No lo hará porque falleció ayer, un asqueroso diecinueve de marzo de dos mil diecinueve, y en algunos medios españoles aparecieron aséptivas reseñas de su vida, seguramente redactadas por periodistas profesionales a los que no les importaba más que los euros que les pagaran por el mini reportaje de turno. Así que voy a escribir unas pocas palabras, respetando, por cierto, el orden de los nombres japonses en el que el apellido va delante del nombre.
Yo admiraba a esa persona. Hay muy pocas personas a las que admire, y la gran mayoría de ellas están muertas, pero uno de los pocos vivos era Koike Kazuo. Esto es principalmente -resumiendo- por su genial obra, su mensaje y la forma en la que la llevaba a cabo.
Cuando empecé a leer comics de Koike Kazuo (yo) ya estaba algo quemado con la vida, y en general casi todo el arte me sabía todo a lo mismo. Me resultó muy sorprendente, por lo tanto, que obras escritas en la década de los setenta fueran extremadamente rompedoras y en mi opinión adelantadas no solo a 1970, sino también a 2019, casi cincuenta años después.
Así que he leído todo lo de este hombre que ha caído en mis manos, y no únicamente comic, sino cualquier artículo o reflexión que me ayudar a comprender no solo ese mensaje subyacente, sino la forma en la que llegó a esas conclusiones.
No todas las obras de Koike Kazuo me han parecido maravillosas. Supongo que puede entrar dentro del gusto personal, pero en cualquier caso diría que en todas ellas hay algunos mensajes comunes que configuran una visión conjunta que admiro.
En mi opinión, el tema fundamental es la
levedad de la vida. Con algunas excepciones, los personajes de Koike Kazuo parecen tener poco respeto por la vida, incluso por la propia. En contradicción muchas veces los personajes reflexionan justo al contrario, sobre el inmenso valor de la vida, pero a la hora de actuar, cuando tienen un propósito, no tienen ninguna consideración ni plantean que la vida humana, incluso la propia, tengan peso alguno.
En ocasiones esta visión de la levedad de la vida se ve reforzada por el budismo japonés, gracias al cuál ya se trata la transitoriedad o la inexistencia del yo como un objeto explícito.
Creo que Koike Kazuo había reflexionado mucho sobre la muerte. Tiendo a pensar que en el momento de abandonar la inexistencia de su ser lo hizo con conocimiento.
Ni que decir que en un entorno narrativo en al que la vida no tiene particular valor, evidentemente también se trata un mundo desagarrado por la pobreza, con un clasismo violento, un machismo evidente, y en general una gran plétora de conductas despreciables tratadas frontalmente.
Lo cual me lleva al contexto más habitual, ese japón feudal -aunque hay otros ambientes- en el que de una forma u otra nos vamos a encontrar con la
conducta de los samurai, pero sin el uso maniqueo y americano de la palabra honor, o la mención explícita a las virtudes del bushido. Yo soy un occidental y quizá no pueda entender nunca el espíritu japonés, pero creo que si hay una obra que me sacó de la visión americana y romántica del samurai, es la de Koike Kazuo.
De hecho uno de los aspectos más frecuentes dentro de este entorno narrativo son los políticos corruptos, que no dejan de aparecer por doquier. Supongo que los políticos son ladrones, aquí, en Japón, en el siglo XXI y en el XVI, y Koike Kazuo nos hacía saber, mediante sus protagonistas, el desprecio que le producían estos seres miserables que se supone que deben gobernar para sus compatriotas y lo que hacen es enriquecerse robando de sus impuestos.
Sería difícil mencionar la obra de Koike Kazuo sin mencionar la
continua aparición del sexo. Tengo que decir que en su momento me resultó impactante, porque dentro de las normas actuales de la narrativa, un comic es “normal” o es “pornográfico”. Dentro de la obra de Koike Kazuo el sexo es una parte más del conjunto que, en mi opinión, suele encajar armoniosamente y de hecho no tengo en la memoria ningún acto sexual en la que me pareciera particularmente excitante: como casi todo dentro de la obra de esta persona a la que admiraba, el sexo es oscuro y analiza perspectivas que no he visto en otras obras.
Otro elemento fundamental, muchas veces entremezclado con todos los demás, es la ruptura de los principios sociales. Los personajes de Koike Kazuo nos enseñan que los principios sociales establecidos por la ley o la costumbre pueden y suelen ser perniciosos impedimentos para las personas decentes, y a la vez configuran excusas convenientes para los ladrones y miserables de turno, o sea, los políticos.
Me habría encantado ir al curso de narrativa de Koike Kazuo. Creo que su lección principal era trabajar la
psicología de los personajes, de forma que esta fuera el motor de la historia, y no al revés. He reflexionado mucho en la medida de mis capacidades sobre este concepto, y humildemente creo que he hecho de este principio un pilar para lo que yo mismo creo.
Y podría estar escribiendo mucho más sobre la obra de Koike Kazuo, y seguramente lo haga en el futuro, pero también quiero compartir mis reflexiones sobre cómo me siento en este momento en el que esta admirable persona nos ha abandonado para siempre. Y me siento parecido al momento en el que falleció Terry Pratchett, otra persona a la que admiraba, aunque creo que no tanto. De hecho cuando falleció Pratchett pensé mucho en Koike Kazuo, porque era un hombre mayor, pero de alguna forma yo tenía la idea subyacente de que entre la medicina moderna, la longevidad japonesa y su posible riqueza -de esto solo especulo- viviría un cuarto de siglo más y yo no tendría que ver el día de su muerte.
Uno de mis pocos sueños era viajar a Japón y atender a algún seminario de guionística que él impartiese. Querría haberle preguntado qué podía hacer una persona decente en un panorama de políticos rata miserables como el de la España actual, o cómo hace una persona que acepta la levedad del todo y la inexistencia del yo para concebir algo interesante en la existencia.
Supongo que era un sueño estúpido como yo, y que nunca iba a ocurrir en cualquier caso, pero de alguna forma era posible, y ahora es imposible.
Siento que Koike Kazuo esté muerto. Lo siento por mis sueños de persona estúpida, y lo siento por el resto de personas que, en mi opinión, ahora están peor. Pero sobre todo lo siento por Koike Kazuo, que ya no está vivo.
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