Hermanos Juramentados de la Espada Negra
Hacia un mundo de mecenas y patrones
1-3-2015 13:14
Por Verion
En el pasado he hablado mucho de “crowdfundings”, en este, mi blog dentro de Espada Negra, si bien nunca he tocado el tema de los “patronatos”, aunque no sé cual es el nombre genérico de esta forma de financiación que se basa en que los participantes participan en un proyecto mediante una donación de carácter periódico que permite dotar a este de continuidad. En este asunto de la financiación por patrones una página web, hasta donde yo sé, tiene una gran relevancia, y se trata de patreon.

Si bien en el mundo del rol esto ha dado un par de empujes a dos proyectos recientes (el canal de Jesús Rolero y la campaña de Zonk) no es el único ámbito en el que se producen esta forma de participaciones, y podemos encontrar ilustración, novela, cómic y un buen número de formas de arte separadas por categorías. En este sentido patreon parece especialmente orientada a la relación entre creadores y destinatarios finales. Este concepto, junto con los “crowdfunding” podría llegar a cambiar la naturaleza económica de la creación.

¿Necesitaba el modelo un cambio?

Aunque en muchas ocasiones toda suerte de personas me indican que las editoriales de rol son hermanas de la caridad que hacen lo posible por autores y usuarios, y que de hecho salvan al rol, yo tengo un mal concepto de estas entidades (ni siquiera de los individuos que lo forman) como intermediario quizá no del todo imprescindible, sino simplemente intermediario caro.

Sin quedarme en las editoriales de rol españolas, sí creo que el modelo de financiación artístico ha necesitado (o necesita) un cambio. Hasta hace muy poco tiempo las editoriales (o discográficas, o lo que sea en cada ámbito) han gozado de un gran poder como siempre gozan los grandes intermediarios. Creo que en muchos casos se han producido abusos de poder que han dado lugar a situaciones como las siguientes:
  • Hipercomercialización del arte: todos sabemos que las empresas quieren beneficios y no riesgos. Desde esta perspectiva el progreso social del arte quedaba absolutamente estancado, desde mi punto de vista.
  • Influencia en esferas políticas: en los momentos recientes todos hemos podido comprobar cómo las grandes editoriales forzaban cambios legislativos para proteger su modelo e intereses económicos.
  • Ninguneo de los creadores: tradicionalmente la parte de los creadores es bastante pequeña, y solamente aquellos autores con ventas descomunales contaban con beneficios suficientes como para poder comer unas cuantas veces.
En mi opinión este modelo ha estado enfermo desde hace muchos años, y ha quedado constatado con el acceso a la información y el desarrollo de tecnologías que ponen en tela de juicio el papel de algunos agentes.

El valor ético del dinero

Me parece imposible hablar de este asunto sin hablar del significado del dinero. En una visión microscópica el dinero parece una forma de intercambiar bienes y servicios, pero la realidad desde un punto de vista más amplio es más compleja, extremadamente más compleja si nos sumimos en los tenebrosos terrenos del a macroeconomía.

Salvando circunstancias especiales (como herencias, especulaciones y otros) una persona consigue acceder a este sistema de control de recursos haciéndose valioso para la sociedad mediante un trabajo reconocido por las suficientes personas. En esas circunstancias una persona consigue adquirir los bienes necesarios para su subsistencia básica, y después le queda “algo” que puede ahorrar, o utilizar para obtener bienes que le hagan crecer en otras direcciones.

Es aquí donde entran los creadores y la comercialización. Una persona puede elegir adquirir una obra (o una copia de una obra) para su progreso personal, y de esta forma se “cierra” otro ciclo en relación con los creadores de esa obra.

En este demasiado simplificado modelo las personas se aportan las unas a las otras y se produce un desplazamiento del potencial positivo, y no sería necesario nada más, de no ser porque este modelo no solo es simplista, sino que también está corrompido por los intereses de grandes empresas que ya todos conocemos. Pero me sirve para establecer ese marco básico. Ese “dar y recibir” moral que parece en cierta forma justo.

Un momento de locura

Y de repente llegó la contradicción. Las personas pudieron copiar las obras y reproducirlas en fantásticos dispositivos digitales. Desde una perspectiva personal, ¿para qué pagarlas?

