Hermanos Juramentados de la Espada Negra
Síndrome del padre rolero
22-8-2015 12:50
Por Guthor




Y llegó por fin el día tan esperado. Tras probar a los 14 años por primera vez las mieles del rol, ahora, a mis 35 bien cumplidos, ya llevaba tiempo con esa gran inquietud del rolero veterano con hijos. Cuando comienzas a jugar a este "simple juego" por supuesto que no sueles pensar en esto. Lo mas natural es que quieras pillarle el truco al juego nuevo y abusar de su diversión, pero la experiencia de los años lo convierte en una pasión que forma parte de ti y de tu vida, y esto te hace recapacitar mas profundamente. Es entonces cuando te preguntas por si existirá continuidad, como quizás si de un trabajo familiar se tratase, y si ese hijo legítimo de rolero aceptará recibir los placeres que goza su padre desde que recibió el mensaje del rol por primera vez hasta ahora.

Es inevitable pensar inconscientemente cuando tienes por primera vez a tu bebé entre los brazos: ¿Te gustará jugar a rol? ¿Jugarás a mis partidas? ¿querrás que sea master para tus amigos y vivamos juntos muchas aventuras? ¿te gustará masterear? ¿juegos de fantasía? ¿de terror? ¿vendrás conmigo a jornadas?... (y llega la oscuridad a tu mente) ¿y si no? Dices en voz baja mientras dejas caer entre sus manos un peluche de un poliedro, como si fuera un amuleto que pudiera evitarlo.

Y es así como crece tu pequeño hasta llegar a una edad en la que puede pensar por sí mismo; tiempo en el que has analizado su creatividad e imaginación mil y una veces. No lee comics, pero le gusta dibujar, y le encanta los dibujos de caballeros del zodiaco y ha tirado un D20... Buscas signos de su pasión rolera que creemos casi religiosamente que se lleva en la sangre.

Juegas a rol en mesa y por hangout año tras año en tu grupo hasta que inconscientemente tu hijo te hace las primeras preguntas sobre los juegos de rol. Y es cuando tu corazón marca cada latido ocupando todo el pecho. Waw!!! y disfrutas esta sensación durante varios días hasta que llega de nuevo la incertidumbre a tu mente. ¿querrá jugar? ¿le digo algo? ¿espero que salga de él?

Y tras un tiempo en el que todo esta dormido y piensas que todo está acabado y las consolas te han ganado la batalla, llega esa gran frase: Papá, yo quiero jugar a rol. ¿Jugamos? Y no se te caen dos lagrimones porque te haces el machote. Corres a tu cuarto, coges una libreta, unos folios, gomas, lápices, dados, e incluso sacas figuritas y escenografía, que nunca usas, para hacer la partida mas guay del mundo mundial.

Te sientas a cámara lenta en la mesa mientras ellos te miran fijamente a los ojos queriendo vivir aquello que han visto en alguna de tus partidas. Y te quedas en blanco, y se genera en tu mente un pensamiento en bucle: Es y será para siempre su primera partida, tiene que ser la mejor. Y entre ese mar de dudas: ¿Qué dados cojo papá? Respiras, y piensas solo en su diversión. Repartes un D20 a cada uno y unos D6 e improvisas un sistema de juego en el que prime su diversión y una buena historia. Y tras interpretar a tu primer personaje y preguntarle por primera vez ¿Qué haces? Comienza la magia. La historia fluye y cada vez se encuentra mas a gusto con su personaje y su entorno, hasta el punto en el que terminamos su primera partida y no se hace esperar un: Papá mañana jugamos otra ¿no?


He tenido la suerte de ser el creador del primer juego de rol que han jugado mis hijos y su primer master, cosa de la que me enorgulleceré toda la vida. Pero el sino de toda esta historia es muy muy simple. Hasta que llegué a ver cumplido mi sueño crucé un mar de dudas y miedos que luego no sirvieron para nada. Quizá mi hijo se aburra o no le guste tanto como a mí en el futuro el rol, pero sin duda alguna esa primera partida ya queda para la historia de nuestras vidas. Aún así no sabría deciros cuando es el momento mas adecuado para jugar con vuestros hijos la primera partida, yo quizás tarde mucho para mi hijo de 9 años y me adelanté para el de 4. Pero que mas da cuando vives una aventura así junto a los tuyos y sois felices. ¡Juega!






¡ROL, gracias por existir!










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