Hermanos Juramentados de la Espada Negra
El decaimiento de mi función física
13-12-2022 08:37
Por Verion
La verdad es que recuerdo como si fuera ayer los tiempos en los que podía levantarme a las 6AM, salir a correr en manga corta bajo la lluvia, vivir un día de trabajo y rematarlo con dos horas y media de esgrima con espada de mano y media. Lo recuerdo como si fuera ayer, porque fue ayer. Hoy podría hacerlo también, pero para mí es día de pesas.

La verdad es que no protesto para nada de mi condición física. Bueno, siempre hay una lesioncilla aquí o un dolorcillo allá, pero diría que los voy sobrellevando y que en general mi estado físico no solamente es bueno, sino que me permite llevar a cabo actividades que no solo están fuera del alcance de la gente de mi edad, sino incluso de personas mucho más jóvenes con las que comparto experiencias variadas.

El estimado lector puede sentirse por lo tanto un poco contrariado -era mi intención- por mi particular redacción que anticipa desde el título que estoy ya decayendo, algo que por el momento parece lejano a mi realidad. Si por lo tanto, mi realidad objetiva en relación con la actividad deportiva y la salud es más que buena, ¿por qué este amago pesimista?

Pues la verdad, porque curiosamente lo siento. En lugar de sentir alegría al acabar estas interesantes sesiones deportivas, más bien pienso “y pensar que algún día voy a tener que dejar de hacer esto”. Y lo digo con conocimiento -incluso personal- de que hay personas de ochenta años que por las mañanas corren semimaratones y por las tardes acuden al gimnasio con los jóvenes.

No es que yo piense que vaya o no a ser uno de esos ancianos benditos con la longevidad (por cada uno de ellos hay un montón con las rodillas cascadas o los pulmones agotados), sino que más bien me carga el pesar. No en vano yo fui el testigo continuado de cómo mi madre, una deportista consumada viera todas sus impresionantes facultades menguadas por la enfermedad que la condujo hasta su muerte.

Y en fin, son tantas las desgracias que le pueden ocurrir a una persona. Y no me refiero únicamente a las enfermedades graves como un cáncer, o esclerosis lateral amiotrófica, o cualquiera de esas horribles enfermedades desmielinizantes, sino a eventos mucho más aleatorios, como un accidente de tráfico, o de esgrima, o un atropello corriendo o caminando por la calle. Cosas que ocurren de forma totalmente habitual, y que dan con el traste de la actividad personal de una persona.

Esto, en personas no muy deportistas ya es en sí algo terrible, pero cuando a mí me ocurra, no creo que pueda vivir con ello. Dudo mucho que pueda ser una persona que se siente y viva de la actividad puramente intelectual. Supongo que no podré aguantar mucho recordando los días en los que podía levantarme a las 6AM y salir a correr en manga corta bajo la lluvia. ¿Estará muy lejos ese último día de mi vida en el que dirigiré el filo de uno de mis cuchillos contra mis propias venas? No tengo ni idea, pero parece que no es hoy, así que me voy al gimnasio a entrenar con mis pesas. Faltan veinte minutos para las nueve, y todavía no me he muerto.


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