Hermanos Juramentados de la Espada Negra
Hoy en día nadie respeta un seppukku
1-8-2015 21:04
Por Verion
Hace algunas semanas la compañía Games Workshop publicó su nueva “edición” de warhammer que ya no es “fantastic battles” sino que se ha vuelto la era de Sigmar. Recuerdo que hace algunos meses participé en un vídeo sobre el fin de warhammer que creo que finalmente resultó bastante acercado. ¡Un saludo, Crom, a ver si hacemos otro!
Tengo que decir que yo jugaba a Warhammer hace muchos años, pero muchos muchos años. Baste decir que lo dejé en algún momento cercano al año noventa y seis para dedicarme a otras cosas, pero que siempre he respetado mucho a los wargames, y en concreto a este tan imaginativo, que pese a ser un pastiche, promueve (más bien promovía) imaginar historias, pintar ejércitos, crear escenografía, juntarse con la gente, jugar torneos... ¿qué más se puede pedir en una afición?

Mencionaré de pasada que mi juego favorito de GW no era ningún Warhammer, sino el para mí genial Necromunda, que siempre me ha inspirado muchas emociones y del que aún sigo algunos grupos, pese a ser de los primeros juegos que la potentísima empresa británica cerró.

Visto lo visto casi se agradece que quedara así en el recuerdo de todo el mundo, porque desde mi humilde punto de vista GW no trata ni medio bien a los jugadores ni a los propios juegos. No voy a entrar en la política de ventas de GW o su “progreso” histórico, porque no es mi tarea ni mi especialidad, pero sí mencionaré que en mi opinión los beneficios económicos se convirtieron en el único motor de funcionamiento, y que los juegos cada vez parecían más infantiles.

Lo que se vio en “La era de Sigmar” fue una desaparición de un mundo medieval fantástico y la creación de un entorno épico exagerado más al estilo de lo que es Warhammer 40.000, en el que casi parece que se representen batallas en los siete infiernos para que los guerreros se conviertan en dioses. Tanto es así que a las tropas de Sigmar se las ha llamado despectivamente “sigmarines”, por su parecido a las tropas de 40.000.

Paso por encima del reglamento al decir que también es una infantilización muy curiosa. Baste decir que cierta tropa gana un bonificador si uno vence en un duelo de miradas a su oponente, y que otra gana otro bono si levanta su copa y dice no-se-que-cosa. Este tipo de actos aparecen en todos los ejércitos.

Esta nueva estructura llevó a que un aficionado de no-se-donde realizará un acto de protesta consistente en quemar su ejército de elfos oscuros y grabarlo en vídeo en youtube. En este acto más de novecientos dólares de plástico (o resina, o el material que sea) se fueron al infierno de la escultura y se convirtieron en una bola inútil.

La cosa empieza en 8:30

Este video desató una oleada de críticas por internet. Algunos señalaban que era un cliente secuestrado, otros que era imbécil por quemar tanto dinero en miniaturas, que podía jugar a oldhammer, y otras cosas. Algunos no fueron tan suaves, y lo insultaron fuertemente. A mí, no obstante, me hizo pensar. Voy a compartir las reflexiones que he tenido desde entonces.

Tengo que señalar que no tengo ninguna afiliación ni simpatía particular por el sujeto, al que no conozco de nada. Solo puedo referirme a él por el acto incendiario sin saber qué clase de persona es él, ni las expectativas que puede tener en la vida. No voy a defenderlo a él tanto como quizá sí defienda el acto en sí.

En primer lugar veo la cuestión de si era un cliente secuestrado o no lo era. Creo que un cliente secuestrado es una persona que compra los productos de la empresa pero no tiene libertad en sí para dejar de hacerlo, para comprar a otras empresas o para obrar de forma distinta. Hablamos de una cuestión psicológica, por supuesto, no de un secuestro en términos más explícitos, que obviamente no se ha producido. Podríamos pensar en un adicto que no tiene todo el control que debería.

Este servidor de sus mercedes entiende bien lo que significa ser un adicto. Si bien nunca he sentido particular tentación por el alcohol y las drogas, sí que he de reconocer que me he pasado demasiadas horas jugando a vídeojuegos o preparando una aventura de rol, o simplemente escribiendo novelas. Más de lo que socialmente es sano.

