Este texto tiene como desencadenante los hechos acontecidos a tenor de una partida relativa al crowdfunding de “La isla de Vyrr” hace algunas semanas. Como sabrán aquellos que leen este espacio, es práctica habitual para mí no tratar los temas polémicos hasta que estos se han pasado del todo, puesto que he comprobado que así no pasan a formar parte del “flame”, sino como mucho de las conclusiones.
El evento en cuestión iba a ser una partida publicitaria que iba a “masterear” el autor del módulo, con dos personas que son conocidos por ejecutar otro anuncio publicitario previo aparentemente drogados, además de hacer una serie de esfuerzos de visualidad exagerada con el fin de mantener su popularidad. Por otra parte, algunos los reconocen con desprecio como una suerte de neoliberales egoístas. A resultas de todo esto, la editorial que se encargará de editar el módulo pidió al autor que cancelara la partida para evitar bajas en el crowdfunding y el citado autor hizo un alegato hablando mucho de la censura y de quién puede y no puede jugar al rol.
No podría no hacer el inciso de que cualquiera puede jugar al rol, porque una partida de rol es un acto bastante íntimo que no exige ningún tipo de permiso de la administración, empresas o particulares. Es tan libre que, como hecho en sí, está tan exento del pago de impuestos como el sexo o las conversaciones de matemáticas, por poner otros dos hechos apasionantes.
De lo que aquí se está hablando no es de la libertad de jugar al rol, como bien señala Urloc en su eficiente oportunismo comercial, sino de la libertad de emitir publicamente una partida de rol, algo que también está relacionado con la censura pero que no queda tan bien de cara a hacer un video de proselitismo más comercial que ideológico.
En todo este asunto se habló mucho de las presiones que sufrió la parte editorial del proyecto, y aunque algunos no creen a Urloc en este sentido, yo no necesito creerle porque vi chats en los que se produjeron estas presiones y se señaló mucho a lo pernicioso que era que estos dos sujetos jugaran una partida de rol.
Los argumentos en esta dirección eran variantes de lo mismo: que si se iba a dar mala imagen del rol, que que van a pensar los niños, que así no creceremos… lo que me lleva a pensar que estas personas son del tipo que tienen tan poco criterio como para pensar que lo que ellos opinan de las cosas es lo que las cosas son.
Yo personalmente no creo que una partida dirigida por Urloc a dos personajes del espectáculo español me represente, pero en el mismo sentido en el que tampoco creo que un político del parlamento me represente en absoluto, porque yo soy un individuo que se define por sus propias acciones y no por las de terceros, y si alguien opina que yo soy de una forma porque lo ha visto en un vídeo el que no salgo ni se me menciona, entonces desde luego no me importa nada su opinión.
Y desde luego, adonde yo quiero ir a parar es que si bien el vídeo este de Urloc no representa NADA de mí ni de lo que yo opino que hay bueno en el rol, tampoco lo representan aquellos que lo critican, y de hecho eso de emitir rol por internet me parece por lo general bastante mierdoso.
Sé que es una opinión personal soltada un poco a los cuatro vientos, así que voy a concretar un poco mis argumentos basándome en las partidas que he visto, por categorías:
Partidas de demostración de juegos: normalmente asociadas a proyectos de financiación colectiva, se centran en mostrar las virtudes de los mismos y nornalmente no lo consiguen por las extremas limitaciones del medio, y desde luego no representan lo que yo conozco como una partida natural de rol.
Partidas de gurús: y normalmente gurús narrativos. Yo lo que más he visto en este sentido son personas muy creídas de sí mismas que no paran de escucharse y fliparse con lo que han dicho, que en mi opinión no es para tanto. Gente capaz de pasarse una hora con una introducción o cinco minutos con tono de intensos. Eso sí, tengo que reconocer que por lo menos los sistemas hipernarrativos abstractos casan bien con las inmesas limitaciones del medio digital.
Partidas con actores: en estas se utiliza profesionales de la actuación o del doblaje, y puede haber cierta cantidad de edición o incluso de preparación y guión. El resultado puede ser en ciertos sentidos muy llamativo, pero a mí me parece extremadamente rígido, y desde luego no me recuerda a una partida de rol natural. Si se me apura, diría que son las más perniciosas de todas porque llevan a algunos jugadores a cierta sensación de inferioridad, aunque ya volveré sobre esto.
Partidas que mastereo yo: dado que el medio digital está lleno de carencias, la más importante de ellas que el flujo de conversación entre las personas es antinatural, sé que las partidas que mastereo van a estar mal, y me pongo nervioso, no lo paso bien, cometo más errores y acaba siendo un desastre. Nunca las veo para no morirme de la vergüenza.
A donde quiero llegar es que ninguna de las partidas que he visto representa lo que yo entiendo por una partida de rol natural (¡ni siquiera aquellas en las que estoy!). Así que yo preferiría que no se emitiera ninguna, pero simplemente como una preferencia personal carente de consecuencias reales.
Como quiera que cada cual es libre de salir como le de la gana en jutuve u otros medios, no tengo la más mínima intención de impedir que se emitan partidas de narratas creídos o de neoliberales drogados. Simplemente no las veo, y probablemente no me entere de la mayoría como tampoco conozco muchos vídeos de gatitos o de promoción del culturismo.
Mucho más preocupados parecen aquellos que quieren dar una imagen concreta del rol y que se creen con la autoridad ideológica y el paternalismo como para señalar qué contenidos promocionan adecuadamente esta afición y cuales son una lacra a evitar. A estas personas les diría que dejaran de apretar los puños un rato y que meditaran sobre estos tres aspectos que señalo a continuación.
Esto es una afición, y como tal no solo no tiene una trascendencia descomunal en las vidas de la gente, sino que además puede ser entendida de formas muy diversas. Incluso tomándolo como una forma de arte, podemos y debemos reconocer que van a existir corrientes que no van a ser la nuestra y que incluso nos pueden producir asco o desprecio, a la vez que nosotros despertaremos esas sensaciones desagradables en otros.
Muy poca gente ve vídeos de partidas. Incluso los canales más exitosos del sector manejan unas cifras que son completamente irrelevantes dentro de lo que son las reproducciones globales de vídeo. Dicho de otra forma, los que veis partidas emitidas sois, por lo general, roleros, y tenéis ya vuestra opinión y vuestros prejuicios bien asentados.
La gente tiene su propio criterio, y si van a ver una partida y deducir la totalidad del rol por lo que ocurre en esa partida, es que son tan necios que desde luego a mí no me importaría en nada su opinión. Tomar una actitud paternalista en este sentido y pretender controlar lo que se emite, me parece, honestamente, una mala decisión guiada por una importante falta de criterio.
Y finalmente llego al título del artículo:
no me representan. En realidad es un hecho natural, pero por si no estaba claro, lo dejo escrito de forma explícita. Me dan igual las partidas emitidas, pero si es por representar algo del rol, mejor cada cual en su casa.
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