Recuerdo que hace algunos meses le dije a alguien del mundo del rol que nadie se marchaba con una explosión en las redes sociales, que de eso se volvía a siempre. Que la “muerte” de un autor se producía en silencio, sin dar un gran mensaje ni nada así. Este mensaje no es contradictorio con ese mensaje, porque supongo que ya estoy “mortísimo”.
Hace mucho que no tengo muchas ganas de publicar nada de rol. Hay muchas causas detrás de ello, y quizá la primera de ellas es la sensación de estancamiento que recurrentemente aparecía en mis sueños, y que en ese momento ha desaparecido... con todos los demás sueños. Pero en cualquier caso no es causa suficiente y se encuentra con otras como la terrible enfermedad de mi madre, que exige una buena cantidad de tiempo... y algunas otras cosas.
Uno de los motivos más gordos por los que no creo que haga nada en un futuro reciente es que estoy vetado. Imaginad una gran tienda, o mejor, una cadena de tiendas que tiene todos los juegos de una editorial menos aquel en el que he participado como autor precisamente por ese motivo. ¿En qué situación me coloca eso?
Por ejemplo, tengo que ver cómo la otra persona que es autora de dicha obra tenga que fastidiarse y sentirse limitada por esa contigencia. ¿Y cómo quedo ante la editorial en cuestión? Supongo que no querrán trabajar en el futuro conmigo, y si no es el caso, deberían.
¿Y con qué cara les pido a otros autores que trabajen conmigo, sabiendo que la obra que realicen estará vetada? Y claro, sé que cada tienda y cada cadena es perfectamente libre de comercializar las obras que les de la gana, pero esto no es más que antipatía por una persona. A mí no me parece aceptable, pero la verdad es que mi opinión no importa.
Estas son las cadenas del mundo en el que vivimos. Y vale que en las artes mainstream esto sea la comidilla de cada día, pero en esto del rol somos más bien pocas personas y a la mínima que te mueves los conoces a todos. Pero en lugar de ser un entorno productivo y tranquilo, yo creo que más bien lo que nos encontramos es con conductas miserables que se reproducen de forma continuada en las redes sociales y en las relaciones, ya sean individuales o grupales.
Y ni siquiera hablo desde el rencor, sino más bien desde la fría observación que me permite la distancia. Donde hace unos años teníamos que lidiar con la dictatorial influencia de un rolero youtuber que hipertrofiaba hasta la nausea su persona y el valor de la emisión de sus partidas online y que revestía de incoherente élite a aquellos que lo acompañaban o imitaban, ahora parece que todo el tiempo lo absorba el enconado desprecio a los proyectos ajenos, y el salseo de la discusión consiguiente.
Hay una tentación de autojustificación que he visto mucho en autores del ramo, y es señalar que el público no está preparado para su magnífica obra. Supongo que es una buena forma de no tener que lidiar con las consecuencias del fracaso personal. Pero podían ir más lejos, la verdad, podrían cagarse en la madre de las editoriales que mercadean sin ningún interés por el rol más que el de sacar el dinero del bolsillo de los jugadores mientras exprimen el de los autores. O la de las jornadas que, tendenciosas y selectivas en sus favores, solo se interesan por el rol para dar nombre, mientras que realmente solo se preocupan por el número de asistentes, como si fuesen políticos. O ya que están podrían cagarse en los autores, envidiosos y miserables, capaces de dar un paso atrás con tal de poner una zancadilla al que iba a avanzar.
O ya que están podían cagarse en las putas tiendas de mierda.
Al final todo es el oro. Me despediré hablando del oro: hasta que ocurrió este evento, yo era partidario de estos negocios de proximidad, y evitaba -con éxito- comprar en AMAZON o FNAC, a pesar de que me era más conveniente. Porque esas dos empresas son unas cabronas, pero claro, es que la tienda de proximidad es una cabrona conmigo.
Así que un día me dije que no más… pero claro, resulta que el negocio de proximidad de miserables tiene uno de esos sistemas en los que te acumulan un porcentaje de tu compra que yo no había utilizado en bastante tiempo. Así que se me ocurrió comprarme un par de comic… y entonces descubrí que había cierto dinero en mi “cuenta”. El 10% de lo que había comprado en… bueno, un tiempo. Tuve que cogerme unos cuantos comic.
Yo era cliente de esa cadena, y me gastaba en ellos bastante más de lo que en cualquier caso habrían revertido por las ventas de manuales en los que participaba como autor. Vamos, yo no he salido ganando, pero creo que ellos tampoco, porque desde luego por lo que a mí respecta les va a comprar su puta madre.
En mi opinón, si el negocio de proximidad tiene estos favoritismos, por mí que desaparezca. Cuando el día de mañana FNAC los devore (y luego AMAZON devore a FNAC) no me va a dar nada de pena.
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