Hermanos Juramentados de la Espada Negra
La falta de motivación y la destrucción de proyectos
2-12-2015 14:12
Por Verion
Los proyectos nacen y mueren, como si eso fuese una ley de vida inmutable. Ya sea un clan del videojuego, un juego de rol, una página de noticias, un blog colaborativo o incluso una campaña de rol, mantener el interés a largo plazo es realmente complicado. No obstante parece que algunos proyectos destacan y persisten a lo largo del tiempo. ¿O quizá persisten a lo largo del tiempo y destacan?

No creo que se trate de que tengan más o menos éxito, sino de que consigan mantener la motivación de los individuos implicados en la organización. Y quizá esto esté relacionado con cierto éxito, aunque eso que lo decida cada cual.

Yo no soy una persona que motive especialmente a los demás, como bien me recuerdan en ocasiones. Supongo que otros fueron dotados con la muy valiosa cualidad del liderazgo, y tipos como yo solo nos hacemos valer mediante ciertas habilidades (como la de encontrar agua en entornos hostiles). Pero pese a que no tengo dicha característica (el liderazgo) si puedo citar algunos ejemplos que tienden a acabar con la motivación a largo plazo, por simple experiencia.

Este proyecto es demasiado para mí.

Cuando los proyectos alcanzan cierto tamaño (y muchas veces no es demasiado) tendemos a asociarnos con otras personas para dar un nuevo significado al concepto. Quizá nuestro canal funcione mejor con intervenciones variadas, o simplemente no tengamos la capacidad de llevar adecuadamente todas las partes del mismo. Quizá simplemente queramos dar fuelle para que cuando uno falla, otro tome el relevo.

Un ejemplo interesante de esto son los blogs colaborativos. Esta tendencia unifica los mucho más vulnerables blogs individuales y les otorga fuerza y amplitud.

Ya nos hemos asociado, todo irá bien, ¿no? Pues claro que no.

No todo es placer.

Incluso en los casos más orientados a la diversión, como pueda ser una campaña de rol se producen cargas que pueden tener cierto peso. Desde quién se hace con los manuales, quien lleva los dados, quién lleva el coche, quién hace o compra la cena, y así un largo etcétera. Estas partes que exigen compromiso son las cargas comunes.

En muchas ocasiones las cargas se reparten de forma natural, y en algunos casos es mejor que así sea. En algunos casos la carga es asimétrica y algunos miembros del equipo cargan con casi todo, lo cual está bien si se puede tolerar, pero por ahí pueden venir algunos problemas muy importantes.

El primero es que algunos miembros sientan falta de interés por el proyecto, y se instaure en ellos cierta indiferencia, porque “hagan lo que hagan sale igual”. Esto puede asociarse con una falta de preparación que lleve a cargar más a los individuos ya cargados, o a una reducción de la calidad.

El segundo mal es que los sujetos cargados se sobrecarguen y no sean capaz de cargar con el peso. Esto dará muy rápidamente no solo a la pérdida de calidad y cierre de la organización, sino también al desagrado personal.

Así que es muy positivo que en una organización no solo las cargas estén distribuidas, sino que además se tenga la capacidad de redistribuir las cargas en función a los cambios ocurridos. ¿Se detiene una empresa porque un trabajador se coja una baja maternal? Pues un proyecto no puede permitirse que las circunstancias personales lo detengan.

Continuidad.

¡El espectáculo debe continuar! En serio, bien sea un blog común, un canal o una campaña de rol, la actividad no se puede detener, porque cuando no hay entradas, vídeos o partidas, la pérdida de interés ocurre a una velocidad descomunal.

Aquí es fundamental la capacidad de la organización para realizar contenidos de “soporte”. Pongamos por ejemplo una campaña de rol: ¿se debe dejar de quedar porque falte uno o dos jugadores? No, la campaña debe seguir, aunque sea con un par de jugadores. Y si se pueden realizar actividades intermedias, la campaña cogerá fuerza.

Lo mismo se aplica a cualquier línea que realice otro tipo de contenidos. Si se tiene un canal, debe tener contenidos, no quedarse vacío por grandes periodos de tiempo, y si tienes un blog, más de lo mismo. A esto puede ayudar una planificación eficiente, y también el desarrollo de contenidos de soporte.

Hay un motivo adicional para esto: el trabajo en sí es inspirador y motivador. Hacer cosas lo convence a uno de que el proyecto está vivo y en pie, mientras que tenerlo parado hace que la mente vaya a otros proyectos, o a nada.

Hay quien dice que en la continuidad está una de las claves del éxito. Juzgar eso entra en el criterio de cada uno.

Toda organización se degrada cuando sus miembros utilizan la organización para su beneficio.

Este postulado para mí es tremendamente importante, aunque hay personas que no lo aceptan, como ya desarrollaré después.

Cuando una organización comienza, sus individuos suelen estar motivados y comprometidos con el objetivo social (el objetivo común) de la organización. Como no suele tener particular poder, nadie tiene un interés en ella más que hacerla crecer.

Más tarde, si la organización no ha caído, esta puede haber conseguido poder, y sus individuos pueden tener una motivación que no es el propósito de la misma, sino el suyo personal. En este momento su participación queda mucho más supeditada al interés. Las intervenciones son más convenidas y ocasionales, y las que persiguen el bien de la organización se hacen con desgana.

En el momento en el que los individuos usan a la organización como un puente para conseguir otra cosa, la organización se degrada, y normalmente es cosa de tiempo que deje de cumplir su función básica. Ejemplos muy evidentes de esto son los partidos políticos.

Una buena herramienta para evitar esto es que los objetivos sociales de la organización estén claramente definidos de forma incluso estatutaria. Otra es que esté regida por unos principios morales explícitos.

Detractores de esta idea tienden a pensar que tiene que ser el interés individual el que motive a las personas a unirse. Es decir, que el interés social de la organización represente a los intereses individuales de los participantes. Esta visión me parece equivocada por dos motivos. El primero, que el interés individual cambia con relativa facilidad, y el segundo, que los objetivos sociales tienden a ser más complejos y completos que los individuales.

¿Algunos consejos para evitar estos problemas?

Por desgracia la forma en la que se afrontan estos problemas está muy relacionada con la motivación y por lo tanto con el liderazgo, capacidad de la cual carezco. Otros pueden tener mucho más de esto y tener respuestas eficientes.

Dentro de lo que puedo entender o acometer un poco mejor, las siguientes acciones pueden evitar de base ciertos problemas.
  • Fomentar un clima de conversación para asignar las cargas dinámicamente.
  • Utilizar algoritmias colaborativas para reasignar las cargas con facilidad.
  • Establecer el objetivo y los principios operativos y funcionales de la organización.
  • Garantizar periodicidad de las actividades o actuaciones.
  • Crear herramientas de control, como reuniones.
Ah, y por supuesto, no deprimirse. Si un proyecto no ha salido bien, hay que hacerse preguntas sobre qué ha fallado, y lanzarse al siguiente. Todos hemos estado en proyectos que se han detenido por cantidad de motivos. Quizá haya gente muy genial que pueda tener éxito en todos los proyectos en los que participa, pero desde luego no ha sido mi caso. En mi experiencia la vida le suelta unas hostias a uno, al azar. Y la vida va de aguantar esas hostias una y otra vez, incluso aunque la sangre no le deje a uno respirar. En ocasiones, no muchas, uno tiene la ocasión de devolver el golpe.


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