Hermanos Juramentados de la Espada Negra
Terrorismo y diabetes
23-9-2017 18:16
Por Verion
Nota: este artículo fue escrito a finales de agosto de dos mil diecisiete. He decidido retrasar su publicación un mes por motivos que creo que serán evidentes tras su lectura.

Una de las verdades más evidentes para este sujeto que comparte aquí sus reflexiones es que estamos acotados en el tiempo: tengo entendido que todas nuestras conciencias fueron traídas de la inexistencia en algún momento, y estamos forzados a retornarlas en algún momento posterior.

Si bien este asunto del vivir y del morir parece (más o menos) aceptado por todo el mundo como un hecho consustancial a la existencia humana, no todos tenemos la misma actitud con respecto a cómo nos enfrentamos a esta posibilidad de dejar de existir en un momento futuro.

La mayoría de personas parecen evitar la muerte casi tanto como el dolor, ya sea consciente o inconscientemente, y en este sentido casi se diría que la inteligencia puede parecer un programa que busca preservar la vida a costa de muchas otras consideraciones.

En muchos otros casos, sin embargo, el concepto no me parece tan racional como llamativo. Es decir, que nuestra conciencia no llega a comprender qué peligros son los más ciertos para su vida, así que parece llevar a muchas personas a evitar peligros poco frecuentes pero muy llamativos mientras que se acerca alegremente a peligros frecuentes pero poco llamativos.

Pongamos por caso los atentados terroristas en Europa. Estos actos tienen un gran impacto social e implican a unas grandes cantidades de energías, por ejemplo en las fuerzas policiales movilizadas, en la gran cantidad de periodistas afanados en informar sobre estos sujetos, o simplemente en la gran cantidad de conversaciones en las que casi todo el mundo expresa su malestar.

Yo sin embargo estoy algo más preocupado por la diabetes, relacionada con hábitos dietéticos y sedentarismo. Viéndolo desde esta perspectiva, este ha sido un año potente para el terrorismo en España, con un total de unas cien personas afectadas directamente. Durante el mismo periodo del año habrá, no obstante, unos dieciocho mil muertos por diabetes.

Visto desde un punto de vista de estos espectaculares, en España muere una persona por esta enfermedad cada veinte minutos, mientras que el periodo de muertes por terrorismo sería a lo sumo una persona cada veinte días.

Lo más curioso de esto es que las acciones dedicadas a prevenir el terrorismo son caras, de eficacia muy cuestionable, y lejanas a nuestras capacidades, mientras que las destinadas a prevenir la diabetes están al alcance de nuestra mano, son relativamente económicas y solo exigen un cambio de nuestras costumbres.

Claro que por otra parte este no sea un asunto de evitar la muerte, sino el dolor, ese que con tanta frecuencia nos conduce por caminos errados. Si este es el punto de vista conviene señalar que la diabetes no está exenta de dolor, y que es responsable en gran medida de ceguera y amputaciones.

Aunque quizá no sea un asunto de muerte o dolor, sino de dignidad y principios. Es decir, que como nacimos en un país occidental nos sentimos orgullosos de nuestras libertades y no estamos dispuestos a que unos sujetos que practican una vertiente violenta de una religión oriental nos digan cuándo tenemos que salir por la puerta o dónde podemos sentarnos a disfrutar del sol con nuestras familias.

Solo hago una parada para señalar la abundante hipocresía que puede haber tras este pensamiento, pues es bien sabido que la gran mayoría de atentados de este tipo no ocurren en occidente, sino precisamente en los países en los que dicha religión es mayoritaria. Normalmente ante estos actos nadie tiene mal cuerpo, ni la prensa tiene algo que decir.

Pero no quiero incidir mucho en este pensamiento. Adonde quiero llegar es que a fin de cuentas incluso aunque los occidentales actuales nos creamos el centro del mundo y lo único importante, estamos obrando un poco como idiotas al invertir tantas energías en este asunto. Voy a ver si logro desarrollar esta idea.

Creo que esta gente actúa así porque les da publicidad. No son actos destinados a disminuir la población de los países contrarios a sus prácticas, sino que simplemente buscan hacer daño para que se hable de ellos y como mucho se cambien ciertas políticas a través de los votantes.

Bueno, aquí habría quien podría decir que en realidad sí es una medida destinada a reducir la cantidad de lo que consideran infieles, pero yo creo que quien piense así es simplemente un joven pardillo. Las élites que los motivan son, según creo yo, bastante más hipócritas.

Así que unos líderes económicos (hay quien diría que son religiosos, pero yo no les creo) motivan a unos cuantos idiotas a realizar un acto violento, y debido a esto los medios de información de todo el país (bueno, y de otros también) deciden regalarles una enorme campaña de publicidad. Muy bien, occidente.

Luego uno escucha decir que la respuesta de la sociedad ha sido ejemplar, y ese tipo de cosas. Bueno, no tengo yo en demasiada estima a esa sociedad de la que se habla, pero sí creo que ciertamente el estilo de vida occidental estará por encima de todo esto. A fin de cuentas vivimos en un constante bombardeo de estímulos, y este mal cuerpo que sienten muchos paisanos por el atentado será cosa del pasado en muy pocos días si es que no es ya, en cuanto aparezca por la tele el siguiente salseo del famoso de turno, o salga un nuevo teléfono móvil, o simplemente tal persona diga algo que no le gusta en Facebook.

Hay algo con lo que se puede contar, y es que el estilo de vida de consumismo dócil y continuado es muy fuerte, y que desde luego un atentado (ni siquiera una unión de ellos) no va a cambiar la forma en la que los occidentales somos insensibles a prácticamente todo. Así que desde mi punto de vista:
  • Los perpetradores creerán que han hecho algo muy increíble por su religión, pero probablemente lo único que han hecho es ser unos niñatos pardillos mortales.
  • Sus líderes creerán que han conseguido impactar mucho a occidente, pero seguramente no más que el siguiente capítulo de “Juego de Tronos” o el estreno del Aifon nine.
  • Los heridos, sus familiares y los familiares de los muertos estarán jodidos.
  • La sociedad se sentirá muy impactada, pero ese sentimiento solo durará unos días. En muy pocas semanas ni siquiera estará en su memoria.
  • Los partidos políticos le darán un uso tendencioso que a sus críticos les parecerá carente de toda lógica.
Así que aunque mi impulso inicial sería decir que no se les debería hacer el juego a estos tipos que quieren crear el terror, en realidad más bien creo que da igual hacerles el juego o no hacérselo, y de hecho tampoco creo que puedan crear el terror, sino como mucho desplazar a sus actuales gestores y ocupar su lugar. Pero vamos, que no lo van a conseguir: la inercia social occidental es imparable.


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