Hermanos Juramentados de la Espada Negra

Puedes enviar los sentimientos y situación de tu personaje con relación a los eventos de la partida, y recibirás motivación adicional por hacerlo, normalmente un punto, una vez por cada partida.

Si lo que piensas es en un relato o aportación, estos también producen motivación, pero se deben incluir en el foro.


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Faruq (CelicaSoldream)

Nunca pensé que un hombre al que llegué a odiar y a detestar más de lo que nunca he odiado a nadie, fuera capaz de despertar empatía dentro de mi. Marloc había cumplido su promesa. Había hecho posible lo imposible, en más de un sentido.

Y yo, gracias a él, había vuelto a casa.

Mi regreso despertó sentimientos encontrados, tanto en los miembros de la Tribu como en mí mismo. Todo era como lo recordaba. Y todo había cambiado.

Ya no estaba mi padre, ni Tahira. En su lugar, estaban Khalik y su familia, y Laila, recuperándose de sus heridas. Había cumplido con todos ellos mi lebn koib. Mi vida había dejado de pertenecerles.
Umar, mi hermano menor y única familia restante, me recibió como a un pariente muy lejano, llegando incluso a costarme el reconocerle. Coda seguía vivo, pero ya no era jefe de la Serpiente; ahora Grunda ocuparía su lugar. Yo volvía a ser un miembro de pleno derecho en la Tribu, pero al mismo tiempo me sentía extranjero. Ante mi parecía extenderse la oportunidad de una nueva vida, pero tras la batalla de Nased, había logrado esconder lo que quedaba de la reserva de Alsia en unos de mis antiguos escondites de la infancia, en el desierto, donde sabía que nadie más lo encontraría.

Alsia...

Ella había muerto. Arrik también. Marloc... ¿quién podía saberlo? Daidha se había marchado, siguiendo su pragmatismo. Absí... quizá estuviera viva, o quizá no. No tenía forma de saberlo.
Nased, las bandas, las guerras, el nantio... Todo empezaba a antojárseme una especie de pesadilla nebulosa de la que tenía conciencia sin llegar a considerarla del todo real. Si cerraba los ojos fuertemente y los abría, volviéndome a ver de nuevo en mi antiguo poblado; podía llegar a engañarme durante un segundo y pensar que en realidad nada de aquello había ocurrido. Y eso, sin siquiera haber tomado una calada.

Pero al final la realidad me golpeaba y me recordaba que yo había sido parte de algo que, aunque aún no fuera capaz de entender del todo, iba a marcar la historia de Harrassia para siempre.

No sabía que era lo que iba a ocurrir a continuación, ni a dónde me llevaría el nuevo camino que se abría ante mi. Sólo tenía la certeza de que, esta vez, Nadruneb estaría conmigo.

Arrik (Fallecido) (Arawn)

Desde lo alto de los muros de aquel edificio, tan aparentemente ordinario y corriente como cualquiera de los otros cientos de hogares de la ciudad, se escuchaban en la calle las atronadoras amenazas gritadas por los implacables hombres de la Orden de la Serpiente del desierto, refugiados en su espantoso interior con casi medio centenar de rehenes.

Arrik apenas les escuchaba.

Estaba demasiado ocupado tratando de contener la ira que se acumulaba en su interior, la que provocaba que los nudillos de la mano que agarraba su alabarda se quedasen tan blancos como un hueso. Porque detrás de toda esa ira que cubría sus ojos, roja como la sangre derramada, se escondía la insinuación de la sombra negra del temor.

No era el temor a que a él le ocurriese nada malo. Tampoco era el temor a que le pasase nada a sus compañeros, pues él les protegería. Ni tampoco el temor de que a la familia de Khalik, presa entre la gente del edificio frente a él, le hicieran daño: eran demasiado valiosos para que eso ocurriera. No, el temor no venía de ninguna amenaza.

Sino de la comprensión. Estaba empezando a comprender a Marloc. Y no quería sentir eso.

La venganza de su hermano le motivaba, le daba fuerzas para seguir adelante. No quería entender a Marloc: quería odiarle por lo que había provocado, quería ser capaz de sentir la furia ardiendo bajo su piel al pensar en él. Pero la ira la sentía contra sí mismo, pues cada vez le resultaba más difícil ignorar el hecho de que su rencor por el jefe de aquella banda estaba siendo desplazado por otra cosa que no alcanzaba a discernir. Y se detestaba por eso. Temía que algún día, aquello acabase hiriendo de muerte a su deseo de venganza.

Faruq (CelicaSoldream)

El humo del opio siempre le hacía pensar. Lograba evadirle de la realidad, por turbulenta que ésta fuera. Había sido su medio de escape durante años, y aquella ya empezaba a ser una costumbre que cada vez dudaba más que fuera a cambiar. Mal que le pesara a Dhaida. No se podía negar que aquello también le ayudaba a cavilar. Incluso después de otra "agitada" noche con Alsia, incluso mientras el alba despertaba mientras la pelirroja dormitaba a su lado en el pobre lecho del burdel. Faruq había descubierto una parte de sí mismo que no esperaba: la que empezaba a ser capaz de todo en su estado de tántrica ebriedad, con tal de lograr otra dosis. Ni siquiera en el pasado su necesidad había sido tan fuerte.

Mas nada de aquello parecía importar, no comparándolo con la esperanza de volver a escuchar la voz de Nadruneb una vez más. Aquella fijación era la única constante en su reciente mar de incertidumbre, y cada vez le obcecaba más y más. Empezaba a ser levemente consciente de ello, pero como todo lo demás, empezaba a darle igual.

Bueno, no todo. Las palabras de Marloc habían logrado hacerle pensar. Pues, como él, Faruq también había saboreado de cerca la muerte, pero la voluntad de la Diosa había querido que Kiba lo encontrara en el desierto. Y también había considerado su segunda oportunidad una maldición, durante muchos años, enganchado al nantio, paria de la sociedad, culpable por la muerte de su amada, solo y alejado de su familia en una cultura extranjera, desconectado de su divinidad...

Sí, Faruq se había sentido identificado con Marloc. No era la primera vez en realidad, y eso empezaba a resultar preocupante. Le consolaba la idea de que, al menos, él estaba empezando a dejar de considerar su maldición como tal. No, si Nadruneb le hablaba tras tanto silencio, debía de haber una razón. Una buena razón.

La pregunta era... ¿qué clase de dios debía ser el que hubiera salvado de la muerte a un hombre como Marloc? ¿Qué revelación debió tener para hundirse en semejante espiral de crueldad? ¿Cuál era su papel en todo aquello?

Arrik (Fallecido) (Arawn)

Bueno... por fin había sucedido.

Ahora ya no había excusa posible, pensó Arrik. No más obedecer las órdenes de Marloc, no más quedar coartados por el miedo de Dhaida. Aunque la forma en la que había pasado no era la que... esperaban.

El gunear se sentó en la parte de atrás de la taberna que había elegido para esa noche. Pero esta vez no bebía para olvidar. Esta vez quería reflexionar. Y recordar.

Quería recordar a Samuid, el hombre que había sido la mano derecha de Marloc pero se había lanzado leal y valientemente en su misión para cumplir con su deber. Admiraba lo que había hecho: se había lanzado a la muerte como un guerrero auténtico. Reflexionaba sobre cómo un hombre como Marloc podía inspirar semejante lealtad.

