Hermanos Juramentados de la Espada Negra
Máster y pnjs redundantes
30-7-2015 13:52
Por Verion
Hoy un miembro de la hermandad me planteaba si era adecuado manejar una ficha de personaje no jugador que viajara con los personajes de los jugadores. Pensé que la respuesta era demasiado sofisticada para ser incluida como un solo mensaje, y que sería mejor responder con un artículo.

En primer lugar se debe tener en cuenta que en esto de los juegos de rol no hay una sola norma específica tal que si nos la saltamos nos vendrá la policía del rol a detener, así que en principio no se puede dar una respuesta única a esta cuestión, y a lo que unos grupos les parecerá blasfemo, a otros les parecerá habitual. Aquí lo que entra en juego es esto tan sofisticado de “el contrato social”.

Por buscar una respuesta unívoca y adecuada a las costumbres sociales de los roleros, creo que simplemente no es adecuado obrar de esa forma, sin más, porque la realidad en la mayor parte de reglamentos es que los personajes jugadores son (toma redundancia) los personajes que manejan los jugadores que no son el máster, y el resto, los personajes no jugadores, son aquellos que maneja el máster, director, creador o lo que sea, que por lo visto no es un jugador.

Hay motivos para obrar de esta forma.
  • La objetividad del máster se va a ver implicada de una forma muy clara cuando tenga que enfrentarse a su propio personaje, de forma que el resto de jugadores pueden sentirse agraviados, y dar lugar a problemas tanto si se fue injusto y los jugadores protestan sin razón como si se fue justo y los jugadores protestan sin razón.
  • Se produce cierta ruptura de la lógica porque dicho personaje (el del máster) va a contar con toda la información, y aunque este sea muy bueno interpretando puede acabar conduciendo al resto de jugadores “de la mano”, provocando una forma de intervencionismo muy sucio.
  • Interpretar conversaciones entre personajes no jugadores no es lo más cómodo del mundo. El personaje del máster se verá condenado a cierto abandono de su carácter en algunos momentos.
Por otra parte hay unos pocos motivos por los que un máster puede querer introducir un personaje “entre el grupo”.
  • La ilusión de participar en un evento que realmente le está gustando, porque tiene en mente que la historia va a ser memorable, porque sabe que la combinación de los jugadores va a ser explosiva, porque le gusta mucho las aventuras...
  • El máster puede crear mediante este personaje un lazo común entre los personajes regulares de la partida.
  • Se pueden habilitar formas de juego diferentes (ver más adelante).
Tengo la sensación, pues, de que hay un factor motivacional en obrar de esta forma, y si bien el máster debería estar motivado “en sí mismo” no se debe descartar este factor inmediatamente pues que las facetas humanas en sí son una cuestión de primer orden. Y como a fin de cuentas esto se trata de diversión, ¿acaso no podemos decirle que no a la policía del rol y transgredir un poco en pro de la diversión rolera?

Mencionaba en la clasificación anterior las formas de juego diferentes. No pretendo pisar los resbaladizos pantanos de la narración compartida (barros en los que no quiero meterme), pero sin irnos tan lejos podemos hablar de una campaña compartida, es decir, en los que el “máster” rote de forma ocasional, para aventuras concretas, o periódica. No creo que esta situación sea del todo desconocida para la mayor parte de lectores.

En este caso se va a exigir cierto compromiso por parte de todos los integrantes de la mesa para que las normas del contrato social se mantengan intactas. Si uno de los máster se pasa de largo e incluye elementos discordantes con la corriente principal, entonces la campaña se romperá en pedazos y ya no será jugable. Una opción válida para que esto funcione es que haya un “máster por encima de los máster” que valide las formas de actuar y los contenidos, lo que da lugar a una nueva situación. Un “jugador” así que contara con un personaje dentro del grupo debería tener un carácter bastante especial a fin de no desequilibrar las partidas.

Esta forma de jugar a mí me parece interesante porque así las responsabilidades en la mesa se “comparten” de una forma más natural, y porque así se prueban cosas nuevas y se trasgrede un poco.

En este sentido se puede tender hacia un paradigma distinto en el que la cuestión no sea “qué personaje es de qué jugador”, sino que se puede llegar a un pensamiento más amplio, en el que lo que hay es un “banco de personajes” que están a disposición de los diferentes jugadores. Estos serían los personajes que son afines a las motivaciones y objetivos del grupo, y que pueden utilizarse cuando se cambia de máster, cuando se incorpora un jugador nuevo, cuando fallece o desaparece un personaje, cuando aparece un visitante...

Teniendo estos puntos en cuenta, podemos pensar en qué normas del contrato social son trascendentes para que finalmente un máster pueda ser una parte más dinámica de un grupo. Este servidor propone las siguientes:
  • Con el fin de evitar la injusticia en combate, la ficha del máster sería entregada a otro jugador que la gestionaría en todas las cuestiones mecánicas.
  • Con el fin de evitar la injusticia en información, el máster no debería proponer apenas menciones sobre las actividades del grupo a través de esta ficha. Puede ser interesante en este sentido explorar las motivaciones más personales por las cuales el personaje podría estar poco centrado.
  • Con el fin de evitar la injusticia de subjetividad, esta situación se acabaría en cuanto que hubiese una queja: si algún jugador opina que esta no es una forma adecuada de obrar, simplemente se acabó.
Otra vía de acercarse a esto es la puramente narrativa: es decir, de la misma forma que un grupo no tiene por qué ser un ente cohesionado, sino que puede dividirse e incluso actuar unos en contra de otros (esto forma parte del contrato social, no obstante), los personajes de los jugadores no son los únicos que pueden tener intereses comunes, y en esta dinámica puede haber un patrón, un protegido, un guía, un capitán, o cualquier tipo de personaje que interactúe con el grupo de una forma natural. Y que de forma natural puede ser expulsado, ir por otro lado, o ser ejecutado.

Creo que en cualquier caso todo esto que escribo solamente son ejemplos de afrontar una cuestión que en sí es parte de la forma de jugar, y que no tiene más repercusión que la que el grupo de juego le quiera dar, y en la que no hay nada válido o inválido, excepto decirle a los demás lo que tienen que hacer.


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