Llevo pensando en escribir este artículo no menos de diez días, si bien la aparición de sucesivos eventos desagradables y flames lo ha ido retrasando día tras día hasta traernos a hoy. Como disclaimer diré que no está relacionado directamente con ninguno de esos eventos, ni con nadie del mundillo del rol, así que si su merced está buscando algo de salsa, puede ahorrarse el tiempo de lectura y buscar en otros lares. Este artículo va simplemente del individualismo, la identidad, y otros conceptos aledaños.
Dentro del mundo de Espada Negra hay trece virtudes y trece defectos, cada cual con una doble cara, lo que nos da lugar a cincuenta y dos cualidades relacionadas en trece grupos de cuatro. Las cualidades negativas o defectos conducen al caos, mientras que las cualidades positivas lo evitan. El listado está en
este texto de 2011.
Bueno, esto es la visión dentro del mundo de Espada Negra, lo cual no significa que no pueda despertar reflexiones relacionadas con las culturas modernas que vivimos día a día, con lo que podemos tratar muchas actitudes y acciones en el sentido de que son conceptos sociales a los cuales no les afecta dónde o cuándo ocurran en tanto que ocurran en un entorno humano.
El individualismo es un concepto extraño porque tiene una doble cara especialmente sensible. No es como otros pares de virtudes y defectos que son más claros, sino que tiene un grado de subjetividad muy complicado de abstraer.
Por una parte el hecho de que el individualismo puede ser un defecto resulta fácil de señalar. Todos podemos imaginar con facilidad a alguna persona que no para de pensar en sí misma y que no tiene en cuenta las circunstancias de los demás a la hora de valorar sus actuaciones.
Por otra parte la identidad personal es necesaria. Si nos volcamos demasiado en el concepto de comunidad y nos negamos nuestra actitud como individuos entramos en el defecto contrario, es decir, en la falta de personalidad y la exención de la responsabilidad. En este sentido debemos fomentar nuestra personalidad y encontrar un lugar en el que aceptamos la responsabilidad de las acciones.
Pero, ¿cómo encaja esto dentro de las diferentes sociedades en las que podemos vivir? Para mí resulta tremendamente complejo porque nos encontramos muchas situaciones en las que la propia fuerza de la sociedad ya parece orientar las decisiones basándose en la costumbre. Permítanme sus mercedes que aporte algunos ejemplos de actitudes confusas que pueden ser interpretadas de ambas formas.
La supervivencia.
En casi toda sociedad parece que cada persona tenga que sacarse las castañas del fuego. “Que cada palo aguante su propia vela”, se suele decir. En este modelo de pensamiento, bastante tenemos con salir adelante nosotros mismos como para ayudar a otro que teóricamente no está aguantando su propia vela.
Yo no entiendo que esta mentalidad sea positiva en absoluto, porque a lo que lleva es que aquellos que no consigan sostener su propia vela durante algún momento de debilidad o de duras circunstancias caigan, mientras que aquellos que han heredado un barco de tres mástiles de papá y mamá salgan adelante pese a las dificultades.
Lo que quiero decir es que esta mentalidad está muy relacionada con el curioso concepto de meritocracia moderno, según el cual el que ha salido adelante es porque se ha esforzado, y el que es un pobrecito enfermo es porque se lo ha buscado, y que si bien puede que no sea la causa de las desgracias de la humanidad, sí que me parece una herramienta para perpetuar el poder de los nobles y los ricos.
Las autorías y el culto a la personalidad.
Otro de lo conceptos que a mí me resultan más cercanos y evidentes es el de la mayor o menor mención de los autores en sus obras. Es decir, uno no tiene una gran restricción en si debe poner su nombre en los créditos, o en la portada, o en el título, o donde quiera. Como autor, ¿cuál es el justo lugar de estas menciones?