Y también quería reflexionar sobre la nueva y misteriosa información que habían recibido. La carsij recién llegada a la ciudad era parte de esa Orden de la Serpiente, les había dicho Samuid. Como también lo eran el fallido asesino del gobierno cuyo cuerpo colgado en la plaza ya empezaba a soltar un hedor repugnante. O los que proporcionaban niños al gobernador. Lo cierto es que a Arrik le interesaba conocer más a sus posibles enemigos. Pero no estaba seguro de CÓMO.

Y hablando de enemigos... también quería recordar en su mente todo lo acontecido con Faruq aquel día. Parece que el guerrero de las tribus había tenido un rival con quien ajustar cuentas. A Arrik le recordó, en cierto modo, a él mismo. Él también había dejado atrás a cierta persona que tenía una cuenta pendiente con él, la razón por la que tuvo que dejar atrás las montañas guneares y cambiarlas por el desierto de Harrassia.
Tan solo esperaba que se hubiese quedado en las cumbres nevadas. Ya tenía suficientes problemas en la ciudad de Nased.

Marloc (Verion)

Reclaman el derecho a sus vidas como algo sagrado, pero de cara a realizar algo con esas vidas se rinden a la pasividad y la comodidad, y a la larga son otro pilar cualquiera del sistema.

Me apesta oler el tufo a humanidad que toda persona desprende, ese potencial de miseria que todo el mundo tiene y que nadie quiere aceptar.

Los únicos decentes ya están muertos.

Absí (Kerian)

Estoy hasta el coño de esta jodida Ciudad.
Mientras escribo estas breves líneas mi pecho no para arder. Ese combate con esas estúpidas salvajes me dejó mucho más tocada de lo que pensaba. La verdad esque el médico ha hecho muy buen trabajo con la herida, está cicatrizando bien y apenas supura. Pero la consecuencia de ese combate la recordaré toda la vida, noto que mi intensidad ha bajado y sin duda mi aguante no es ni de lejos el mismo.
Supongo que la vida sigue y que el hecho de estar parcialmente lisiada no me cambia nada, sigo siendo la misma jodida deforme de antes, una mierda que no le importa a nadie.
No obstante pude llevar a cabo la venganza, esa maldita furia no volverá a ver el sol. Soy consciente de que debo y me deben favores, pero esta era un prueba para mí misma pues tenía que resarcirme después del combate con Marloc.

Unos días más en esta ciudad de mierda y me corto el cuello yo misma.

Arrik (Fallecido) (Arawn)

Estaba animado. Más animado de lo que se había sentido en semanas. Muy probablemente tuviese que ver con el hecho de haber tenido que, por primera vez en mucho tiempo, pelear por su vida.

La emoción del combate y la adrenalina al sentir de cerca la muerte en la punta de las lanzas de las furias le habían quitado el sopor al que llevaba sometido desde hacía tiempo. En ese lugar, en medio de la lucha, es cuando se sentía en su elemento.

Pero es posible que su ánimo tuviese que ver con algo más.

Hasta el momento, vengarse de las bandas había sido su único objetivo, pero ahora...

Cuando supo de las intenciones y el verdadero objetivo de quien había organizado el ataque de las furias, no dudó ni un momento en luchar al lado de Laila en su conflicto personal con la líder de las radicales Threest hare Akbareen (¡por Sigvaur, lo que costaba pronunciarlo!). Incluso había llegado a sacrificar a sus contactos de Limpiemos Harrassia para ayudar a destruir a aquella organización que amenazaba a la joven mestiza. Sin titubeos. ¿Por qué?

Tal vez... Tal vez sus aliados temporales se estaban convirtiendo en algo más. Durante mucho, mucho tiempo, el corazón del guerrero gunear solo había alojado ira y odio que dirigía contra las bandas. Pero ahora algo más se había abierto paso en su interior. Algo que parecía arrojar algo de luz sobre el ensombrecido mundo.

...¿se atrevería algún día a llamar a aquel pequeño y variopinto grupo... "amigos"?

Farad Fabas, panadero (Koldraj)

Desde hace unos días el gremio podía trabajar el grano gracias a que llegaron los recursos de las caravanas y que fueron correctamente gestionados por el funcionario a cargo de Nased.

Pero esto no es suficiente. Seguimos estando en medio de las luchas de bandas, y la ciudad sumida en el caos. Si las bandas de Marloc y del concilio de minas hubieran llegado a combatir quizá... pero no volveremos a tener una oportunidad como esa.

No sé cómo puede salir Nased de esta situación sin ayuda externa. Puede que intente enviar un mensajero a mi amigo Ifad de Raad Saak, aunque tendrá sus propios asuntos quizá pueda mover alguna ficha...

Faruq (CelicaSoldream)

Sabía los riesgos que acarreaba, sabía lo que le podía pasar y lo peligroso que podía resultar para él y sus compañeros el convertirse en un descarriado. Pero tenía que intentarlo. Una corazonada, quizá desesperación... El motivo no importaba. Sólo la certeza de que aquella era la última baza que le quedaba por probar.

Se echó la capucha sobre la cabeza, se deslizó en la oscuridad, trepó el muro y saltó al otro lado. La arena del desierto volvió a recibirle una vez más, acariciando su piel con una brisa polvorienta.
Se alejó de la ciudad, hasta encontrar un círculo de cactus y matorrales secos. Se sentó en el centro, sacó su pipa del cinto junto a la dosis de nantio descarriador que le había otorgado Alsia. Prendió la sustancia, y aquel humo azulado tan particular entró rápidamente en sus pulmones y en su sistema. La ya conocida sensación entumecedora del nantio se apoderó de él con rapidez, volviendo su visión borrosa y su equilibrio precario.

Al rato empezó a sentir algo en su abotargamiento. Una sensación húmeda. Desvió la mirada y se vio apresado de nuevo por esa serpiente negra, que le miraba, siseante, a los ojos. Su contacto era frío y húmedo como el agua. La serpiente empezó a fundirse, y se volvió líquida. De pronto estaba sumergido en un charco hasta la cintura, del cual emergió una figura que le elevó y le llevó al galope a través de la tierra, el cielo y más allá de sus propios sentidos. Se vio a si mismo desde fuera y desde dentro, a lomos de aquella extraña figura galopante, ascendiendo hasta que a su alrededor todo era un caos, difuminado y vibrante.

Entonces su montura se detuvo, dejándole en medio de aquel caos, floreciente y psicodélico. Luces y sombras formaron un bosque espeso a su alrededor. Y frente a él, una figura femenina le observaba. No la había visto nunca antes. Pero sentía que la conocía. Su mirada se clavó en él como la de aquella serpiente hace años. Entonces ella abrió sus brazos, y Faruq corrió hacia ellos sin pensarlo. Su tacto era suave, su olor dulce y penetrante. Su voz y su calidez le envolvieron, Faruq lloró de pura felicidad, al volver a sentir sobre él la dicha de haberla encontrado. Ella acarició su cuerpo, besó sus labios y susurró en su oído: "Nunca vuelvas a abandonarme. Nunca vuelvas a traicionarme".

¿Cómo no debía traicionarla? Ella no se lo dijo. Sólo posó su dedo en sus labios y le robó la consciencia.

Faruq despertó horas más tarde, tendido en la arena, con el sol despuntando en el horizonte. A su alrededor, los matorrales se habían vuelto verdes y los cactus se habían llenado de flores. El guerrero se llevó los dedos al rostro húmedo por lágrimas azuladas, pero con la sensación interna de que Nadruneb estaba con él una vez más. No podía sentirse más satisfecho.

