedad, así que se aprovecha para incluirlas en el servicio militar para poder cobrar la subvención harrassiana por militares. De esta forma casi todas las familias entregan a sus hijas a las "furias" según nacen, y desde ahí sus vidas son una continuación de desgracias. Cada organización de furias es distinta, pero no son raras las ablaciones, los entrenamientos aberrantes y los castigos atroces. Viven hacinadas en jaulas malolientes, y la corrección garantiza que se entregan al lesbianismo. La mayoría acaban desquiciadas, deseando el día en que puedan entrar en combate y entregarse a su diosa. Para colmo, algunas no lo consiguen, pues a la hora de realizar sacrificios rituales, aquellas que tienen descontentas a su jefas son una elección fácil y barata.

Aunque antiguamente mantenían buenas unidades de lanceros y arqueros regulares, actualmente esas unidades han dejado de existir en un intento por trabajar las pocas tierras de cultivo que les quedan en posesión.

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