Hay días en los que uno se levanta más torpe de lo habitual. O incluso una serie de días, si se me pregunta. Quizá sea el cansancio, o quizá la tensión, o la luna, o simplemente toca, pero es algo que pasa. Es como esos días que coges el coche y sabes que tus reflejos no son los de siempre, y que más vale que vayas por la derecha, bien despacio, y extremes la distancia de seguridad. A veces tengo la sensación de que moriré en un día como estos, en un despiste en el momento menos indicado.
El caso es que llevo un par de días así. Quizá mucho trabajo, o quizá demasiada conversación interior, pero sin duda demasiados errores. Uno de ellos, por ejemplo, me ha llevado a darme un importante tajo en un accidente de modelismo con un bisturí. Un corte limpio, de esos que si hay suerte se curan rápido, pero bien profundo, de los que da la sensación de que han llegado hasta el hueso y sangran como si todo el hierro de tu cuerpo quisiera abandonarlo.
El segundo error (en realidad el primero, pues ocurrió antes) lo tuve jugando a Ollvaror Caves. Actualmente me doy mucha caña probando este juego en el que estoy completamente involucrado junto con otros hermanos, y entre otras cosas pasamos unas muy buenas sesiones de juego en las que siempre se arriesga el todo por el todo. Porque, para que el que no lo sepa, la muerte en OC es de esas permanentes, lo que puede resultar muy jodido. Todos los que estamos en esta beta hemos tenido que aceptar que uno de nuestros personajes ha partido con algo de nosotros mismos. Por lo menos, con mucho tiempo.
Creo que es uno de esos conceptos que OC ilustra al máximo: puedes perder mucho (todo) en un despiste, y cuando lo haces realmente te preguntas cómo serían las cosas si hubieras hecho tal o cual cosa. He visto a personas con la vida jodida obrar de esta forma, y pueden llegar a ser muy obsesivas.
Como supongo que ya está más que claro, un error (en realidad una suma de ellos) me llevó a perder a mi mejor personaje, Guogeifr, lo cuál me hace reflexionar mucho porque para mí es un nombre asociado a una campaña de rol y a unas intenciones que ahora están lejos en el tiempo y el espacio, pero que representa algo bastante íntimo de mí. En este sentido suelo seguir desarrollando la historia mientras juego, en los momentos más pacíficos, y no solo me ocurre con el OC, sino casi con cualquier cosa que juegue.
Supongo que por todo ello ha sido un poco impactante. Tampoco es algo que me quite el sueño, desde luego, pero sí me puedo asomar a la futura experiencia de todo el que juegue a OC en el presente o en el futuro, y a la indudable frustración que van a tener que saber gestionar. Creo, por lo tanto, que la pérdida es uno de los mensajes fundamentales de esta historia, y sobre todo el principio citado de que realmente en esta vida no hay que bajar la guardia, especialmente esos días que estamos faltos de reflejos.
Quizá alguien aprenda del OC que hay días en los que conducir bien despacio, con una gran distancia de seguridad. Quizá eso haga que merezca la pena.
Y eso es todo, quizá algún día se pueda bajar al reino de los muertos para enfrentarse a los defectos. Ese día traeré de vuelta a Guogeifr, supongo. Era un gran personaje.
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