Arrik (Fallecido) (Arawn)

Frustrados una vez más. ¡Y habían estado tan cerca! A punto habían estado la banda de Marloc y el Sindicato de destruirse mutuamente. Y quizás, hasta el mismo Marloc hubiera podido morir durante la batalla. Si tan solo hubiera habido tal...

El gunear todavía no entendía por qué Dhaida se empeñaba en seguir ayudando con información a Marloc. Ella quería deshacerse de él tanto como todos los demás, estaba seguro de ello. Entonces, ¿por qué advertirle para que no desangrase sus fuerzas contra la banda rival? ¿De verdad tan grande era su temor hacia el líder de aquella banda?

Acarició la hoja de su alabarda, decepcionantemente limpia. Bien sabía Thargron que estaba sedienta de carne y sangre humanas. Algún día, se dijo. Algún día se presentaría la oportunidad, y entonces le cortaría la cabeza a esa inmunda basura de Marloc, y también al líder del Sindicato. Y entonces completaría su venganza.

Marloc (Verion)

Sabía que había sonreído. Sabía que desde que perdiera el uso de media cara no sonreía mucho, y no porque solo le quedara media sonrisa, sino porque no le quedaba mucho por lo que sonreír.

Y aún así la panda de Dhaida le había hecho sonreír. ¿Podrían sobrevivir al fin de la civilización?

Absí (Kerian)

Todo era muy distinto, todo había cambiado.
El cuerpo de ese hombre yacía colgado en mitad de la plaza, sus intestinos repartidos por el suelo formaban una cruenta imagen difícil de olvidar. Ese tatuaje de la serpiente...
Y ahí estaba Dhaida, en su momento era una comerciante de telas de poca monta, actualmente a la derecha de Marloc en esta especie de ajusticiamiento público como si de su mujer de confianza se tratara. Es complicado pensar de que lado está cada uno, es complicado prever los siguientes movimientos.
¿Merece la pena todo esto simplemente por la vida del médico y su familia? Empiezo a dudar que su cabeza sea tan importante, y mas cuando Marloc parece haberse olvidado de él.

Y luego tenemos a esos pederastas. Parecen tener una red bien llevada a cabo que les reporta sus beneficios, pero ahora somos demasiadas personas las que sabemos sus deleznables movimientos. Esos tipos que van ajusticiando gente en nombre de Armeniam ya saben de su existencia, es cuestión de tiempo que muevan ficha, sin duda les seguiré de cerca.

La situación es complicada, y sin duda todos queremos salir bien parados de este infierno. Aun así, yo ya he vivido demasiados infiernos, de hecho creo que me muevo demasiado bien por ellos.

Arrik (Fallecido) (Arawn)

Arrik se sentía increíblemente frustrado y furibundo. Con su situación, con las bandas de la ciudad, con la rastrera Harrasia, con el bienintencionado y maldito doctor Khalik, y especialmente consigo mismo. Estaban atrapados todos ellos en una red de intrigantes y de secretos.

Y el resultado era una ciudad consumida por la codicia, la enfermedad y la muerte.

El guerrero detestaba aquellas conspiraciones que bañaban la ciudad, llevándola finalmente a aquel estado, y sobre todo, provocando de forma última la muerte de su hermano. Las intrigas cobardes y la lucha de poder de las bandas en las sombras le resultaban ajenas a su propia forma de vida y su misma visión de ésta. Ésta era la principal fuente de su rabia por sentirse impotente ante la situación. No tener un objetivo claro. No poder actuar contra nadie.

Había aceptado ayudar a Dhaida, al doctor Khalik y al resto de los que ahora eran compañeros, porque aseguraban que sería posible luchar con las bandas, y le ofrecieron una venganza contra toda aquella lucha de poder que había sido la causa de aquel fuego cruzado donde pereció su hermano. Pero sentía que todo lo que intentaba era inútil. Había muertos en cada calle, Khalik estaba lejos de crear un antídoto, Marloc seguía vivo a pesar de un intento de asesinato del propio gobierno, que por cierto, intrigaba también con sus propios oscuros propósitos, muy lejanos a impartir justicia.

¿Dónde encajaba él, un hombre cuyas habilidades eran para la lucha pero no podía luchar, en toda aquella maraña?

Una cerveza más desapareció de un solo trago en la garganta de Arrik. ¿Cuántas llevaba ya, sentado en aquella taberna de mala muerte? Había perdido la cuenta a partir de trece. Sabía que no debería estar allí, que debería estar de guardaespaldas del doctor, pero era lo único que se le ocurría para sentir que hacía ALGO. Ahogar sus recuerdos en alcohol, hasta que toda aquella frustración, impotencia, rabia y odio se deshicieran en una extraña y borrosa mancha...

Faruq (CelicaSoldream)

Ver morir a un hombre nunca debería considerarse un espectáculo. Empero, ahí estaba media ciudad, contemplando cómo aquel pobre desgraciado colgaba en medio de la plaza. No había aplausos, ni regocijo. Sólo un silencio multitudinario y aplastante que multiplicaba el sonido de las tripas y la sangre esparciéndose sobre la arena.

Faruq no estaba mirando la escena. No podía, pero no porque fuera sangrienta o cruel. No podía mirar porque no quería ver a Dhaida siguiendo la batuta de Marloc, colocada a su lado como si estuviera a la misma altura que él. No quería aceptar que su mejor amiga, a la que desde hacía años tan fielmente servía, les había traicionado.
Ni siquiera le preocupaba pensar que Marloc sabía que Khalik estaba con ellos, que alguien del grupo estaba traicionándolos o a qué se debía la manía incomprensible que le tenía el criminal. Sólo podía pensar en que, a espaldas de todos, a espaldas de él y de Laila, Dhaida había actuado por su cuenta, egoístamente, arriesgando la vida de otros sólo para seguir sus intereses.

Mientras se alejaban del escenario, tan sólo le dedicó una mirada verdosa profundamente decepcionado. ¿Debía decirle algo? No, no podía. Él era el primero que se traicionaba a sí mismo, el que le había ocultado su problema con el nantio, poniéndoles a todos en peligro. Sabía que no era quién para recriminarle nada a su protegida, y por ello no lo hizo.

Pero eso no hizo el trago menos doloroso, ni mucho menos.

Yutzuf Tazim (Hayloth)

Las cosas iban bien, muy bien debería decir, pero es muy fácil que todo se descontrole y es exactamente eso lo que paso con mi vida en unas pocas semanas.
La información es poder, y básicamente ese es el producto que vendo. El mercado estaba que explota, con la desaparición del alquimista, hay personas que pagarían una pequeña fortuna por su paradero y mis investigaciones estaban dando sus frutos. Hasta el mismo Ledus Trilbansor se contacto conmigo para pedirme que investigue sobre su carreta desaparecida y la posible guerra interna que podría desatarse en los exiliados de Sully(tambien obtuve informacion que podria ser jugosa, pero necesito profundizar).
Desgraciadamente los tiempos de paz terminaron y mis trabajos fueron entorpecidos, ese maldito Valimar, un miembro de la banda de Marlock, que hace tiempo entregue a uno de los jueces y fue encarcelado, logro escaparse después de vencer en 3 combates en la arena y ahora esta cazandome para buscar venganza. ¡Tres combates!, va a despedazarme si me atrapa. tuve que pasar días encerrado en mi escondrijo para despistarlos un poco.
Es momento de actuar,despues de que Valamir matara a dos de mis contactos, tuve que buscar protección de la unica forma que podía. Ahora trabajo para Ledus, ya no podre cobrarle por mis informes, pero por lo menos uno de sus hombres de mayor confianza camina a mi lado cuidando mi cuello (y mi lengua). Sera temporal, solo hasta que me deshaga de Valamir y pueda volver a la buena vida.
Ahora debo encontrarlo, determinar su paradero y buscar gente para que acabe con el. Por suerte tiene unos cuantos enemigos, dos gladiadores de la arena lo matarian solo por el placer de hacerlo. Quizas moviendo mis influencias pueda hacer que los saquen de ahi y a cambio de mi ayuda, me saquen a Valimar de encima. La parte dificil sera encontrarlo
Debo manejarme con mucho cuidado, un paso en falso y soy hombre muerto

Boaret Desiertonegro (Intrusor)

¡De puta madre! La vida me sonrie.

