Últimamente he estado reflexionando un poco sobre este concepto de “la comunidad rolera” que para mí lleva siendo un paradigma desde que hace unos años decidiera internarme en esto de hablar del rol por internet. A principios de enero tiendo a reflexionar un poco por cuestiones personales, y he sentido el impulso de compartir mi percepción actual.
Lo primero que tengo que señalar es que en mi opinión no existe una comunidad rolera como tal, y que incluso en sus diferentes subfacciones estas son absolutamente informales y rara vez reconocen una organización formal.
A fecha de hoy, por ejemplo, me sigue resultando algo cómodo
mirar en google plus. Para mí la experiencia ha empeorado bastante por los cambios de interfaz y funcionalidades, pero muchas de las personas que estaban siguen compartiendo ahí, e incluso se han unido nuevas personas a las que me gusta leer.
En verdad lo que menos me gusta del tema de rol en google plus es el propio google, pues en su afán por adelgazar las funcionalidades de esta red no paran de realizar cambios de interfaz que, a mi juicio, empobrecen la experiencia. Yo tengo respeto a que algún día de hecho google decida darle el cierre definitivo.
No podría dejar de mencionar que personalmente he hecho un amago de transicionar hacia una red libre, que en este caso fue Diáspora. El intento no me ha salido bien, no obstante, y no se ha logrado ni de lejos un nivel crítico de usuarios para que resulte interesante en la actualidad. Creo que en cualquier caso es una alternativa excelente y que los que amamos la libertad deberíamos tender a ello.
Personalmente no estoy para nada tan satisfecho con las interacciones en
facebook. Ya no es que realmente me disguste la forma en la que esta red elije los contenidos por uno mismo, sino que además el tipo de publicaciones que he venido viendo este año me resultan de escaso interés, especialmente porque grupos de talante muy hostil reclaman la atención. En la actualidad han surgido grupos en respuesta, pero me parece que por lo general son bastante apáticos por lo que tampoco me anima mucho abrir esta red más que para contestar dos o tres mensajes privados.
Diría que sí que saco una lectura positiva de la conducta que he visto en facebook: los días en los que me levanto estúpidamente positivo con respecto a la vida, me paso un poco por ahí, y se me pasa al poco rato.
Este año me he tomado el interés de unirme a
grupos de telegram porque tenía interés por un trato más inmediato con compañeros roleros. Lo hice con mucho positivismo, pero finalmente no he aportado apenas y no leo con mucho interés porque los temas no me lo han despertado. El trato inmediato que buscaba no ha despertado en mí ninguna reflexión como sí lo hacen los artículos de blogs habitualmente volcados en otros entornos.
Evidentemente también existen los
grupos menores en los que se da respuesta a necesidades concretas, como por ejemplo pueda ser la inexistente y descentralizada comunidad de ocin que si eso tiene cierta cohesión alrededor de la publicación semanal y el vídeo de tertulia posterior.
Diría que este tipo de pseudo comunidades son las que más me han gustado este año, pero considero un poco peligroso perder el ojo de puntos de vista más globales.
Y por supuesto no podría dejar de mencionar
youtube, donde unas pocas personas eligen compartir sus contenidos de una forma totalmente personal. Yo mismo comparto de vez en cuando mis ideas (bueno, y la propia tertulia OCIN) sin demasiada continuidad en Rol Salvaje.
Tampoco soy una persona afín a esta forma de adquirir conocimiento, y esto me ocurre porque leo tres veces más rápido de lo que escucho a las personas hablar (por su voluntad), así que hasta que ponga un filtro de acelerar en youtube, seguirá sin ser algo atractivo.
He dejado esto del youtube para el final porque también quería señalar a los
influencer como una categoría en sí misma, y si bien pueden darse en todos los medios, esta red social es la que más se presta a ello.
Al escribir sobre este asunto siento que no tengo todo el conocimiento que debería, pero por ejemplo resultan llamativos los siete mil seguidores que tiene Carlos de la Cruz en su colección “juegos de rol” dentro de google plus, o los casi treinta y cinco mil que reciben notificaciones de los vídeos de “La mazmorra de Pacheco”, que si bien es mucho más generalista, incluye partidas de rol.
Yo no soy para nada un erudito en este asunto, pero tengo la sensación de que el concepto de la mayoría silenciosa de internet es muy evidente en todo eso. Por ejemplo, si entendemos a estos medios más generalistas como el entorno “mainstream” apoyado por las editoriales y tiendas, y ponemos en el otro extremo a Urloc -sin pretender apoyar a ninguno-, entonces la balanza tiene una clara orientación.
Y ojo, que no pretendo decir que estos influencer tengan el poder de cambiar a las personas (pese al nombre empleado), sino que las personas eligen consumir el tipo de contenidos que son acordes a su mentalidad.
Resumiéndolo todo, creo que mi percepción del estado de las redes no es positivo, por al menos tres motivos principales.
El primero es que como todo el mundo,
delegamos el presente y el futuro de nuestras publicaciones a empresas que extraen un beneficio económico de nosotros, y que pueden perder el interés en el futuro por hacerlo, o sumirnos en burbujas informativas basadas en sus propios criterios. Los entornos con otras intenciones, como Diaspora u Ocin son, en comparación, minoritarios.
El segundo ha sido que he sido más consciente que nunca del hecho de que la
supuesta empatía de los jugadores de rol es una leyenda, y que en cada colectivo acaba primando una conducta de un tipo concreto que son espejos absolutos del comportamiento de otros colectivos como pueda ser los ciclistas, los futbolistas o la población general. Las agresiones machistas, la intolerancia de género, el racismo, y otro montón de conductas deleznables existen y son defendidas de forma abierta. Y cuando no, puedes tener horas y horas de indeseada pelea sobre la independencia de no se qué región.
Pero quizá la peor de todas sea la pasión que
tantas personas parecen tener por la censura. Dado un mensaje, parece que siempre haya alguien que le diga que se tiene que callar, pero inmediatamente después va a haber un tercero que le diga al segundo que no tenía derecho para decir eso, que tendría que callarse.
Lo más brutal de todo esto llega cuando una persona que dice ser robusta y fuerte se queja cual damisela en apuros de que el mundo se comporta como una colección de damiselas en apuros.
Pero esto sin duda me está llevando a otro terreno del que si eso escribiré otro día. Por ahora estas han sido mis reflexiones sin puntería. Igual alguna ha dado en el blanco.
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