Esta es una historia de por qué odio el internet moderno y sobre los sueños perdidos. Para mí es algo muy triste, la verdad.
La reflexión podría empezar con cualquier cosa, pero en este caso parte de una miniatura de Warhammer cuarenta mil. Se trata de una marine espacial (mujer) que he creado y elegido para comandar mi ejército durante una liga en la que participo. Para quien no lo sepa, los marines espaciales son todo hombres, pero yo incluso he explicado en el trasfondo esta coherente elección que queda para otro espacio.
Me he planteado superar mi vergüenza por mis escasas habilidades de pintado y publicar la miniatura. Considero que en la medida de mis posibilidades es una reflexión en defensa del feminismo, y dado que soy más viejo que la mayor parte de otros jugadores y que también gozo con el “beneficio” de ser autor, me parece adecuado dar ejemplo de esta forma, aunque luego simplemente se quedara en lo anecdótico.
El caso es que no finalmente ni se me ocurrió publicar la foto de la miniatura. ¿Y saben por qué? Pues porque tengo clarísimo que poco después de publicarla voy a tener las siguientes reacciones:
- Un buen número de jugadores me dirán que esto está en contra del canon, que para eso están las hermanas de batalla, que si soy gilipollas o qué me pasa.
- Probablemente otro número de personas me dirán que esa guerrera es un reflejo del dominio del hombre en el que se exige a la mujer que se comporte como uno (uno hombre) en un modelo de feminismo obsoleto desde los años cincuenta.
- Seguramente otras personas (y hasta conozco algunas) me dirán que quién cojones soy yo para hablar de feminismo cuando yo tengo el privilegio masculino.
- Probablemente alguien, movido por antipatía me dirá que mi conversión es cutre, y mi pintado más cutre aún, tanto como mi escasa inteligencia por haber publicado la foto.
- Unos tipos en un grupo de rol dirían que soy un "millenial de mierda".
Esto me llevó de nuevo a pensar en mil novecientos noventa y seis, que fue aproxidamente el año en el que abrí mi primera página web sobre las cosas que me inquietaban por aquel entonces, que más o menos eran las de ahora. Por aquel entonces habría publicado la miniatura, y las pocas personas que me hubieran escrito simplemente me habrían dicho “pues mola tío”, o me habrían dado consejos constructivos de pintura. ¿Y por qué sé esto? Pues porque lo hacía.
¿Y adonde me lleva esto? Pues finalmente a no publicar la foto y a recluirme un poco más en la frustración. Personalmente creo que habría tenido un impacto positivo, pero incluso aunque así no fuera, me parece que en una sociedad normal no debería tener consecuencias para mi persona el haberlo publicado.
Quizá lo más paradójico de todo esto es que en mil novecientos noventa y seis deseábamos compartir esa maravilla de internet con todas las personas, en lugar de ser unos pocos centenares de miles. Veíamos un universo de cultura y de ventajas para todas las personas. ¿Y qué llegó?
Pues que en lugar de tener un acceso global a la verdad, vivimos sumidos en burbujas que confirman nuestros sesgos y nos condicionan con falsas noticias.
En lugar de tener lugares en los que colaborábamos por objetivos comunes, contamos con nefandos lugares en los que nos insultamos una y otra vez hasta destruir cualquier proyecto.
En lugar de contar con una optimización completa de búsquedas de obras y productos, tenemos un horrible control de publicidad basado, como siempre, en el dinero.
En lugar de la expresión del pensamiento crítico y científico, contamos con una enorme cantidad de manifestaciones supersticiosas que niegan realidades demostradas hace milenios. ¡Si Eratóstenes de Cirene levantara la cabeza…!
Me resulta, de verdad, impresionante como el trabajo de los más preclaros científicos y creadores se ha pervertido para dar lugar al mayor destructor del impulso creativo. Y no es que lo diga yo, es una reflexión que está en la boca de una gran cantidad de científicos y artistas.
Sin ir más lejos, encontré una mención muy prolongada en el último compilatorio de Sara Scribbles en castellano, "Domando gatos", en el cual una buena porción del libro reflexiona sobre cómo internet se ha convertido en un lugar horrible para los artistas.
Encontrarme esta y otras muchas menciones me ha entristecido aún más. Yo tengo claro que yo soy una persona débil, influenciable, insegura y todo eso, así que siempre he pensado que era por mi culpa. Encontrar que es un mal que afecta a un gran número de artistas me pone de tan mala leche que con gusto me liaría a puñetazos con cualquier imbécil de los ya citados. Pero no puede ser.
Internet se ha democratizado. Antiguamente había que contar con ciertos conocimientos técnicos, había que tener interés, pero en la actualidad ya ni siquiera hace falta un ordenador, sino que cualquier persona escribe desde su móvil (probablemente sin una coma) su desprecio por lo que ha hecho "ese de ahí". Internet se ha hecho global, y ha llegado algo incluso peor que la ignorancia: han llegado los legisladores, que puestos a elegir entre una elección mala, y una aún más mala, elegirán siempre la segunda.
El internet de la actualidad me parece asqueroso. Me parecen mal las redes sociales, el imperio de google y de amazon. Sí, es democrático, pero si la democracia no funciona ni en la política, pues obviamente mucho menos iba a funcionar para internet.
Y encima siendo una enorme impotencia. No puedo hacer nada, y desde luego se me han quitado las ganas de publicar incluso una foto para, teóricamente, defender ideas de las que soy defensor. Lo único que me queda, por lo tanto, es ocasionalmente escribir artículos de mil palabras, muy por encima de la capacidad de atención de esas personas que hacen que todo esto sea ya una mierda.
Por ahora me queda esto. Seguro que también acaba jodiéndose.
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