Hace un mes me jugaba la vida como esclavo en las arenas de combate.
Me querían muerto, asique prepararon una lucha por parejas y amenazaron a todos mis compañeros para que no compitieran en mi bando. Pero entonces apareció ella: Ahhotep, la furia, una bendición salvaje. Juntos reímos como locos mientras decapitábamos a nuestros enemigos y ganabamos la libertad como gladiadores.
Pero ese esclavista mal parido se la jugo a mi compañera y la encerró en una celda para hacerse de oro a costa de ella. Por suerte ya tengo un plan para liberarla y segun me dijeron mis contactos tampoco esta pasandolo tan mal: esta protegida de la violencia de las calles, la alimentan bien y folla todos los días.
Aún así, pienso liberarla: jamás abandono a un compañero.

Por otro lado he tenido la suerte de conocer a un montón de amigos encantadores: Laila (otra furia preciosa) Dhaida (una comerciante con buen ojo para los negocios), Faruck (un guerrero tribal de puta madre), Izam (otro guardia como yo) Arrick (un guerrero Gunear que viene a vengar la muerte de su hermano) y Halik (un medico que acaba de descubrir una medicina de la hostia)
Juntos hemos logrado dar esquinazo a la banda de Marlock y ya tenemos un plan para ayudar a nuestros amigos en las altas esferas a resolver el ligero problemilla de las bandas. Sin duda nos deberán una muy gorda. Ademas en breve tendremos la cura para ayudar a esos desgraciados fumadores de Nantio. Así que se avecinan buenos días para nosotros. De eso estoy seguro.

He recuperado mi libertad, he hecho grandes amigos y tenemos grandes expectativas de negocio. ¿Que podría ir mal?

Khaleb / Merek (Atrus Erduna)

Inicio de entrada en la bitácora.


Día 17:

Luego de días de reclusión, recibí otro trabajo. Ahora que sé que necesitaré mucho dinero y recursos, tendré que hacer lo que pueda para conseguirlo. O hacerle llegar a la Orden algún pedido, pero eso tardaría mucho probablemente.

Aún no me contacté con el Corrector, pero pronto lo haré. Ha sido más trabajo del que pensaba hacer los primeros estudios. De todas formas, he logrado obtener una buena cantidad de nantio, y también de descarriador. Bastará por un tiempo.

Sigo sin poder creer lo complicada que es la fórmula, pero luego de mucho pensar, se me ocurren algunas formas de acortar el tiempo de investigación. Debo seguir buscando.

Que Soid guíe mis pasos, protegiéndome en la oscuridad de la ignorancia y la noche.

Fin de entrada en la bitácora.

Sahir (Prats1983)

Ese capullo de Rayis ha venido esta mañana, se me ha presentado con un grupo de patanes ofreciendome un trabajo, otro mas, parece que hay un rollo raro con una droga nueva o yo que se, mientras me pague puede hablar lo que quiera, de momento me ha pedido la llave que me presto para que se la guardara, se la he dado y solo he oido quejas (para variar);

Hemos ido a una casa, por lo visto es nuestro nuevo cuartel general (como le llamaria el), es una pocilga, pero por otro lado, yo solo me muevo por sitios asi, es como un hogar mas, por lo visto mi primera mision es extender un rumor, quizas no sea lo que mejor se me da, pero mis contactos deberian darme un buen punto de inicio;

Caleb esta decidico a echarme una mano, pero va de droga hasta arriba, probablemente no se acuerde ni de su nombre, he pagado a 3 mendigos que habia por ahi para que hablen, el tiempo dira si ha servido de algo;

Por otro lado ni keleb ni Caleb se atreven a moverse, vaya par de cobardes, el barrio dormenio se me escapa, por suerte una Prostituta del grupo que me presento Rayis parece conocer a alguien influyente de la zona, tendre que hablar con ella..

Alsia (Verion)

Alsia sabía que no podría ocultar el gesto de satisfacción consigo misma cuando cerrá la puerta de su hogar y descargó de su espalda el abultado fardo.
-¿Qué es esto? -le preguntó Saali.
-Ábrelo tú y echa una ojeada tú misma.
Saali se agachó y procedió a observar el contenido.
-¿Pero qué…? ¡Esto es nantio!
Alsia no sintió aprobación o admiración en su voz, sino más bien reprobación o miedo.
-Mucho nantio -corrigió a su vez.
-¿Te has vuelto loca? -recriminó Saali- ¿Qué se supone que vamos a hacer con todo esto?
-Fumárnoslo no -garantizó ella, indiferente-. Por lo menos no todo, añadió, recogiendo una de las bolas con interés.
-¿Ahora nos vamos a convertir en una banda? ¿Tú sabes lo peligroso que se está poniendo todo esto?
-No más de lo que ha sido conseguirlo. Al precio que está ahora mismo en la calle podemos sacar unos cuantos miles.
-¿Y vas a cargar con eso en la conciencia? Con todos los muertos, con todos los adictos…
-¡¡Yo no les obligo a consumir!! -le interumpió con una voz más grave de lo que desearía-. ¿Qué quieres que te diga, Saali? Sé que esto arruina la vida de mucha gente, pero si no aprovechamos esta suerte que estoy teniendo, entonces tendré que volver a matar, y haré todo lo que tenga que hacer para mantenerte con vida y que tú no tengas que hacer lo que hago yo. Solo intentamos sobrevivir. Como todo el mundo.
-¿Y a quién vas a vender todo este nantio? Tú no tienes hombres para que te protejan, y si se enteran las bandas entonces…
-Eso es cierto, hay que pasarlo de una forma disimulada. A personas desesperadas que tengan tanto miedo como nosotras.

Absí (Kerian)

El fuego. Es lo único, joder. He aguantado todo tipo de torturas, todas y cada una de las partes de mi cuerpo han sido profanadas hasta los límites de la consciencia. Y he aguantado todas y cada una de la única forma que se hacerlo: la violencia. Quizá por eso le gusto tanto a él.rnPero el fuego es distinto, el fuego es demasiado para mi. Significa demasiadas cosas, ya no solo estas evidentes deformaciones en mi rostro, hay mucho dolor detrás del fuego. Demasiado sufrimiento joder, es la puta historia de mi vida.rnAhora Marloc sabe que me tiene, sabe cual es mi punto débil. Me ha visto llorar como a un bebé, retorcerme y gritar hasta la extenuación, ha visto mi condena.rnNo se cuantos días han pasado, la puerta está abierta. Tengo que salir de aquí, he de encontrar a ese médico y al resto de personas que estaban en el calabozo.rnÉl me dijo que una vez llegara a Nased, esperara instrucciones, ¿cuando coño van a llegar?