Esto me lleva a entender el tipo de frustración que el citado sujeto pudo sentir cuando la forma de ocio que él practicaba tal y como él la entendía se fue al garete. No quiero decir que lo comparta, porque de alguna forma la trayectoria de GW me parece muy predecible. Pero no es lo importante.

Yo entiendo lo que es necesitar romper con el pasado. Mirar al ejecutable del juego y sentir cierta ansiedad si no se ejecuta. Entiendo lo que es no tener moderación, y saber que si juegas vas a sentir la emoción que quieres, pero que no vas a estarte una hora o dos horas. Entiendo pues que hay personas como yo que necesitan romper, desinstalar el juego, quemar el ejército o en definitiva derribar los puentes para no poder volver atrás. Personalmente luego no sufro particular abstinencia, lo supero con facilidad, pero entiendo la trascendencia de la acción como punto de inflexión para una persona con mentalidad compulsiva.

Tenemos en segundo lugar el gesto en sí como protesta. Quizá no solo se trate de intentar mandar un mensaje a una empresa que parece no tener un gran respeto por los jugadores de sus juegos, sino de que llegue precisamente a los jugadores que tienen alguna elección en la forma en la que se dirige este consumo. En este sentido pienso en los guerreros samurai que elegían suicidarse antes de seguir una orden de su señor que consideraran inapropiada. Parte del significado es que se está sacrificando algo para mandar un mensaje, en este sentido solo un mensaje contundente que implique un gran sacrificio puede calar y convencer.

Las consecuencias de este sacrificio han sido muy llamativas. Como mencionaba, hay quien critica que se destruyera el ejército por su valor económico. Yo creo que en este caso el valor económico es lo de menos si el jugador se ha sentido traicionado en algo que le gustaba y en lo que ponía énfasis. Creo que en este sentido el valor personal imbuido en el ejército (montado, pintado, ideado, personalizado, jugado) es mucho más profundo, de forma que la pérdida económica en sí pueda ser comparativamente irrelevante.

Hay quien señala que pudo hacer muchas cosas con el ejército. Pudo haberlo vendido por ebay o cualquier otra plataforma de forma que recuperara parte de su inversión. Quizá el sujeto en cuestión no querría hacerlo porque de nuevo quizá la inversión no era tan grande para su situación dentro del entorno capitalista. Hay personas que cambian de teléfono todos los años, personas que pagan ese dinero en multas de tráfico, e incluso hay personas que se gastan mucho más en montar estatuas en Valencia para luego quemarlas en la festividad regional. Quizá en este sentido los novecientos dólares eran para él un coste del acto.

Quizá el acto de venderlo le suponía en cierto sentido un acto de prostitución. Quizá ese ejército representaba una cuestión creativa muy personal, un acto de reflexión o de expresión que no debía perder su identidad al traspasarse a otra persona. Quizá ese ejército tenía una identidad que no quería compartir. Yo desde luego puedo entender esto.

También hay quien señala que este señor pudo haberse lanzado a jugar “Oldhammer”. Para los que no conozcan este concepto, básicamente consiste en jugar con un reglamento anterior al que está en funcionamiento, de forma que habría podido seguir con su actividad sin el respaldo de la empresa creadora.

El problema en este sentido puede ser que muchos aficionados sienten su afición como un "todo". Acudir a los eventos, jugar los torneos, disfrutar con los vídeos y todo este tipo de actividades comunitarias están respaldadas tradicionalmente por la empresa creadora, y salirse de su ámbito hacia un estilo mucho más independiente y no centralizado puede frustrar a las personas que quieren una afición más global.

Como mencioné al principio del artículo, no conozco al sujeto que realizó este acto ni tengo una comprensión de sus motivaciones. No obstante sí sé lo que es GW, lo que ha hecho con el universo Warhammer, y tengo una intuición de lo que puede estar por llegar, por lo que este seppukku me despierta, por decirlo de alguna manera, cierta simpatía. Yo no lo habría hecho, pero he tenido algunos pensamientos al respecto, y por supuesto lo respeto.

Desde la humildad de mi opinión incito a todos los jugadores a apoyar a empresas que respeten más a sus jugadores, o aún mejor, a jugar a juegos con licencias libres, y en el caso de que estén insatisfechos con los existentes, a crear los suyos propios. Es duro no contar con el respaldo de una potente empresa, pero uno no se encuentra con "el chaos".



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