Y una vez más los hermanos nos liamos con un proceso de financiación colectiva para la siguiente publicación de nuestra serie no periódica XIII Runas, que muy lentamente va llenando huecos dentro del duro mundo de Espada Negra. Dicho proceso es completamente accesible desde
nuestra tienda siguiendo nuestros principios de libre acceso a la cultura.
Creo que los lectores de este espacio conocen no solo la honestidad de este compromiso, sino nuestra disposición para intentar mantener la más grande de las independencias y las extremas dificultades que esto nos crea. En este sentido humildemente rogamos, como siempre, la buena ayuda en términos económicos o en difusión de este material que pensamos que será positivo para sus lectores y jugadores.
Personalmente me siento un poco incómodo con nuestro ritmo de publicación que se ve lastrado por algunas de estas dificultades, si bien espero que en el futuro cambien gracias a la experiencia adquirida y la voluntad de mejora de todas las partes implicadas.
Buscándole algo positivo a este número, ha pasado tanto tiempo que he podido leer sus contenidos como si no hubiera participado nunca en ellos, y tengo que decir que es un número que me gusta mucho porque toca un tema de una forma muy temática y a la vez bastante completa. Enlazando con la publicación de fRáGiL este es la locura, pero tal y como esta encaja dentro de Espada Negra.
En primer lugar contamos con un
añadido de reglas que toca la locura en sí, y que en este caso nos propone mecánicas para que nuestros personajes se suman en este tipo de conflictos internos y que encuentren quizá en su superación un medio de mejorarse a sí mismos de formas que originalmente nunca habrían esperado.
Aunque este añadido de reglas es conciso, era más que conveniente ponerlo en su contexto, así que decidimos incluir una exposición sobre
cómo se percibe la locura en el mundo de Espada Negra. Este texto trata las peculiaridades nación por nación y en mi opinión incluso nos puede despertar ganchos de partida.
Pero si queremos profundizar en este sentido, este número nos presenta un escenario bastante completo, el
Hospicio de Santa Lidia, un temible lugar en el que los correctores realizan todo tipo de curas y experimentos para intentar tratar a estas personas. Este lugar es, a fin de cuentas, un psiquiátrico pretecnológico que ocasiona en sí mismo más locuras de las que puede curar, y sin duda me parece un escenario perfecto para jugar partidas oscuras.
Una de estas partidas podría ser
En las profundidades de la locura. Esta aventura que presentamos nos introduce de lleno en el hospicio y nos obliga a comprender a sus trabajadores, y quizá a alguno de los internos.
Al releer este contenido tengo la sensación de que quizá no esté a la altura del resto del número, no porque no sea una buena idea, sino porque podría incluir más detalle del que tiene. Creo que en este sentido deja un tanto de trabajo al Creador de la partida, aunque por otra parte el escenario tiene en sí mismo tantos personajes y situaciones que quizá no sea necesario mucho más.
El número se acerca a su final con una serie de personajes pregenerados,
la cuadrilla de Landelbrect, que incluye sus definiciones personales y su cohesión como grupo. Aunque este grupo es perfecto para estudiar los hechos mencionados en el hospicio, también puede ser utilizado para estas aventuras. Me gusta mucho la idea de incluir un grupo temático en estas publicaciones.
Finalmente el número concluye con un relato titulado
El mito del tiburón, una curiosa historia gunear que tenemos gran alegría de incluir en este número, pues sin duda sus míticos hechos se rozan con el tema fundamental.
Y esto es lo que voy a decir por hoy. Sin duda me tomaré algunos días en seguir hablando de estos hechos, empezando por las impresionantes ilustraciones exclusivas de Ozakuya. Pero eso a partir de mañana.
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