Parece un hecho probado (por estudios) y lógico (por la propia física) que alimentarse de vegetales es más sostenible que hacerlo de carne. Para que una persona coma un filete, es necesario producirlo gastando una cantidad de agua y vegetales para alimentación del animal mucho mayor que el equivalente en vegetales y agua que podría necesitar ingerir la persona. Además, la emisión de gases de efecto invernadero (metano) debido a la digestión de los animales tiene un impacto global, según parece, de tanta o mayor magnitud que la emisión de CO2 por el uso de vehículos privados.
Entonces, sería lógico que una persona preocupada por la sostenibilidad tendiese a basar su dieta cada vez menos en carne, y más en vegetales. En este sentido lo ideal sería una dieta vegetariana (o vegana), pero como en todo, hay matices entre el blanco y el negro. Lo enfoco personalmente con la idea de que reducir el consumo de carne va en línea con el principio de sostenibilidad global.
Por otra parte, está el asunto del sufrimiento animal. Según parece, más de 50.000 millones de animales son sacrificados al año para consumo humano. Si a esto unimos que las condiciones en las que viven en su mayoría en granjas industriales, se puede entender que reducir la ingesta de carne permite mejorar también en este aspecto. Quizá actualmente la mayoría de las personas no considere esto un factor, porque ven a los animales más como un recurso que como un ser vivo con el que tienen empatía. Sin embargo, pienso que la sociedad puede avanzar, y que más personas desarrollen esta empatía en el futuro.
Me gustaría señalar que el nivel actual de consumo de carne no es natural. Por contra, es debido a lo que considero una exageración o perversión: la producción industrial hace que la carne sea mucho más barata (en dinero pero no en coste global, como tantas otras cosas), esto lleva a que se consuma más y se generalice y asuma como algo normal.
Esto me hace recordar un símil respecto a cómo se organizan muchas ciudades en la actualidad, formando redes de carreteras o autopistas en su interior, y forzando a sus habitantes a respirar aire contaminado, normalmente por encima de los niveles recomendados por organizaciones internacionales, e incluso de lo legalmente establecido. En este sentido, se ha llegado en la actualidad a una deformación debida de nuevo a la exageración y a la inercia de la sociedad. Considero que sería mejor hacer ciudades para las personas, no para los coches. Para esto, sería muy adecuado realizar iniciativas de peatonalización de los cascos urbanos e inversión en transporte público y carriles para bicicletas (que no solo son limpias y respetuosas, sino que mejoran la salud de sus usuarios). Personalmente, por ejemplo, reflexioné hace tiempo que invertiría sin dudarlo un tercio de mis ahorros o más en un crowdfunding para peatonalizar el centro de mi ciudad y crear más líneas de tranvía y carril bici.
Imagino sociedades avanzadas en las que la alimentación se base principalmente en vegetales, se circule a pie, en bici y en transporte público limpio, y se tenga mayor empatía con otras personas y animales.
De momento, mi granito de arena consiste en andar y pedalear siempre que me es posible, y reducir el consumo de carne. En mi experiencia, dar pequeños pasos te hace descubrir que no supone tanto esfuerzo o inconveniente como parece a priori, y rápidamente se establece una sana costumbre que proporciona satisfacción personal y beneficios globales.
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