Alsia (Verion)

He hecho todo lo que siempre le digo a Saali que no haga. He entrado en un lugar en el que el peor de los pervertidos controlaba y torturaba a varias mujeres, le he dado una paliza a una de ellas solamente por demostrar a las demás que yo iba a estar por encima. Joder, he salido con vida de ahí porque él lo ha querido.

He perdido el control totalmente. Y me ha gustado.

Khaleb / Merek (Atrus Erduna)

Entrada en la bitácora.


Día 3:

Decidí finalmente empezar a investigar el nantio modificado antes de buscar al alquimista desaparecido.

Ya tengo 5 dosis de "descarriador" (así le llaman en las calles al nantio modificado. Aún no he podido ver el por qué de esto). Será una buena forma de empezar con mis experimentos, sólo espero que sea suficiente, no fue fácil hacerme con esa cantidad, por más que salió todo como si la mano de Soid hubiera estado protegiendo mi accionar.

La muchacha y el gigantón creo que serán útiles si los llegara a necesitar. Una por su belleza y valentía, el otro por su fuerza bruta e ignorancia.

Espero conseguir resultados pronto, no querría que Khalig se entere que estoy aquí antes de lo esperado... aunque también me gustaría deshacerme de él de una vez por todas. Tal vez cuando termine la misión...

Que Soid me bendiga.


Fin de entrada en la bitácora.

Dania (Yuriko Mayu (google))

Me han citado en la casa de Ragys, un funcionario de alto cargo, en Nased. Nuestra misión aparentemente es “crear” el ambiente idóneo para un cambio político en la ciudad dentro de 2 años. Voy con un grupo de gente muy variopinto pero a la vez interesante. Sasha es algo temeraria pero con valores muy nobles. Selk, una espía excompañera, trabaja en un burdel y tiene bien asumido su rol en la misión. Sajar es empleado directo de Ragis, es muy reservado aunque al parecer es aficionado a la cerveza. Y por último Equins , es una persona casi inexistente, no interactúa ni habla con la gente, y cuando por fin lo hace es para meterse en líos. Nuestra jornada comenzó buscando cierta información por la zona para ir teniendo clara la situación y asi poder buscar la mejor forma de actuar. El primer lugar al que fuimos fue el burdel, gracias a la ayuda de Selk conseguimos algo de información sobre Marloc y Bai said. Nos adentramos superficialmente en el territorio de Marloc, allí tuvimos un pequeño encontronazo con uno de sus hombres, por suerte no hizo falta llegar a las armas, a esas alturas ya habíamos perdido de vista a Equins. Me dediqué a ayudar a algunas personas por la zona, aprovechando también para intentar conseguir algo de información. Acabé ayudando a un anciano tendero, aunque tras varios días creo que me está explotando…..

En general parece que lo vamos a tener complicado, supongo que por eso el que nos hayan dado tanto tiempo para completarla. La situación de dominio de las bandas esta muy asumida en la ciudad y la mayoría prefieren dejar la situación como está antes que poder enfadar a los dos grandes lideres que dominan ahora mismo.

Dhaida Ashif (Yliadyl)

Maldito medico!

Acabar torturada por proteger a un desconocido es lo último que hubiera esperado,
*Au.... sssf... como duele*

Porqué cojones me he dejado arrastrar por Laila? rnPorqué cojones me he dejado ablandar sólo porque parezca un buen hombre?…

Pero tiene familia, y sus intenciones parecen buenas… aun con toda esa mierda de la historia del nantio… Lo único que le preocupa es su familia, es como yo con Faruq y Laila.

Recuperemos a su familia y veamos que sale de ahí, no es plan que siga fabricando droga cuando dice que no era su intención, devolvámosle a su familia y veamos que hace en realidad… aunque todo sería mucho más fácil con mi negocio abierto… no… todo seria mucho mas fácil si nos olvidáramos de todo esto y empezáramos de nuevo alejados de este montón de mierda… pero esta era nuestra mejor baza en Harrasia, así que a lo mejor en el transcurso de todo esto igual sacamos algo bueno para el negocio.

Dhaida Ashif (Yliadyl)

Un fumadero, la que faltaba, ¿porque todo parece girar en torno a las drogas? Siempre he intentado alejarme de ese mundo.

Aun cuando en el sótano de mi antigua tienda siempre hubo quien intento pagarme con Nantio, nunca lo acepté, creo que es de las pocas cosas que siempre he tenido claras, esas sustancias no aportan nada bueno, hecho que en su día se vio reforzado al ver las consecuencias en Faruq y en todo lo invertido hasta verle limpio; en los adictos tirados en las calles que no me provocan sino lastima, frustración, asco...

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Faruq, me siento orgullosa de él por lo que ha conseguido, y me atemorizaba en cierto modo las consecuencias de haber entrado en ese fumadero. Las drogas siempre están a la vista; sabía el riesgo que suponía para él. Le debo la vida, y yo le pagare con la misma moneda. Lo que no esperaba es acabar en una cárcel por ese motivo, se ve que cuanto más intentas alejar algo en tu mundo más imposible resulta.
Hay que salir cuanto antes de aquí, como sea y a toda costa.

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Por momentos pierdo la esperanza de salir de esa maldita cárcel, y mucho menos con vida. No quiero pensar en el coliseo, Laila… escapo de ese destino hace mucho tiempo, probablemente sobreviviera, lo mismo que Faruq, son buenos luchadores pero yo no sobreviviría, lo tengo claro. En serio, ¿qué pasa para que todo lo que siempre intento hacer para proteger a los que me importan se trunque de manera que, antes o después, vuelvan al mismo camino y mis esfuerzos no valgan de nada?

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La única aparente solución implica echar por traste el motivo por el que hemos venido aquí… ¿Es que no podemos salir de esta sin acabar como delincuentes buscados?
El guardia me llama, esto no puede ser peor, ahora sí que no podré hacer nada… O quizá pueda negociar la libertad… lo que importa son las vidas de nosotros tres, rehacerla de nuevo y a poder ser limpios, otra oportunidad… si fuera posible…

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Lo siento por el medico pero primero vamos nosotros, no me jugare la vida x un montón de desconocidos…
No me puedo creer que se hayan enzarzado sin esperar mi vuelta, no sé qué esperaba, a esos no los conozco de nada, no podía salir nada bueno de donde vinieron, hay que sacar a Laila y Faruq de aquí como sea.

Selk(Arena en el Desierto) (Exiria)

Rayis nuevamente le había llamado. Mientras caminaba por la calle su mente intentaba averiguar que era aquello que le pediría.
Una parte de ella estaba ansiosa por averiguarlo, pero la otra en cambio sentía cierto temor.

Al entrar en la habitación Selk le dedicó una cálida sonrisa a Rayis, hacía tanto que no le veía. Y es que quizás él no sintiese lo mismo por ella, pues solo era una prostituta más, pero para Selk aquel hombre era mucho más, era su pilar en esa ciudad. No era el único, pero sí uno de los más importantes junto a su protector.

En la habitación había dos antiguos compañeros, y junto a ellos otros dos que no conocía, pero que intuía que serían compañeros de ella en esta ocasión, pues la misión que tenían entre manos era demasiado para ella sola.