De alguna forma se puede apelar a cierta conducta social con un mensaje repetido muchas veces por las entidades de gestión: “los autores se morirán de hambre”. Bueno, los autores (excepto los muy comerciales) ya se morían de hambre. Creo que este argumento en realidad defiende a las editoriales. Sin defender a las entidades de gestión, hay un sustrato de verdad en sus demagógicas afirmaciones: la cadena de “alguna reciprocidad” se rompe, al menos en teoría.

En mi opinión el modelo tenía unas contradicciones que nos dejaron a muchos confundidos. Creo que el primero se hizo evidente al constatar que el coste de los soportes físicos era muy inferior al que creíamos; en los últimos años los costes de producción habían descendido muchísimo, y esto no se repercute en que haya reducción de precios finales. Esto nos ha llevado a sentirnos estafados al ver que un libro en formato físico se vende por veinte euros, y en formato digital por dieciocho. Claro, ahora han llegado nuevas empresas digitales que pueden obtener unos beneficios descomunales con márgenes inferiores en tanto que consigan cantidades de clientes ingentes, y ahí tenemos a itunes, amazon, y otros.

Para colmo una gran crisis a nivel mundial redujo los ingresos de muchos individuos y colectivos, lo que dio lugar a que muchos se hicieran cuestiones sobre la naturaleza del conocimiento libre. En su versión más breve, ¿es que no es bastante que los ricos tengan mejores casas, mejor comida, mejores coches, es que encima pueden acceder a más cultura?

Por eso digo que se ha producido un momento de locura, lo cual no significa que se haya acabado o que se vaya a acabar. No voy a hacer pronósticos, no por el momento.

La publicidad

Una entidad que nunca dejó de estar ahí empezó a tener especial peso en esta era de incertidumbre, y es la publicidad. Este poderoso negocio ha dado lugar a una gran cantidad de notorios servicios de carácter gratuito en internet, como por ejemplo las redes sociales. Páginas con millones de visitas también pueden conseguir su financiación a través de este método.

La transferencia de valor en este caso se basa en múltiples agentes. La empresa publicitada aparece en la página de múltiples visitas gracias a un intermediario. El usuario de la página accede a la publicidad, se interesa por el producto y en su proceso de adquisición teóricamente ha acabado pagando los tres eslabones.

A mí me parece que este proceso está lleno de perversión, pero solo señalaré un aspecto evidente. Solo las grandes páginas (y grandes canales de vídeo, y grandes lo-que-sea) pueden financiarse con el modelo de la publicidad. No tengo que enarbolar una razonamiento en sí, solo señalar a una realidad que creo que es conocida por todos.

Y llegó la financiación colectiva.

El acto de pedir. Para algunos es triste (no tan triste como robar), pero el acto de pedir por internet para llevar a cabo proyectos ha podido llevarse de una forma considerada honorable por una gran cantidad de proyectos y usuarios. En una dirección tenemos los “crowdfundings”, que piden dinero para realizar una acción concreta, y en otra los patronatos, que la piden para una acción continuada.

Los crowdfundings actuales tienen una regulación social un tanto confusa. Como son similares a las preventas, el mecenas puede juzgar si lo que recibe es proporcional a lo que paga por obras similares en tiendas. Si por ejemplo hubiéramos puesto la participación del juego de rol de Espada Negra (con el juego) en cien euros, seguramente no nos habríamos comido un colín. En esta atribución de costes hay una trampa bastante importante, y es que se está sacando de la ecuación a las tiendas y distribuidoras, pero gracias a ello es posible conseguir una razonable financiación e incluso incluir jugosos extras adicionales para los participantes.

Los procesos de patronato son un tanto distintos. En primer lugar no se produce tanto esta visión utilitarista de la relación, pues se da una situación en la que las peticiones no tienen por qué ir asociadas a la obtención de un material físico concreto. Si tomamos el caso de los juegos de rol, en el caso de la campaña de Zonk se recibe una serie de documentos en PDF, y en el caso de Jesús Rolero este adquiere unos compromisos en relación con su canal.

Desde mi punto de vista esto da lugar a una relación bastante buena en el sentido de que no hay -apenas- intermediarios. Creo que en este sentido el flujo del valor es rápido y bastante sincero. ¿Crees que Zonk debe recibir contraprestración por su trabajo? Pues te conviertes en uno de sus patrones. ¿Crees que no? Pues no lo haces. No hay editoriales de por medio. Hasta puedes hablar con él y preguntarle tus dudas.

