Las cosas no siempre salen como uno desea. A veces uno se lleva un golpe y no puede hacer nada más que sentir el dolor e intentar aguantar, con o sin dignidad, simplemente aguantar.
Hace unos días
anunciábamos en las redes sociales que la primera novela de Espada Negra no había salido con la calidad que nosotros queremos dar a sus compradores, y que por lo tanto no la íbamos a comercializar. Considerándola directamente como material defectuoso, la pondríamos a la venta en formato “paga lo que quieras”, y no le daríamos empuje a este material.
Estoy seguro que esto ha sido un golpe para toda la hermandad, pero yo particularmente como escritor me he sentido fatal, porque algo que realmente amaba se va a quedar en mucho menos de lo que deseaba, por lo menos por el momento.
Intento decirme que esto no es el fin, que simplemente supone algún tipo de retraso. Que dentro de unos meses sacaremos una versión digna de los lectores a los que va dirigida, y que entonces haremos todo el trabajo de difusión que ahora ya no vamos a hacer. Me digo que no se ha perdido algo, pero un temor dentro de mí también me pregunta, ¿y si esta es una oportunidad que ya no se vuelve a repetir? ¿Y si este tren pasa y ya no hay una oportunidad mejor?
Las novelas de Espada Negra no son un accesorio del juego de rol. Nunca se pensaron así, ni se escribieron así. Tienen su propia identidad, no son mejores ni peores, y a lo mejor por ello no gustan necesariamente a los roleros, pero son lo que son, la expresión máxima de lo que es la narrativa de Espada Negra, y como tal quise que llegaran a más lectores que los jugadores de rol. Y no me interpreten mal sus mercedes lectores, seguramente jugadores de rol a los que quiero y respeto. Esto no va de ser más o menos.
A los que nos conocen de estos años, se lo podemos explicar. Podemos decirles “la hemos cagado, el libro está así”. Quizá incluso podríamos comercializarlo como está (hay quien nos dice que el tamaño de letra no es peor que otras obras de peso). Podríamos hacerlo porque sus mercedes nos conocen y seguramente nos perdonarían este error, pero con las personas a las que uno no conoce, no puede obrar así. Uno no puede ir a venderles un libro que sabe que está mal porque ellos no tienen ningún motivo para creer en uno y perdonarle el error.
A lo mejor los planes de difusión que en la hermandad habíamos proyectado no eran demasiado valiosos y en realidad no había ningún tren al que subirse, siguiendo con la misma metáfora. En mi modesta experiencia los réditos que da la vida se producen con mucho e intenso trabajo continuado y concienzudo. Además, afrontando la realidad, en el mundo de la novela no es que nos hayamos movido demasiado. Pero en cualquier caso no vamos a movernos particularmente a corto plazo porque no hay demasiado que mover en este momento, ya saben sus mercedes que sin material físico...
Y aquí estoy con unos cuantos de estos ejemplares que no han salido bien, y me pregunto si esto es todo. Y bueno, sé que no es todo, que seguiré escribiendo los días que me queden en el mundo, y que escribiré las cincuenta y dos novelas de Espada Negra aunque no haya una sola persona para leerlas; así empezó todo, y si así tiene que acabar, yo lo acepto.
Y sé que esto no es algo grave, ni siquiera es lo más grave que me va a pasar a mí, y ni siquiera es lo más grave que me ha pasado. Puesto en perspectiva no solo es un suspiro en la eternidad, es que es algo de lo que se puede salir sin que pase objetivamente nada. Al contrario que pérdidas mucho más graves y definitivas que ni siquiera quiero mentar.
Supongo que por eso me da vergüenza decir que me duele. Que este golpe me ha roto la nariz, dos costillas, varios dedos, y que aún sangro por todas partes. Sé que no es algo grave, pero yo sangro lo que me toca sangrar, y supongo que tengo cierto derecho en tanto que no moleste a nadie.
Hace unas pocas semanas iba corriendo por el campo de mi localidad (una de las cosas que más me gustan de mi vida habitual, si me preguntan) cuando me sobrevino un pensamiento: ¿y si fruto de alguno de mis pensamientos autodestructivos hubiera hecho una tontería que me hubiera condenado a una silla de ruedas, sin poder correr por los caminos que tanto amo? No sería el primero que comete un error en un momento de depresión, y seguro que alguno he cometido. Se que tengo que sentirme afortunado por poder tener todo lo que siempre he tenido y he amado.
Claro que poco después me hice un esguince del que aún me aquejo un poco. Eso por pensar chorradas.
Y supongo que esto es lo que tengo que decir de cómo me siento. El destino se burla de los que se compadecen y se burla más de los que se compadecen en público. La vida consiste en aguantar los golpes, porque te van a caer uno detrás de otro, en parte porque muchas personas creen que la vida ES soltar golpes, y los sueltan sin control, a lo loco. Pero de vez en cuando, no muchas veces, uno puede apuntar bien, y mientras siguen cayendo golpes, soltar uno. Con mala leche y acertado.
Así que, que nadie me compadezca, porque igual le cae una hostia de esas que vuelan por ahí.
Entradas similares: