Como algunos ya sabréis gracias a las redes, la Hermandad asistió este fin de semana a las jornadas Gygax, en A Coruña. Y dado que el Guardián parece intrigado por los detalles pitufescos de la experiencia, paso a comentarla brevemente…
En esta ocasión, viajamos tres miembros de la hermandad: Sigeiror, Verion, y una servidora. Ya tenemos cierta experiencia en acudir juntos a este tipo de jornadas (aunque la de ellos dos es mucho mayor que la mía), pero estas iban a ser las primeras del año, y también las primeras tras varios meses que conllevaban desplazarse lejos de la Comunidad de Madrid. Allí nos esperaban Hersho, otro hermano más, y bastantes conocidos de la esfera rolera.
Partimos el sábado por la mañana, muy temprano, embarcándonos en un trayecto que implicaba bastantes horas de carretera. El sueño hacía mella en nosotros, pero logramos llegar a nuestro destino con la energía suficiente poco antes de que comenzasen las jornadas.
Tras llegar, saludar, y preparar las cosas, comenzó la acción. Verion mastereaba esa misma tarde una partida de rol, y Sigeiror estuvo ayudando a los jugadores con sus fichas, mientras yo me quedaba en nuestro stand. Al no haber un gran flujo de ventas (aunque sí se llevaron un pack y algunas novelas), y una vez Verion se puso a dirigir la partida de Espada Negra, Sigeiror y yo pudimos probar algún que otro juego de mesa en la sala contigua y pasar un buen rato, gracias a la amabilidad de Belth que nos echó una mano desde el stand contiguo.
Por la noche, hermanos y amigos salimos a cenar y después de fiesta, si bien el cansancio en algunos era elevado y, dada la necesidad de madrugar al día siguiente, no tardamos demasiado en retirarnos a descansar. La hospitalidad de Fian permitió que el alojamiento fuese bastante cómodo, y que compartiésemos piso varios de los asistentes a las jornadas.
A la mañana siguiente, ya más descansados, Verion se hizo cargo del stand mientras Sigeiror y yo jugábamos una partida de Los Pitufos (una adaptación de “La Torre de Rudesindus”) mastereada por Laura. Encarnamos a los pitufos Bromista y Filósofo respectivamente, y la verdad es que nos divertimos bastante.
Volvimos a comer en grupo, en esta ocasión en un buffet de pizza, y después nos dirijimos de nuevo al Ágora, donde la hermandad impartía una conferencia. Esta, personalmente, me gustó mucho, debido a que fue bastante distendida e íntima, y aunque en principio iba a tratar de la continuidad en un juego de rol (a raíz de presentar la temporada Gunear), se tocaron diversos temas relativos a la comunidad.
Tras la charla y las pertinentes despedidas, recogimos nuestras cosas y partimos de vuelta a Madrid, pues teníamos varias horas de carretera por delante. A cargo de la representación de Espada Negra, Hersho se quedó hasta el final, dirigiendo una partida que ambientó incluso con música…
Al margen de las partidas de Hermandad y de nuestra charla, hubo actividades interesantes: la conferencia de Luis Montejano y Tiberio, que se complementaron bastante bien, la presentación de Frostgrave que tuvo bastantes asistentes, y en general las salas de rol y mesa no estuvieron faltas de gente.
He de decir que en general, me han gustado estas jornadas. Especialmente por el trato familiar y de confianza con asistentes y organizadores. Sin embargo, se agradecería que se cumpliesen un poco más los tiempos (las actividades, especialmente las que comenzaban a la hora de apertura, llevaban algo de retraso). El espacio es amplio y bastante cómodo, si bien la separación de actividades (rol, mesa y war games, cada uno en un aula contigua), da lugar a cierta segregación y yo preferiría que hubiese más mezcla (me gusta que uno pueda alternar entre su stand y probar el juego de mesa sin tener que cambiar de aula, así se puede estar con un ojo puesto, y también me gusta poder alternar entre rol y mesa sin tener que alejarme demasiado). Cierto es que al estar todas las partidas en la misma estancia, hay demasiado ruido y eso puede incomodar un poco en cuanto a la parte narrativa del rol, pero pese a todo, el ambiente era muy participativo y los jugadores se involucraban y parecían disfrutar de cada actividad.
Tras esta experiencia, la hermandad descansa y calienta motores para nuestro próximo destino, en más o menos una semana y media: las Omicron.
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