Caída la noche, Selk se despidió de los demás, había sido un día demasiado largo y a ella le quedaba toda una noche por delante. Una vez entró por la puerta del burdel se vistió de lujuria y sensualidad. Aquella noche debía ser diferente a las demás. Esa noche su presa la desearía cómo un adicto desea el nantio.

Pobre condenado, ni siquiera sabía dónde se metía aquella noche. Pero cómo se había jurado, sería tal la adicción que le provocaría, que no podría evitar el volver. Selk observó al hombre mientras se vestía, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios cuando él soltó los escudos sobre la cama y se inclinó para quedar a la altura de ella. Sabía que volvería. La enrevesada mente de Selk pareció descansar cuando él salió por la puerta.

"Esto sólo es el principio de mi reinado" Pensó con friandad antes de cerrar los ojos. Estaba cansada, demasiado cansada.

Faruq (CelicaSoldream)

En la soledad de su espartaba habitación, Faruq observaba con ojos vidriosos su última dosis de nantio ascender desde el interior incandescente de la pipa, en forma de sinuosas formas translúcidas que fluían hipnóticamente hasta desaparecer. En algún punto de la noche cerró los ojos y apoyó la cabeza en la pared, sucumbiendo a esa familiar sensación a caballo entre el sueño y la vigilia. Incluso en su embotamiento mental, las sensaciones hormigueaban en su corazón, peleando contra el estupor de la droga para salir y reabrir la misma herida que pretendía cerrar.

Faruq volvió a verse a sí mismo en esa celda, rodeado de sangre, de muerte, con la espada goteando en la mano y el corazón latiendo en su garganta. Aquel momento de silencio tras el combate hacía que hasta lo más secundario tuviera un fuerte eco en su recuerdo: plic, plic, plic. Tu-tum, tu-tum, tu-tum.

Khalik, Absí y el tercer guerrero que había combatido junto a él se retorcían de dolor en el suelo, alimentando lo que ya era un enorme charco de sangre. Se admitió a sí mismo que barajó por un momento la opción de coger a Laila y coger a Dhaida de la mano, dejar atrás el combate, robar algunos víveres y un par de caballos y marcharse lejos de allí. Fue justo entonces cuando tuvo claro que la culpa por dejar morir a esos hombres, sabiendo que podía hacer algo por ellos, le perseguiría toda su vida. El egoísmo no era un rasgo común entre los suyos, pues las viejas historias siempre enseñaban que eso mismo fue lo que llevó al buitre a su perdición.

No podía dejarlos ahí. Y sólo conocía una forma de ayudarles. Probablemente la peor, porque no era el lugar, porque tampoco era lo indicado, porque no tenía nada que ofrecer a cambio… Por tantos y tantos motivos. Recurrir a ella estaba prohibido, especialmente para los suyos, especialmente para él, especialmente en ese lugar. Pero no había más opción en ese momento, y si la había, no supo verla.
Tan sólo buscó la complicidad en los ojos de Laila, quien se limitó a asentir en silencio, como si le hubiera leído la mente.

Alzó las manos temblorosas sobre las heridas de Khalik, sabiendo que el médico podría curar más tarde a Absí con sus conocimientos. Cerró los ojos, inspiró hondo, trató de serenar sus pensamientos. De encontrarla, en su corazón, donde siempre la llevaba, casi desde que podía recordarla. Un amago de sonrisa torció sus labios, sintió de inmediato un contacto cálido por todo su cuerpo, suave y magnético. Se dejó atrapar por él, al completo, evadiendo por completo su mente de la realidad durante unos instantes. Su voz le llamó sin necesidad de palabras, le incitaron a caminar a ciegas, percibiendo los sonidos del desierto, el calor del sol reflejándose en la arena, el olor fresco de los oasis entre los que había crecido... Le embriagaron tantas sensaciones que casi creyó poder abrir los ojos y verse en casa de nuevo.

Pero todo aquello desapareció de inmediato. De pronto el negro vacío se lo tragó, hundiéndole a una vertiginosa velocidad, alejándole de aquella reconfortante sensación y llevándole directo a la oscuridad. La voz que antes le llamaba cálidamente de repente se se había convertido en truenos que amenazaban dejarlo sordo. Le acusaban, le humillaban, le vapuleaban. Le hicieron sentir terrible, terriblemente culpable de lo que ya había iniciado y no podía parar. A pesar de que su cuerpo en el mundo físico no se movía y su expresión no variaba, interiormente Faruq gritaba desesperado, tratando de nadar contra aquella brutal corriente que le arrastraba más y más.

Hasta que, súbitamente, la sensación se terminó. Nada quedó del caos enfurecido que había acontecido contra él. Sólo se encontró, en el frío negro y el silencio. El abandono y el desamparo le estrujaron el corazón, y nada más escuchó que no fuera el eco de su propia soledad. Faruq abrió los ojos, dándose cuenta en ese momento de que estaban totalmente anegados por las lágrimas. Khalik ya se había levantado, y se intentaba hacer cargo de Absí. Fue vagamente consciente de que Dhaida y Laila se agarraban por los brazos y tiraban de él, arrastrándole fuera de la celda. Pero Faruq no veía nada, no escuchaba nada, no sentía nada. No pudo pensar en otra cosa que no fuera la absoluta certeza que acababa de instalarse en su corazón, negra y pesada como un plomo:

Ella le había abandonado.

Absí (Kerian)

Una celda, tres presos, 6 guardias y Marloc. Ese Marloc, ¿acaso es tan poderoso como parece? Desde luego todo apuntaba a que lo iba a descubrir.
Ahí estaba yo, extenuada, esa herida en la pierna me ardía. Solo recuerdo haber sangrado mucho en ese intento de huida. Fallé, maldita sea, recuerdo perfectamente el movimiento y se de sobra que he entrenado mil veces para desviarlo sin problemas. Pero fallé.

Y aquí estoy, con una espada que me dice que mate a mi compañero. Él se preocupó por mi, me recogió en esa delirante huida mientras yo yacía en el suelo. No lo iba a matar, eso lo tenía claro. He asesinado a muchas más personas de las que recuerdo, pero esto iba a ser distinto.
Solo resonaba la voz de Marloc en mi cabeza, como si a pesar de estar a mi lado nos separaran días de distancia. Y mi cuerpo reaccionó a pesar del dolor de las heridas y el cansanció acumulado. Dirigí mi espadazo hacia Marloc y el por supuesto, respondió. Ordenó a sus guardias que no se acercasen como si de un juego se tratase para él. Pero yo combatí, y lo hice bien.
Mis pasos fueron ágiles, como si hubiera sacado fuerzas de la nada. Golpeé a Marloc varias veces, pero el cansancio hizo mella en mí y de repente todas mis fuerzas se agotaron. Mi cabeza seguía pensando el siguiente movimiento, pero mi cuerpo se rindió. Y solo tengo un último recuerdo. Un recuerdo oscuro, pues Marloc agarró mi mano y como si fuera una marioneta y dirigió la espada hacia el cuello de mi compañero. No pude reaccionar, no tenía fuerzas, estaba herida y agotada, y ahora, mi compañero estaba muerto. Por mi culpa.

Khalik (Sigeiror)

Se había prometido a sí mismo que no habría más nantio modificado.

Sin embargo, las cosas no estaban yendo cómo él habría deseado. El antídoto estaba lejos de encontrarse listo a tiempo. Y cada vez eran más las personas que, al verse desprovistas de sus dosis, parecían enloquecer… ¿Cómo habían podido llegar a aquello, cuando él solo había pretendido salvar vidas?

