Nota de la autora: Faruq tiene acento al hablar, así que lo escribo como tal. Los sonidos "za, ce, ci, zo, zu" los pronuncia con una "z" zumbada (como si fuera inglés), y en general marca mucho la "n" y la "s" líquida. Las "r" son "eres", ya que en su idioma no existe la "r fuerte" ni la "rr"; del mismo modo que la "p" se pronuncia como una especie de "b" fuerte y la "j" como una "h" aspirada.
Faruq entró primero en el cuarto, y sujetó la puerta de madera hasta que Khalik siguió sus pasos al interior. Cerró, dedicándole una mirada furtiva a Izam, quien observaba por la ventana del salón que daba a la calle cómo sus compañeros se dividían por los callejones para dirigirse a los diferentes puntos de la ciudad.
— ¿Qué querías decirme, Faruq? — preguntó el médico en cuanto la puerta se cerró. El guerrero le observó, consciente de la leve tensión que el hombre intentaba disimular con evidente torpeza. No parecía demasiado cómodo con la situación, tal vez porque empezaba a intuir qué era lo que el nómada pretendía.
— En verdad, io pedirte favor —. Faruq se pasó la mano por la nuca, demostrando que para él aquello tampoco era algo fácil. El sudor que empapaba su pelo oscuro le humedeció los dedos. — Io no encuentro bien desde haze días. Sudo muchio, siento cansado, cabeza da vueltas, malos suenios... —. El nómada hablaba con sinceridad de los síntomas de lo que claramente era el síndrome de abstinencia del nianto. Khalik cambió el peso de pierna, algo más relajado, y se cruzó de brazos.
— ¿Dhaida y Laila saben que consumes nantio? — le preguntó sin tapujos. Faruq torció la boca, desencajando brevemente la mandíbula para demostrar su inquietud antes de contestar.
— Dhaida no sabe. Laila ser lista, pero io no decir —. El nómada se encogió de hombros con cierta culpabilidad. — Cosas más importantes ahora.
— ¿Cuándo fue la última vez?
— Aier nochie termino la última pipa. No tengo más aún.
— Y supongo que quieres que yo te proporcione más... —. Khalik no ocultó la decepción en su expresión, como tampoco lo hizo Faruq con su velada súplica. Ver al nómada en ese estado de necesidad incrementaba aún más la culpabilidad de Khalik y le recordaba su responsabilidad con la droga.
Faruq asintió finalmente a su afirmación y el médico suspiró, dejando caer los hombros. — Lo siento, Faruq, pero yo no creé el nantio para esto. Pretendía ayudar a la gente, no esclavizarla, y menos aún provocar todo... esto —. La lucha interna del médico era evidente. Pero eso no evitó que el nómada frunciera el ceño y le observara con cierta decepción. — No puedo darte lo que me pides, tienes que entenderlo.
— Io entiendo eso —. Faruq asintió, si bien en sus gestos se adivinó el tenso control de quien no quiere soltar por la boca lo primero que le viene a la mente. — Mira —. Alzó la mano. Ésta le tembló en el aire, de forma constante y completamente involuntaria. Khalik amargó el gesto al verlo, y el nómada frunció aún más el ceño. — ¿Cómo tú quieres que io proteher nada si no poder coher ni lanza? — preguntó con indignación.
— Sé que es difícil de superar, pero tú no dependes de eso para pelear. Creo que deberías considerar...
Faruq resopló tan fuerte que interrumpió el discurso del médico. — Io intento, ¿si? Intento muchias veces, pero ahora no ser momento —. El nómada señaló hacia un lado, refiriéndose al mundo más allá de la pared. — Si Marloc venir, si otros venir por ti, o hazer dañio a Dhaida o Laila; io no puedo luchiar, ¿entiendes? —. El nómada empezó a hablar con los dientes apretados y los músculos del cuello tensos como el acero.
— Lo entiendo, Faruq. Pero si hago más para ti, cuando se termine, ¿qué harás? —. Khalik negó con la cabeza. — Volverás para pedirme más, y lo sabes.
— Io puedo deharlo otro día, cuando ser bueno. Ahora no bueno, ahora peligro.
— Pero...
— ¡¡No "pero"!! —. Faruq estalló y agarró al médico del cuello de su túnica, y casi lo levantó del suelo. Las pupilas se contrajeron en sus ojos enrojecidos por la ira y la necesidad producida por la droga, viendose por un momento capaz de hacer daño a ese hombre si seguía negándose a darle lo que quería. Khalik hizo amago de zafarse, pero desistió pronto al saber la inutilidad que resultaba vérselas con un hombre que claramente era más fuerte que él. — ¡¡Tú lebn koib!! ¡Ashnorkal shun...!
Al percatarse de que estaba hablando en su lengua materna, se percató también de lo que estaba haciendo. Faruq parpadeó, cambiando su expresión iracunda repentinamente por una que denotaba confusión y una desagradable sorpresa. Acto seguido, soltó a Khalik y le observó, asustado de sí mismo y con una terrible sensación de culpa. Se miró las manos temblorosas.
— Io siento... Io... no sé quie pasar... —. Reculó un par de pasos. Khalik, que había mantenido una loable entereza a pesar de todo, se recolocó las ropas sobre los hombros y echó el aire que había contenido inconscientemente en los pulmones al verse atrapado por el enorme nómada. — ¿Tú estas...?
— Estoy bien. — Unos golpes sonaron en la puerta justo entonces, y la voz de Izam sonó desde el otro lado, preguntando si todo iba bien. — ¡Sí, tranquilo! — exclamó Khalik con voz conciliadora. Acto seguido se quedó mirando a Faruq. Verle tan perturbado por lo que estaba sufriendo hizo que no sintiera ningún atisbo de rabia contra él. — No te preocupes, Faruq —. Entendía perfectamente que la abstinencia estaba haciendo estragos en el autocontrol del salvaje. Para su desgracia, ya lo había visto otras veces.
Khalik se pasó una mano por el pelo oscuro, y caminó erráticamente durante varios segundos por la habitación. Faruq no le dijo nada, de hecho mantuvo la mirada baja, aún visiblemente avergonzado por su reciente reacción. Al final fue el propio médico quien se detuvo delante de él, y puso la mano sobre el hombro desnudo y tatuado del nómada, incitándole a devolverle la mirada.
— Te daré lo que me pides, sólo hasta que las cosas se calmen y pueda desarrollar el antídoto, ¿de acuerdo? — le dijo aparentemente convencido. Tanto que incluso Faruq parpadeó, sorprendido por su repentino cambio de actitud.
— Sí —. El nómada asintió, y golpeó suavemente su pecho una vez con el puño cerrado, para seguidamente golpear el pecho de Khalik, como hacían los miembros de las tribus cada vez que cerraban un trato o una promesa. El médico le miró extrañado al principio, pero al final sonrió con una feliz idea en la cabeza. Una que, por el momento, había decidido no compartir con Faruq.
— Entonces necesito volver al laboratorio.
Hechos ocurridos durante la 2ª partida ambientada en Nased.