Su última conversación con Laila había sido un aviso. Uno, además, de los que Faruq supo tomarse en serio. Por ese mismo motivo, en cuanto recuperó fuerzas, le pidió a su amiga que le acompañara una vez más por las calles para conseguir más. Quería aprovechar que su última dosis aún le daría algunos días de autonomía en plenitud de facultades. No le apetecía volver a caer bajo los efectos de la abstinencia, menos aún sabiendo las consecuencias que aquello iba a carrearle.
Mientras Laila se reunía con él a las puertas de la casa, Faruq se sintió de nuevo mal consigo mismo. Si tan sólo hubiera luchado contra su adicción cuando Dhaida se lo dijo…
— Antes de que farfulles, me temo que ahora es más necesario que nunca que te pongas esto — la furia levantó una de las capas manufacturadas de Dhaida.
Faruq arrugó la nariz, sin ocultar que no se sentía a gusto con la idea. Aquella siempre había sido su gran lucha con Dhaida. No se podía negar que la mujer había logrado grandes progresos “civilizando” al nómada en muchos sentidos. Pero había ciertas cosas con las que el hombre seguía sin sentirse a gusto. Llevar (lo que él consideraba) demasiada ropa, era una de ellas.
— ¿Ser necesario? Io no creo que nadie sepa de nosotros…
— Faruq… ¿Tú te has visto? — Laila le señaló de arriba abajo con la mirada, destacando el hecho de que el torso desnudo y tatuado del nómada era, sin duda, necesario de ocultar si esperaban pasar desapercibidos.
El nómada volvió a gruñir, pero aceptó la prenda. La mujer le ayudó a colocársela sobre los hombros y la cabeza, ocultando sus facciones hasta la nariz.
Salieron a la calle, prácticamente desierta, respirando el olor del miedo, la tensión, y la fresca brisa nocturna que arrastraba el desierto.
Nota de la autora: Este relato transcurre tras el primer evento relatado en el foro, con la supervisión de la Hna. Favnia. Declaro mi intención de realizar un chequeo de sigilo para Faruq; y la hermana Favnia declara su intención de realizar un chequeo de disfraces (sigilo lo tiene automático). Y de paso preguntar qué más tengo que tirar para encontrar algún camello de nantio (normal) en la calle.