Antes, él solo era un hombre normal. Un investigador dedicado a su obra. Ahora que había conocido a las bestias que mandaban en las calles de Nased, ya no podía decir lo mismo. Había comprendido como, para aquellas bandas y sus aliados, el fin justificaba los medios. Y había conocido al verdadero rostro de la violencia.

Las muertes ya no eran solo cosa de Marloc, sino una constante en las noches de Nased.
Su familia, seguía desaparecida. Sus supuestos aliados, se habían esfumado. Algunos de sus compañeros habían muerto o sido capturados, sin que pudiera hacer nada por ellos.
Y ahora, cuando Faruq parecía estar corriendo la misma suerte que los adictos de las calles, y mientras que su antídoto ni si quiera estaba dando resultados para ayudarle, perdían el laboratorio en el que poder investigar lo más deprisa posible.
Cada vez le era más difícil garantizar su supervivencia, y si él caía, no habría cura ni remedio posible.
Todo parecía ir en su contra, a la par que más muertes y desgracias se sumaban al peso de la carga que portaba su conciencia.

Sí, se había prometido a sí mismo que no habría más nantio… Pero, a veces, había promesas que uno no podía mantener aunque quisiera.
No a cualquier precio.


Estas dos aportaciones para el personaje de Khalik han sido redactadas por Favnia y revisadas por Sigeiror)

Khalik (Sigeiror)

Si cuando Khalik empezó a investigar en pos de mejorar la sanidad y salvar vidas, le hubieran advertido de las consecuencias, tal vez nunca habría compartido con el mundo su obra maestra.
Él sólo había querido evitar que muriera gente, y hacer que pudieran curarse enfermedades cuyas operaciones conllevaban demasiado dolor como para garantizar la supervivencia.

Ahora, era libre por fin, tras haberse visto forzado a convertir su buena obra en un arma para la obtención del dinero a costa de la salud y la vida. Pero aun siendo libre, no estaba a salvo. Lo sabía.

Y además, estaban los hechos: su familia, en paradero desconocido, en un claro intento de presionarle y doblegar su voluntad. Demasiadas detenciones de personas que, pese a lo sospechoso que era estar en un fumadero, podrían ser inocentes. Dos chicas torturadas por ocultar su paradero. Varios muertos en un solo día, y la promesa de que, cada mañana, aparecería uno mas.
Así sería, a menos que él se entregase, fuese encontrado, o traicionado por alguno de los que ahora parecían protegerle.
Todo, por una sola razón: su nantio modificado.

Un nantio que, a la vista de lo ocurrido, Khalik se juró no volver a fabricar jamás.

Izam (karamafov)

Todavía no les conocía, pero esto era lo más parecido a no estar solo, desde hacía demasiado tiempo. Un tiempo que, de alguna manera, había corrido a ratos, pero que en general se había arrastrado a lo largo de toda su vida. Lentos fueron los años en ese desierto, en ese puesto avanzado. ¿Avanzado, hacia dónde?-solía pensar. Avanzar es el concepto que menos le volvía a la mente cada vez que recordaba ese vetusto fortín perdido de la mano de los dioses. Hacía años que la ruta que guardaba estaba en desuso, y ya hasta las tribus habían decidido emigrar a tierras con más movimiento. Poco que hacer y mucho tiempo para pensar.

Entonces, de súbito, el tiempo quiso dar uno de esos acelerones. La caída de aquel borracho del puesto de vigía. Los gritos del hombre, rotas las piernas, mezclados con las risas de los compañeros que habían bebido con él hacía un rato. La llegada de los oficiales, las preguntas. Entonces conoció a Razdel, el cirujano del puesto. Llevó, junto a otro hombre, al herido al camastro. Allí vio que había médicos que podían ser algo más que carniceros y atiborradores de calmantes. Razdel le ordenó ayudar. No fue gran cosa, pásame eso, trae esto otro. Sujétale. El hombre no volvió a caminar, pero esa noche cambió algo, y los cambios no se olvidan fácilmente en un puesto avanzado. La siguiente semana parecía que el tedio del desierto y el hartazgo de esa guardia tiznaba menos la boca, cansaba menos el ánimo. En seguida identificó qué había sido, y, según notaba que los efectos de esa noche pasaban, quiso repetir.

Quiero ayudarle, aprender - dijo a Razdel, que leía sentado a la sombra del cuartel, la única de las edificaciones del puesto que podía ser llamada así. Quizás el tedio empezaba a agobiar también al médico, quizás no. El caso es que en pocos días distraía una o dos horas para ir aprendiendo, poco a poco. A pesar de la poca actividad, no faltaron algunas ocasiones para poner en práctica lo aprendido. Llevaban años sin ver siquiera de lejos a las tribus del desierto, pero nunca habían faltado las peleas de borrachos, caídas, enfermedades, y un más o menos largo etcétera de casos que, para un principiante, se antojaban cuanto menos interesantes y, tras ser solucionados, gratificantes.

Hasta que volvieron a ver a las tribus. Hasta que masacraron a la expedición que acompañaba a esa caravana. La ruta que pasaba por su puesto hacía mucho que no era usual. Si el puesto había seguido en pie, pensaba, era más culpa de la lentitud administrativa de su tierra para clausurarlo que de la utilidad para la defensa de algo. Pero esa caravana, por algún extraño motivo, había preferido usar esa ruta. Y, por algún motivo aún más extraño, la tribu se enteró.

Y el tiempo dio otro acelerón, y de repente todos estaban muriendo. Esas caras de aburrimiento destrozadas, los cuerpos de hombres poco disciplinados para el ejercicio tirados en el suelo. Muertos en vida y, ahora, muertos, simplemente. Y esta vez, los gritos eran un coro, de todos sus compañeros, enlazado con las risas de los guerreros de las tribus. Pudo haberse escondido, pero no lo hizo. No por valentía. Simplemente todo pasó tan, tan rápido. El tiempo ha sido extraño. No le vieron, a veces esas cosas pasan. Como que una tribu asole una caravana en una ruta apenas sin uso en años.

De repente, llegó él. Y le pareció al principio que era su mentor en la curación, aunque no era así. Rebuscó en su bolsa. Dijo unas palabras de ánimo, de calma. Aplicó algún ungüento, algún bebedizo. Algunos pudieron salvarse. Otros pudieron morir en paz, tranquilos. Cuando todo hubo terminado quiso hablar con él. Fueron unas pocas palabras, prácticamente nada. Pero recordó dos cosas. Un nombre. Un nombre y una ciudad.

El tiempo, caprichoso, volvió a aletargarse. Meses de explicaciones y esperar. No por los hombres del puesto, pero la caravana debía tener algo más extraño que su ruta, y los emporios comerciales curiosidad por dónde han ido sus bienes. Perdió la cuenta de los departamentos, de los funcionarios, de las preguntas. Al final, lo dejaron ir. Parecía que los años en ese puesto le habían pegado algo de ese pardo, de ese gris. De esos días tan parecidos unos a otros. Se había convertido un poco en su entorno. No para todos, claro. Siempre hay gente más despierta, a la que calan más las cosas.
En el puesto, a pesar del intento de ayuda de Razdel, se ganó la enemistad de los mandamases. Con todo lo sucedido parecía que la administración harrassiana empezaba a fijarse demasiado en la utilidad de ese puesto, y el trabajo cómodo de algunos empezaba a tener los días contados.

