Hace tiempo me dije que escribiría con un poco de frecuencia los artículos que quisiera. Un tema que siempre he querido incluir son reseñas de videojuegos, que es algo que me gusta mucho, pero que me cuesta bastante porque nunca he sentido que mi estilo de redacción fuera muy adecuado para esta idea.
Mi decisión final es escribir únicamente de juegos que por lo que sea he disfrutado. No se trata de una sección que busque un análisis particular sino reflexiones personales de yo (Verion).
En este caso el título que traigo es Streets of Rage IV, y sería un sinsentido explicar las cualidades de este juego sin mencionar su pasado que a su vez está grabado en la infancia o juventud de muchos de nosotros. Yo entré en contacto con él en su primera parte cuando los noventa eran una novedad, y lo hice alucinando por sus increíbles logros tecnológicos. Baste decir que por aquel entonces se decían cosas como que la música parecía prácticamente de CD, y que difícilmente se podría mejorar más. Qué locura.
Me cuesta mucho decir qué hacía que Streets of Rage fuera uno de nuestros juegos favoritos del género. Para mí tiene mucha relación la cantidad de movimientos atractivos que los personajes podían realizar, pero también la recreación romántica de la violencia callejera que tres juegos más tarde sigue siendo protagonista.
En cualquier caso el título que en mi opinión consagró a Streets of Rage como la mejor saga de las peleas callejeras fue su segunda parte, que incorporaba mayores diferencias entre personajes y movimientos realmente mucho más divertidos. Se diría, por tanto, que los personajes adquirían una mayor personalidad que caló hondo en nuestro recuerdo.
En mi opinión, la tercera parte no tuvo esta cualidad, y si bien innovó un poco en la forma en la que se comportaban algunas mecánicas, su genialidad en general cayó en picado a todos los niveles. Al menos eso es lo que yo opino.
En todo este sentido no hablo únicamente desde el recuerdo. Antes de afrontar la cuarta parte me pasé una vez más todos estos títulos en una consola portátil que emula consolas clásicas. Tengo que decir que estos juegos son en general bastante repetitivos y por lo tanto un poco aburridos, pero no dudo cuando digo que el segundo es el que más me divierte.
Así que una vez más en mi vida intenté crear el ambiente perfecto. Me guardé el juego en la recámara esperando a un día en el que no tuviera trabajo, que no hubiera ni ápice de estrés, ni nada así. Simplemente la voluntad juvenil por pasar una buena tarde con los hemanos Vallet en el sótano de su casa. Bueno, en verdad estos dos viejos amigos míos ya son señores que ni siquiera viven en este país y mucho menos tienen interés en jugar conmigo a nada, pero yo me los imaginé ilusionados como entonces.
Y la cosa funcionó. Streets of Rage IV coge los ingredientes buenos del II y les da un interesante remozado para rejuvenecer la saga directa al siglo XXI. Y no hablo solo de unos hermosos gráficos de estilo “cartoon” que tienen una fluidez muy agradable, sino que además me refiero a que sus mecánicas están muy bien adaptadas. Ningún golpe es especialmente infalible, pero todos tienen un buen momento en el que soltarlo. Los combos están bien pero tampoco son la solución a todas las situaciones, y los personajes son muy diferentes entre sí, de manera que afrontan la misma situación de formas muy diferentes.
Se nota que los diseñadores han pensado mucho en el factor de repetitividad que suele ser un lastre del género, y sin duda se han esforzado en dotar a los escenarios y enemigos de mucha personalidad, no solo a nivel visual, sino incluyendo mecánicas que el jugador puede explotar o sufrir y que cambian el resultado de la partida. No sé cuál de todos estos ingredientes es el que hace que me parezca una juegan tan re-jugable, como digo, algo extraño en este tipo de juegos.
Debo mencionar la música, pues siempre fue uno de los puntos fuertes de los juegos originales. En este sentido tengo que decir que si bien reconozco que había piezas buenísimas, otras tantas me aburrían e incluso me parecían completamente fuera de la tónica. En esta cuarta entrega me ha pasado lo mismo… y en cualquier caso el juego tiene la opción de usar la banda sonora clásica.
Como supongo que se intuye, estoy bastante agradado con el resultado, y espero estarlo más en el futuro en el que pueda jugar con algún que otro amigo (hasta cuatro personas en local, o dos por internet), y también cuando amplíen el juego con DLCs de contenido que a mí ya me resulta prometedor.
No obstante sí que quiero señalar un aspecto que para mí es negativo, y es el diseño de Blaze, la que lleva siendo la “prota” femenina desde el principio de la saga. No protesto del todo de su vestir absolutamente “cani” e inapropiado para cualquier forma de pelea, porque en realidad esta fantasía callejera lleva siendo el estilo evidente desde los noventa, y es una presencia tan absurda como muchos otros ingredientes de esta fantasía romantizada de bandas callejeras de cómic. Lo que me escama un tanto es la excesiva voluptuosidad que ni siquiera me termina de encajar con una Blaze que antaño casi parecía más bien anoréxica.
Pero dentro de lo malo, el DLC recientemente anunciado convierte a Estel Aguirre en un personaje jugable, así que si el lector piensa (como yo) que una guerrera de la calle tiene que tener algún tipo de constitución de peleadora, entonces podrá darse el gusto de repartir toñas con esta policía que, sin duda, cuando sale de su trabajo de represora de bandas, se va al gimnasio y levanta mancuernas que ya quisiera yo.
Y esto ha sido mi primera reseña positiva con el estilo de yo (Verion). Espero que los estimados lectores me hagan saber si les ha gustado.
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