Siendo una elección personal, no voy a ser yo quien vaya a pontificar, sino que solo voy a argumentar mi opinión: siempre he percibido una obra como una entidad en sí misma que es independiente de que la cree una u otra persona. Tengo la sensación de que detrás de esto hay una afirmación de la identidad y la personalidad de esos sujetos. Esto nos acerca de nuevo a la percepción de que el autor de alguna forma es una persona a admirar y respetar en tanto que ha creado esa obra. Aún diría más, parece que hay que tener culto a su personalidad porque él hizo las cosas construyéndose a sí mismo en el proceso.
En mi humilde percepción un autor es hijo de un montón de circunstancias de las cuales se proyecta una visión simplista al citarlo como tal. Creo que de hecho fomenta esta sensación de que el que consigue las cosas es porque lo trabaja, y el que no lo consigue es porque se lo merece, cuando además normalmente cuando consiguen algo es porque una empresa enorme ha invertido en ello.
La independencia
Este paradigma considerado incluso una parte del desarrollo personal de los individuos implica que una persona pueda valerse por sí misma sin la ayuda de los demás. Es decir, que tenga su trabajo, su forma de desplazamiento, su casa y pueda proveerse de alimentos, bienes y servicios.
Entiendo que cada cual quiera obrar a su forma, pero yo soy de la opinión de que independientes son los pájaros y las bestias, y en tanto que tengamos un trabajo, usemos una carretera o compremos alimentos en un mercado, seremos dependientes. Claro que tendremos cierto grado de libertad y de responsabilidad que pueden incluso cimentar nuestra personalidad, pero, ¿es el único camino de alcanzarlas? ¿Es el camino que debemos elegir?
Desde mi opinión, se proyecta sobre nosotros una sensación de independencia en tanto que seamos dependientes de las estructuras sociales aceptables, como los bancos, las empresas o los estados. Y aunque estoy de acuerdo en el que el estado como entidad creada por todos pueda ser un buen ente para acoger funciones sociales, no veo así a los bancos y a las empresas.
Me pregunto si en este fomento de la independencia no hay también un peso destinado a garantizar las estructuras de funcionamiento en las que aquellos colectivos poderosos y ricos sigan siendo poderosos y ricos, y el resto trabajemos para ellos mientras alardeamos de nuestra independencia.
En ningún momento quiero decir que una persona que haya sacado adelante a su familia con esfuerzo y sufrimiento no sea digno de elogio, sino que precisamente me parece una putada que tenga que ser así.
El trabajo en equipo.
En ocasiones percibo a personas que afirman que solamente están dispuestas a trabajar de forma individual porque no tienen el carácter para trabajar en equipo. Yo a veces me pregunto qué clase de mentalidad es esa que nos ha llevado a tener inestables blogs, líneas discontinuadas, y críticas influenciadas por las circunstancias momentáneas de un individuo.
Por otra parte entiendo que trabajar en equipo tiene unos problemas en sí mismos. ¿Cómo mantener la personalidad de cada uno de nosotros y a la vez ser parte de un equipo? Creo que en la hermandad de la Espada Negra lo hemos conseguido por el momento, pero desde luego no hay una receta mágica.
El problema de obrar de forma contraria es que, a lo que sea que se dedique el individuo, va a ser tremendamente vulnerable, y estará sujeto a una importante falta de revisión, que a mí me parece una necesidad en cualquier cosa que se haga.
No obstante incluso en el caso de trabajar en equipo se puede tender a un fomento de la individualidad: Yo soy el presidente, yo el director de recursos humanos, yo el director de arte, yo soy imprescindible para la empresa porque solo yo sé hacer estos listados.
La competencia.
Parte de lo que ocurre con todo esto es que estamos continuamente compitiendo con los demás. Competimos por llevar un curriculum y tener un mejor puesto de trabajo, competimos por tener una casa mejor, y competimos porque jueguen a nuestro juego de rol en lugar de que jueguen al del de al lado (o quizá sea una cosa de ventas...). Una de las tesis del capitalismo repetidas hasta la saciedad es que en esta competencia se mejora, pero yo creo que si se fomenta demasiado el individualismo, la mejora es solo un espejismo. Y si en cualquier caso el precio a pagar por esta mejora es la anulación del espíritu humano, entonces quizá sea mejor dejar de mejorar, y pararse un poco a cooperar.
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