Para mí un aspecto muy importante en esta tónica debería ser que el trabajo liberado debería pertenecer a la comunidad en un sentido más amplio. Aplaudo por ejemplo las iniciativas de dibujantes que ponen sus obras a disposición bajo una licencia “Creative Commons”. En este sentido ellos se han sentido sustentados por la comunidad. La existencia de estas obras a disposición de otros creadores fomenta un ecosistema en el que los costes de financiación pueden ser, de nuevo, mucho más asumibles, amén de facilitar ciertas tareas adicionales, como carteles de jornadas.

No es descabellado, incluso, que (por ejemplo) creadores de juegos financiados por procesos colectivos apoyaran así mismo a artistas mediante patronatos para que se crearan obras que no solo se usaran en sus juegos sino que pasaran a ser parte del patrimonio común. Con esta estructura conseguiríamos cerrar un ciclo creativo común importante, del que aún no estamos cerca.

Pero no todo es bonito

Si bien este modelo tiene algunas consecuencias positivas plantea una serie de problemas que hay que tener en cuenta.

En primer lugar deja fuera a editoriales y tiendas. A menos que la situación cambie mucho, el papel social de estos actores tendría que adaptarse. En este sentido se puede señalar a una desprofesionalización del sector en el caso de pérdida de capacidad de las editoriales, y a una dificultad de expansión en el caso de las tiendas. ¿Puede un sector sostenerse únicamente en internet? ¿Tenderían diversos colectivos hacia auto devorarse? ¿Es preocupante?

En segundo lugar tenemos la aparición de nuevos intermediarios, en este caso las plataformas digitales de financiación colectiva. A mí, por ejemplo, viendo los números de verkami, me hace pensar en si esa plataforma tiene un papel social suficientemente trascendente para justificar tamaña ganancia. Con patreon me ocurre lo mismo. Ya saben sus mercedes, no me gustan demasiado los intermediarios y temo su efecto futuro.

Si bien en las editoriales teníamos cierta dictadura de lo comercial, en el caso de los procesos de financiación colectiva nos podemos encontrar con una dictadura de lo popular. No es tan importante hacer algo bueno como saber venderlo, y a mí me parece que eso rompe la supuesta relación de sinceridad entre creadores y usuarios. Este asunto está aún muy poco explorado, pero ya se empieza a notar el cierto de divulgadores concretos (tengo anécdotas dolorosas, si sus mercedes quieren escucharlas) que pueden marcar la diferencia entre el fracaso y el éxito. ¿Tenderá eso hacia la prostitución de las obras en pro de la popularidad?

Allí donde hay dinero surgen todo tipo de personas que quieren dinero. ¿Tenderá este paradigma a la aparición de demasiados intentos de financiación colectiva que, si bien no tengan éxito, arrastren a otros que pese a contar con buen esfuerzo no hayan tenido la popularidad suficiente?

Hacia un consumo responsable

Muchas veces se señala, por ejemplo, que tales o cuales políticos son unos gestores horribles, o que son unos ladrones. Pero curiosamente son los políticos que han elegido los votantes. Y ya sé que el sistema está muy bien montado, y que son quienes tienen los recursos y todo eso, pero aún así creo que hay que fomentar un voto responsable.

Con el consumo pasa algo parecido. Si uno compra bienes a una empresa que utiliza mano de obra esclava, pues seguirá haciéndolo. En este sentido yo creo que el consumo responsable es la clave para responder no solo a las cuestiones aquí incluidas, sino a muchas otras.

El poder de la masa

Algo que para muchos resultaba certero queda muy patente con estos procesos de financiación: como individuos no tenemos ningún poder, pero como personas unidas podemos conseguir cosas que antes no nos imaginábamos. Incluso dentro de un pequeño colectivo como somos los jugadores de rol en España se da la situación de que se financian muchos y muy variados proyectos gracias a la generosidad y buena voluntad de cientos de jugadores que eligen confiar en diversos colectivos de creadores, uno de los cuales somos nosotros mismos.

De estos procesos espero que todos emerjamos crecidos y convencidos de nuestro poder. Espero nos hagamos conscientes de nuestra responsabilidad y emerja un paradigma mucho más sano que los que hemos vivido hasta este momento.



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