Parece que en el internet de los roleros empieza a reabrirse la cuestión de las licencias y va a cristalizar en un debate por videoconferencia en el que quizá este servidor de sus mercedes pueda “cruzar espadas” una vez más con los pesos pesados de la industria. Si se me da esta oportunidad sin duda trataré la cuestión desde mi punto de vista que seguramente sea propio y bastante extremo.
No obstante quizá la sangre no llegue al río y la intención del debate sea tratar las diferentes opciones que un creador tiene hoy a su disposición. En este sentido hay una serie de licencias habituales que nos vienen muy bien si no contamos con un equipo legal propio que nos redacte un documento de uso muy personalizado que en cualquier caso no va a introducir grandes cambios. Este es otro debate más aséptico que no entra en la valoración moral de las licencias en el que también estaría dispuesto a participar, pero que en cualquier caso me parece menos interesante.
Los preámbulos
Yo diría que hay tres grandes grupos de licencias aplicables a los juegos de rol, aunque seguramente los expertos pueden sacarme punta o llevarme la contraria.
- Todos los derechos reservados: el autor conserva todos los derechos que la ley le garantiza.
- Licencias Creative Commons: el autor renuncia voluntariamente al derecho a que “no se pueda distribuir su obra gratuitamente”. También puede renunciar a otros derechos, como que otros no se lucren con obras derivadas, y cosas así.
- Licencias OGL (Open Game License): este modelo impulsado por TSR permite hacer obras derivadas de algunas partes de la obra original mientras otras permanecen protegidas por los derechos tradicionales (aquí me podrán corregir más).
Los derechos que contempla la ley con respecto a la autoría de obras (en esta faceta de cultura o arte) son bastante variados, e incluyen que “la obra no se copie sin el permiso del autor”, y que “no se hagan obras derivadas sin su permiso”. En la práctica hay limitaciones muy importantes, como la copia privada (que preserva el derecho de las personas a adquirir la cultura gratuitamente) que también contempla que los autores tengan derecho a contraprestaciones económicas recaudados de formas muy variadas. Un lío al que muchos de los lectores ya estarán acostumbrados debido al debate pre existente en torno a ámbitos artísticos tradicionales.
En los juegos de rol hay una salvedad muy importante y notable, y es que los sistemas de juego en sí mismos no son fácilmente clasificables como cultura. Está claro (para mí) que un ambiente imaginario es en sí constituye una creación que es susceptible de contar con derechos de autor, pero no así los sistemas de juego que si eso entrarían en el terreno de las patentes. Algo que en Estados Unidos tiene mucha importancia, pero en Europa no.
Lo que quiero decir es que en lo relativo a sistemas es muy difícil proteger una obra. Si alguien quiere hacer algo con un sistema lo va a hacer, porque nadie patenta “como se tiran los dados en este juego”. Y esto son los preámbulos que sería presentar.
La realidad
En mi modesta opinión la elección de una u otra licencia no guarda una relación demasiado trascendente con respecto a los efectos definitivos a la hora de promover o incluso monetizar una obra.
Podríamos querer preservar nuestro derecho a “cobrar por cada copia” mediante un modelo tradicional de “todos los derechos reservados”. Pero claro, la experiencia de internet viene a decir que el que quiera acceder a la obra lo va a hacer por medios no oficiales, y que dependiendo del momento histórico igual incluso la ley le asiste para hacerlo. Y aunque no le asista, no vamos a poder poner puertas al campo.
También podríamos querer imponer un modelo en el que las obras que utilicen nuestro sistema lo hagan permitiendo obras derivadas, y que en ningún caso se lucre quien las haga, pero en la práctica el que quiera lucrarse con un sistema va a poder hacerlo, y aunque creamos que podemos convencer a un juez de que “un sistema es cultura” y que se debe defender su autoría, la realidad es que no vamos a contar con el aparataje legal para hacerlo. Claro que dentro de lo malo, si alguien saca un sistema derivado con una licencia tradicional, otro también va a poder hacer una obra derivativa del sistema. Otra cosa sería el ambiente, claro.
Dentro de este ámbito pragmático parece que la elección de licencia sea un tanto irrelevante, pero en realidad si tiene su importancia incluso pragmática.
Declarar las intenciones
Cuando uno publica una obra con una licencia no solo está protegiendo sus derechos previstos por la ley, sino que además está lanzando un mensaje muy inmediato a la comunidad. Es decir, a lo mejor uno puede escribir un mensaje a Jose Manuel Palacios y le deje publicar una aventura de “X Corps” (o no, no lo sé), pero para publicar una de Walkure no hay que pedir ningún permiso a Pedro Gil. La hacemos porque queremos, y si más tarde nos apetece lucrarnos, podemos porque ha elegido una licencia que lo permite.
