Hermanos Juramentados de la Espada Negra
Afeitarse de verdad
30-1-2023 13:50
Por Verion
Recuerdo que hace no muchos meses, en un moderado grupo de warhammeros, alguien se puso a chulear como provocándome, intentando comparar cuanto peso levantamos en diversos ejercicios en el gimnasio. Yo no tengo ningún interés en enzarzarme en una competición sin sentido con un joven al que la testosterona le hace tomar decisiones cuestionables, pero alguien del grupo contestó “yo no me metería con un experto en armas blancas”. Bueno, yo no me considero como tal, pero sí reconozco que tengo interés en el asunto y que invierto esfuerzos en saber más.

Desde luego no me escribiendo en internet sobre cómo es tal o cual modelo de cuchillo, o qué cualidades prefiero en una espada de mano y media, porque me parece un poco sucio, casi diría innecesario, así que llevo ese asunto de una forma un poco íntima. Aún así quiero insistir en que si bien tengo más interés que la media, no soy en absoluto un experto.

Pongamos por caso el del filo de los cuchillos. Si bien entiendo sus conceptos y tengo herramientas de aceptable calidad para este desempeño, no dedico horas a ello por dos motivos: el primero, que no se me da especialmente bien, y el segundo, que se me lleva horas que prefiero invertir en otras cosas (que sí hago bien).

Uno de los saltos que nunca me había decidido a dar en este sentido es el relacionado con el afeitado. Si bien yo la mayor parte de los años de mi vida me he rasurado la barba con “maquinillas” de hojas triples desechables, desde hace media docena de años venía haciéndolo con una navaja de barbero de hojas desechables que me regaló mi difunda madre.

Este paso exige un razonable buen control de la navaja y permite ahondar en la relación entre el metal afilado y la propia persona, y fue un paso que nunca me he arrepentido de dar. Encontré dos ventajas fundamentales en todo esto. La primera es haber dejado atrás esos incómodos tiempos en los que las hojas triples desechables se quedaban atoradas de pelos, y la segunda, ser mucho más económico (y generar menos residuos).

Y como supongo que es evidente para el lector despierto, ahora he dado un paso más, y me he pasado a una hoja de barbero tradicional. Es decir, de las que tienes que asentar el filo cada vez que la usas. Lo que viene a ser la experiencia de afeitado más tradicional que hay disponible hoy en día. Es algo que quería haber hecho hace tiempo, pero en verdad no es barato, así que siempre lo he ido retrasando, hasta el mes pasado.



¿Y qué decir? Pues que todos los afeitados que me había hecho hasta entonces han sido el modo aficionado. Es como ese juego que lo puedes poner en “easy” pero que no tiene ningún sentido. Y no es que el afeitado con navaja tradicional sea en sí mismo más difícil que el de las hojas desechables… simplemente es una experiencia más completa. Y no es algo que pueda explicar exactamente.

Hasta ahora para mí el afeitado era un deber incómodo que tenía que afrontar ocasionalmente. Algo así como echar gasolina al vehículo, pero más barato y con la molestia adicional de tener que ver mi jeta un rato en el espejo. Como resultado, mis afeitados siempre han sido tan deficientes como distantes entre sí.

Con la navaja de barbero, lo primero que haces es cuidar el filo. Tienes que tratarlo muy bien porque él te va a tratar de forma correspondiente. Lo asientas con cuidado, le echas una ojeada, lo acercas a la cara y das la primera pasada… y escuchas ese sonido, y ya eres una parte de un colectivo muy tradicional. No puedes volver atrás a las navajas desechables, ni mucho menos a las giletes. Tu navaja y tú bailáis al tono de un sonido que solo podemos escuchar los que nos hemos entregado a este acto tradicional, y cada afeitado deja de ser un deber incómodo, y se convierte en su lugar en un pequeño regalo íntimo que te haces a ti. Y al acabar, te miras al espejo… y has mejorado.

A nivel práctico hay algunas ventajas. Las esquinas no son esquinas, por lo que se pueden alcanzar lugares y utilizar técnicas que serían imposibles con las desechables, y en general por lo tanto las posibilidades de cortarse son menos. Y es cierto que la inversión inicial es significativa… pero los modelos más económicos (perfectamente funcionales, simplemente las cachas no son de maderas nobles) cuestan menos que lo que invierte en un año un usuario de hojas triples desechables. Y la navaja te puede durar toda la vida, si la tratas bien.

Pero no es este nivel práctico el que está detrás de esta elección. Es un montón de cualidades que no voy a poder explicar aquí; en parte es convertir un acto íntimo en lo más lejano posible al siglo de los mensajitos intrascententes, los mierdas de jutuv o la basura infecta de las redes sociales. En parte es entender de una forma adicional la relación entre la carne y el filo. Es algo muy particular que no nos interesa más que a una minoría.

Yo no me considero en absoluto una persona experta, pero pienso seguir este camino.


Entradas similares:
Re: Afeitarse de verdad
30-1-2023 13:52
Por Verion

Escribí este artículo a finales de diciembre. He tardado un mes en publicarlo por no tener una foto de la protagonista de esta historia. Una foto que he tardado segundos en hacer.

En fin, a ver si mejoro.


Re: Afeitarse de verdad
4-2-2023 12:33

Parece una opción sensata. Una de esas que puedes no llegar ni a plantearte... porque vives inmerso en este mundo de comprar-tirar-comprar.

Yo no uso cuchillas desechables porque simplemente me paso la máquina de cortar el pelo por la cara (con lo cual nunca me afeito del todo en realidad). También lo hago solamente cuando ya me molestan los pelos en la cara...

Pero quizás en el futuro.