He encontrado algo de tinta y pergamino en unas viejas ruinas de este páramo que no parece tener fin. Con ellos escribiré unas pocas páginas hasta que me aguanten las fuerzas o los defectos se lleven todo mi tiempo. Seguramente se conviertan en polvo como todo lo demás, pero quizás estas páginas lleguen a ser leídas por alguien...
Los defectos. Pienso en la lucha contra mis defectos, y la de la hermandad en su conjunto. Es un asunto que entiendo como de gran dificultad. En su aplicación como individuo, requiere disciplina constante pero es un esfuerzo que tengo constancia que es posible ejercer, y de que da sus frutos a este nivel. A nivel de un grupo de decenas de personas como la hermandad, he visto sus resultados beneficiosos, pero ¿cómo hacer más? Es necesario consenso en cómo actuar, y es difícil conseguir un impacto significativo contra el caos que por otro lado gobierna las sociedades humanas, que tienen un tamaño inabarcable. ¿Quizá la solución práctica sería hacer crecer la hermandad, buscando no mayor consenso, sino los resultados producidos por las iniciativas surgidas de sus subconjuntos? Aun así, la hermandad es una entidad pequeña y con pocos recursos, y si no me equivoco siempre será así, porque luchar contra el caos requiere esfuerzo y convicciones que he encontrado de forma muy poco común en mi experiencia. Y quienes tienen amplios recursos tienden a preocuparse por agrandarlos, no necesitan fuertes principios en sus vidas.
De todas maneras, ¿cómo sería posible mantener una organización con principios pese a su crecimiento? Las distintas escalas aumentan la complejidad de forma abrumadora: individuo, pequeño grupo muy afín, clan, región, civilización, mundo. Creo que existen muchas organizaciones con buenas intenciones pero con un funcionamiento corrupto, o incluso directamente creadas con malas intenciones pero publicitadas de forma hipócrita. Sin embargo, desconozco la existencia de una sola gran organización con sólidos principios y sin corrupción. ¿Cómo proteger a la organización de la influencia de individuos aprovechados que trabajen por sus propios intereses? Quizá no sea este el camino, sino la colaboración entre distintas pequeñas organizaciones con principios afines que mantengan su núcleo duro, sin pretender crecer más allá de ser un "pequeño grupo muy afín".
Me gustaria asistir a un cónclave de la hermandad como antaño. Compartir disfrute y experiencia, tratar los temas que nos preocupan, trazar acciones que a largo plazo puedan tener un impacto. Sé que la hermandad está dispersa en la distancia y las responsabilidades, y mi propia situación alejado de los vivos me hace imposible asistir a un cónclave, o convocar uno. Siento que la falta de recursos del grupo está relacionada con la imposibilidad de fuerte dedicación de los individuos, porque estos deben centrarse en sus responsabilidades personales. Me consuela pensar que los efectos de pequeñas acciones siguen produciéndose, aunque yo esté aislado y no pueda ser partícipe.
Fui un guerrero, pero ahora soy otra cosa, quizás nada en absoluto. Quizá en mi vida he creado más caos del que he combatido. Para desequilibrar la balanza, creo que el camino es el del conocimiento y la colaboración. Pero surge la confrontación contra grupos con intereses distintos, mucho más poderosos y que no dudarán en usar todas las triquiñuelas posibles en la guerra. Responder con más guerra es aumentar el caos, incluso si se pretende alcanzar un mal menor. El fin no justifica los medios, o los principios se diluyen. Defenderse de cualquier ataque es fundamental, pero toda acción debe formar parte de un plan a largo plazo. Podemos fallar, pero tenemos que perseverar manteniendo lo que somos. A veces luchar no significa solo guerrear, sino seguir adelante, actuando aquí y allá. A veces nos topamos con personas afines que también luchan de forma aislada, y surge la colaboración. Y sobrevivimos, hasta el final, para que después continúen otros.
Que los principios perduren.
- Koldraj, reflexiones desde el más allá.
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