Al final decidió poner tiempo, y espacio, entre él y todo eso. No se sentía capaz de volver a quedar atrapado en esa vida otra vez. No con el recuerdo de todos esos muertos, que, a pesar de todo, vivieron más el día del ataque que en todos los días de todos los años anteriores. Tenía el nombre de un alquimista brillante, y una ciudad. Nased...

Laila (Favnia)

Habib, estaba muerto.
Ahhotep, capturada.
Faruq, descarriándose.

"¿Qué tal si te lamentas únicamente por aquel que es tu amigo?" jugó a decirle la vocecilla más frívola de su ser. "En el fondo lo de los otros dos soluciona un poquito el problema del traidor..."

Laila negó para sus adentros: no podía dejarse controlar por sus temores y defectos. Tenía que mantenerse fiel y centrada.
El problema era que no podía: la culpa la torturaba mucho más que cualquier interrogatorio o castigo vivido.

Porque sabía que ella podría haberlo evitado. Si ella hubiese estado en esa arena, Ahhotep no habría sido traicionada. Y Habib tal vez siguiera con vida.
Pero el miedo a que su oscuridad hubiera supuesto un peligro, no sólo para sí misma sino para el resto, había sido más poderoso que su sentido de la responsabilidad.
Sabía que esa visión bien podría haber desatado a las sombras que habitaban sus entrañas.
Sabía que no ser capaz de controlar la parte más oscura de su ser, podía resultar fatal para todos.
Sabía que había cosas del interior que nunca deberían asomar al exterior.
Pero sabía, también, que eso no era excusa.

Y aún así, ¡maldita sea! ¿Por qué tenía ella que estar en todas partes? ¿Es que no les había dejado claro que ella tenía ya una tarea esa noche? ¿Es que ninguno más podía responsabilizarse? ¿Es que Faruq nunca iba a verla como una adulta capaz de ir sola a algún sitio y defenderse por sí misma? Su lanza habría sido más útil en esas gradas que entre las sombras de los burdeles, ¡joder!

"Sigues siendo tan culpable como los demás, y lo sabes", sentenció la voz de su martirizadora conciencia.
Y no había posibilidad de recurrir el juicio.

Como tampoco parecía haberla de recuperar a Ahhotep.
Y por más que la susodicha pareciera estar más a salvo sufriendo como esclava, que libre junto a ellos, eso no cambiaba los hechos: era culpa suya y, además, en su intento de recuperarla, había tenido que soportar una vez más que, por hábil que fuera en el arte del disfraz, alguien la señalase para recordarla de donde venía.
Era un latigazo de cruda realidad: como furia había nacido, y como furia también moriría.
Y, además de furia, era culpable.

Era tan culpable de todo aquello, como de los muertos de aquel edificio que había ardido ante sus ojos, y que habían tenido la inteligencia de abandonar aquel mismo día.
Tan culpable, como lo era de las muertes con las que Marloc regaba su cosecha de terror sembrada por toda la ciudad.

Y pronto podía ser culpable también de dos cosas más: Una, que Khalik siguiera sin recuperar a su familia. Y dos, que Faruq, poco a poco, pudiera ir dejando de ser Faruq.

Laila (Favnia)

"Tengo mujer, y dos hijas", había dicho el médico, eclipsando el eco de voces confrontadas que llenaban las paredes de esa húmeda celda...


Laila inspiró profundamente, llevándose una mano al vientre. En su interior, sólo había vacío. Un vacío ponzoñoso y supurante, como un agujero negro entre sus entrañas que escupía dolor a cada instante.
Ella también podría haber tenido una familia.
Pero no fue así.

Sin embargo, tal vez tuviera en su mano la opción de evitar que aquel hombre corriera su misma suerte. Esa despiadada y caprichosa suerte que, desde el primer pestañeo, le había ido arrebatando cada oportunidad que había ido presentándose ante ella.
Pero para eso, había que descubrir al traidor por un lado, y hacer recapacitar a Dhaida por otro.
Porque Laila, sencillamente, no podría soportar ni perdonar nunca que la moneda de cambio con la que pagar por su vida o libertad, fuese la de un hombre bueno que todavía estaba a tiempo de salvar a la familia que ella no llegó ni a rozar.
Las heridas ya tratadas de su reciente tortura eran la prueba de ello.


Buceando a solas en ese oleaje de recuerdos lejanos y cercanos, pensó en Faruq. La imagen de su amigo, arrodillado en aquel suelo mugriento y sumido en un desgarrador desconsuelo, taladró sus pensamientos. Reconocía ese tipo de llanto: reconocía las lágrimas de la perdida. ¿Cuánto de similar lo que ambos habían sentido? A él también parecían haberle arrancado algo desde lo más profundo de su ser. La diferencia era que lo que a Laila le habían extirpado no era la esencia divina de lo más sagrado, sino el fruto de la única felicidad humana que había compartido. Y lo cierto era que la joven no sabía discernir cuál de las dos pérdidas era más dolorosa.


Y, peor aún: tampoco sabía muy bien qué camino debían seguir ahora.

Faruq (CelicaSoldream)

Jadeó, y su propia voz le sonó extraña. Sudaba, notaba sus escasas ropas pegadas a su cuerpo, tanto que casi asfixiaban. La piel le ardía como si estuviera en llamas y la ansiedad le mantenía doblado, oprimiéndole el diafragma como si estuviera recibiendo una paliza continua.
A todo ello se sumaban las migrañas, los temblores y las náuseas que evitaban que pudiera retener ningún tipo de alimento en su organismo. La boca le sabía ácida por culpa de los vómitos reiterados y su olor acorde parecía haberse instalado perennemente en su olfato.

En resumen, Faruq estaba teniendo un mal día.

Volvió a darse la vuelta sobre las sábanas empapadas, y fue como girarse sobre una cama de clavos. Cada movimiento era una tortura, cada minuto una eternidad. Hundió el rostro en la almohada y volvió a gritar, llamándola. Intentaba que el eco ahogado de su voz no se escuchara más allá de la puerta cerrada de la espartana habitación.
Aunque en su fuero interno suplicaba porque sus gritos traspasaran el vacío que se había instaurado entre él y su diosa; su intento resultó fútil. Era como gritarle clemencia a una figura que se aleja en el horizonte, sabiendo que te está dando la espalda.

La soledad le embargó de nuevo, hasta el punto de desgañitar otra vez su garganta por pura desesperación. Quería… No, necesitaba una dosis de inmediato.

No podía más, no podía soportarlo ni un minuto más…

Ahhotep (Minea)

Ahhotep siempre ha pecado de ser una ingenua y esta noche lo acaba de demostrar. Ella no está hecha para esos trámites con funcionarios, sólo entiende de espadas y de matar al que le pongan por delante y eso es lo que ha hecho. Pero, hoy, nuevamente, anda detrás de su amo dócilmente y escoltada por sus guardias.

Camina cabizbaja mientras llega a las chabolas, las rejas se abren y Ahhotep vuelve al agujero inmundo que le reclama una y otra vez.


Marloc (Verion)

En lo más profundo de su ser, Marloc sabía que era una mala persona. Sabía que si había dioses, ninguno lo querría nunca, sabía que su violencie había alejado toda sinceridad de su alrededor.

Sabía que no debía hacer tanto daño, pero sabía que era necesario, porque solo con el uso de la fuerza extrema podría imponer el temo con el que conquistar Harrassia.