Hace unos días el hermano Agnielli publicó
un artículo, en el que se hablaba sobre el rol en la infancia y en la educación, pero hay un apartado en concreto,
Descubriendo la afición por uno mismo que hablaba de que podía ser contraproducente intentar meter a los peques demasiado pronto y de la tendencia a odiar algo porque le gusta a papá o a mamá. También se comentaba que al prohibir algo, ese algo se hace necesariamente más interesante. Todo esto, me llevó un poco a reflexionar, sobre cómo conocí yo el rol, cómo me hubiera gustado conocerlo, y cómo querría que lo conocieran mis bastardines (¡que algún día pienso tenerlos!).
Cómo conocí yo el rol
Mi primera partida, la jugué con 11 años. Mi hermanastro era muy muy friki y siempre nos hablaba de cosas de estas, así que al final mi hermana y yo nos decidimos a probar. Fue una partida de
Dungeons and Dragons, y la verdad es que no entendí mucho el juego, así que me interesé poco menos que nada.
Tras esa partida aislada, pasaron años hasta que volviera a jugar, y fue a
Dungeons de nuevo, ya en otro plan, más mayor, y desde otra perspectiva. Fue una partida multitudinaria, éramos cerca de 15, y yo era, evidentemente, la más joven y con menos experiencia. No fue una partida en la que me sintiera excepcionalmente cómoda, así que tampoco me despertó un gran interés.
Lo siguiente, que jugué (si no contamos un primer acercamiento a vampiro muy sutil) fue
Anima: Beyond Fantasy. Fue una partida aislada, pero ya era mucho más mayor y hubo muchas cosas que me llamaron la atención, fundamentalmente la táctica (e ingeniería de fichas) y el mundo de Anima, que era increíblemente amplio.
Pasó el tiempo y al final tuvimos un grupo con el que jugábamos todos los domingos. Casi siempre jugamos a Anima, entonces no conocía muchos más juegos, y aunque llegamos a probar alguna otra cosa, se trataba de eventos aislados. Por ejemplo, alguna vez jugamos a :
zombies: all flesh must be eaten, una vez a
elric, y una muy breve a
Naruto.
De esta época y a medida que se iban ampliando nuestros horizontes, recuerdo con especial cariño mi primera partida de
Cthulhu, con mucha ira mi primera partida de nuevo
Mundo de Tinieblas (¡odié la compostura terriblemente!) y con sensaciones encontradas mi primera partida de
Vampiro: la Mascarada, pues fue mi primer juego no colaborativo, con todo lo que ello supone.
Echando la vista atrás, creo que comencé con una sensación de que el rol era algo muy táctico, y no tan interpretativo, mis personajes eran más planos y creo que hasta cierto punto desconocía todo lo que el rol ponía a mi alcance. Intenté dirigir una vez o dos, pero nada reseñable.
Cómo me habría gustado conocerlo
Por un lado diré, que a mis 11 tenía una manera de ver la vida un tanto peculiar y dado que jamás había jugado a un juego táctico creo que
Dungeons no era mi juego. Me habría encantado jugar una partida de vampiro, de Cthulhu, de investigación, etc. En realidad, me habría gustado comprender
la diversidad de juegos que hay, los
diferentes tipos de partidas que pueden producirse, los diferentes modos de dirección, etc.
Tengo la sensación de que mis comienzos en el rol fueron “un poco cojos”. Yo acabé teniendo un grupo de rol, fundamentalmente por mi pareja, porque aunque me gustaba no sentía esa pasión que siento ahora por él, y creo que es fundamentalmente por una falta de perspectiva.
¿Influencias familiares?
Respecto al ámbito familiar, soy de padres separados, con opiniones opuestas para todo. Mi padre veía el rol como algo malo y peligroso, y mi madre lo veía como un juego, sobretodo de niños. En raras ocasiones podría concebirlo como hobby y jamás se interesó nada por el mundo.
No creo que la opinión negativa de mi padre me incentivara más a conocerlo, al contrario, quizá me privaba un poco, porque hay muchas cosas que me hubiera gustado poder compartir con él, especialmente cuando me empezó a interesar de verdad el rol, y lamentablemente, no pude.
Con mi madre sí que le hablé de rol, de todo lo que me gustaba de él, de la capacidad de ponerte en el lugar de otra persona, e incluso a veces le contaba alguna cosa o le pedía consejo sobre alguna situación. Pero nunca fue algo que realmente compartiéramos.
¿Y para mis peques… que espero?
Bueno, la verdad es que concederé que es cierto que cuando a un niño se le presenta algo como “prohibido” o como “para mayores” se incentiva su interés. Estoy convencida de ello. Pero yo no quiero ser ese tipo de padre, al contrario me gustaría que fuera algo que conociera conmigo. Cuidado porque estoy diciendo
“conocer” no “meter con calzador” (si puedo parar a su padre, claro, que no sé si podrá contenerse mucho).
Quiero mostrarle lo que es, enseñarle diferentes tipos de juegos y partidas, más simples, más complejos, más tácticos, con menos suerte, más realistas, etc. y ya decidirá él/ella si le gusta o no. Comprendo que así, puede que “incentive menos” su afición, pero tampoco necesito que sea un adicto al rol como sus papis, me conformo con que lo conozca y sepa lo que es. Si no le gusta, pues bueno… más se perdió en la guerra de cuba.
Aclarar que yo no hay nada que haya odiado porque les gustara a mis padres. Ellos me insistieron con el piano, por ejemplo, hasta la saciedad, pero siempre me ha gustado. Mi padre me metía en clubs de ajedrez desde pequeña, y sigue siendo un hobby que me encanta, y podría poner otros muchos ejemplos. Pero creo que eso depende de cada persona, y de cada núcleo familiar, para algunos ese rechazo a los gustos de los padres se producirá, para otros será algo temporal y otros no llegarán a sentirlo nunca.
Sobre cómo enseñarlo, aunque sé que ahora están saliendo cada vez más juegos de rol para niños como
Magissa o
Pequeños detectives de monstruos, no sé si es algo que llegaré a usar. Personalmente, creo que los niños tan pequeños tienen muchísima imaginación, y no sé hasta qué punto es necesario ese acercamiento. Lo respeto mucho, y no es algo que descarte por completo, pero de momento no lo veo necesario. Creo que probablemente cuando le enseñe el rol a mis niños sean un pelín más mayores, quizá 8 o 9 años, y querré enseñarles las cosas a las que yo juego (aunque quizá haya que
rebajar el tono de algunas partidas de
Espada Negra o de
Vampiro).
De todas formas, aún no tengo críos y dado que cuando los tienes a veces te cambia… ejem… un poco… ejem… la vida, es probable que lo que pongo aquí vaya cambiando con el tiempo. Pero de momento, esto es lo que pienso, esta es mi experiencia y he disfrutado mucho contándola. Así que, os animo profundamente a contar la vuestra, en vuestro blog, en comentarios o en donde sea, yo prometo leerla y comentar ;)