Este tipo de declaración es muy importante porque pese a que muchos nos conozcamos por las redes sociales o las jornadas, otros pueden no conocernos o ser tímidos y tomar decisiones con respecto a lo que hacen en función a la licencia prevista en la propia obra sabiendo que no van a estar a malas con sus autores y que no podrán exponerse a un problema legal de ningún tipo, nunca.
Además, cierta parte de la comunidad rolera se conoce entre sí y ejerce por sí misma mecanismos de control sociales que no son en absoluto ineficientes, y someten a cierto castigo a las personas que obran en contra de los derechos que los autores han decidido preservar con respecto a sus obras. Estas dos circunstancias hacen que no sea, desde mi punto de vista, en absoluto irrelevante.
El derecho al lucro
Este aspecto que muchas veces parece que yo denoste parece muy deseable a priori. Es decir, si los autores pueden vivir de los beneficios que les reporten las obras que crean, parece que tendrán más tiempo para hacer obras y que lo harán mucho más tranquilos y libres.
Este es sin duda un argumento que suena muy atractivo, pero que está lleno de contradicciones y consecuencias que no entran del todo en el ámbito del artículo pero que se pueden incluso discutir solo con argumentos históricos. Pero aunque para mí la influencia del dinero sobre los criterios creativos suele ser perniciosa, voy a dar por cierta la hipótesis en cuestión para seguir trabajando el asunto de las licencias. “Es bueno que los creadores vivan de las obras que crean”.
Las licencias y el derecho al lucro están íntimamente relacionados, pues este es uno de los asuntos principales que todas las licencias tienen en cuenta.
Tradicionalmente parece existir la opinión de que si permitimos el lucro mediante obras derivadas y permitimos copiar la obra por cualquier medio, el lucro va a ser inferior a si conservamos esos derechos. Esta afirmación se sustenta en el hecho de que aquel que adquiera nuestra obra sin pagar no nos va a lucrar, y tiene cierto contra argumento en que “el que quiera descargárselo gratis lo va a hacer de todas formas”.
Me parece más interesante hablar y analizar las consecuencias de que el público conozca la obra gracias a su difusión libre, y que mediante este acceso más y más personas la conozcan, y mediante este acceso superior, los productos tengan más ventas.
En este modelo parece que los creadores y editores se ven sometidos a una especie de cambio de paradigma comercial muy importante. El concepto se parece más a “prestar servicios” que a ser creadores de contenido en sí mismo. Diciéndolo de una forma simplista, si podemos ofrecer un material físico a un precio mejor al que ofrezca “Lulú” tendremos algo a lo que sacar lucro. Es de alguna forma lo que está ocurriendo en otros ámbitos, pero ya se sabe que en los juegos de rol no somos muchísimos, y dada la premisa de que “es bueno que los autores vivan de esto”, nos podemos encontrar con alguna contradicción.
Quizá en este ámbito la cuestión no esté tanto en manos de los creadores, las editoriales, los legisladores y las licencias, sino simplemente en las elecciones de los consumidores, ya que son ellos los que con sus recursos pueden decidir si determinado autor vive o no de sus obras. Y creo que a no ser que se produzca una protección legal sin precedentes de los contenidos intelectuales, es lo única vía de salida.
El consumo responsable
Este concepto es extremadamente complejo en los bienes físicos de alto coste o de consumo general. Por ejemplo, consumimos teléfonos móviles que se fabrican utilizando mano de obra en circunstancias malísimas, pero, ¿podríamos pagar teléfonos móviles si se hicieran con mano de obra del primer mundo? Aún más, ¿podemos pagar siempre huevos de gallina “ecológicos”?
El tema es muy importante en sí mismo y normalmente se pasa por encima de él. En el caso de los juegos de rol las cosas no están tan lejos. Tenemos cerca a los autores y a las editoriales, y las diferencias de coste entre un juego de rol nacional y uno hecho por mano de obra esclava no son tantas, así que se puede tratar el tema. Piensa global y actúa local.
Si unimos la premisa aceptada para este artículo “es bueno que los autores vivan de crear” con el hecho de que va a estar en la voluntad de los consumidores si lo hace o no... llámenme loco, pero creo que todo pasa por que el consumidor se haga consciente de los efectos de sus acciones, y consuma teniendo en cuenta lo que va a ocurrir con los recursos que invierta. Responsabilidad, simplemente.
El libre acceso a la cultura
He intentado llegar a una conclusión con respecto a las consecuencias más preocupantes de las licencias mediante el paso por el capitalismo asumido como inevitable sin rozar el asunto de que la información que incluimos en esta energía global que somos la humanidad debería ser, desde mi opinión, parte de la humanidad y no posesión en absoluto del individuo.
Que los autores dejen de crear por sus circunstancias socio económicas es algo muy malo. Pero que el acceso al conocimiento no sea libre puede ser peor. Creo que una sociedad que acceda al conocimiento de forma libre estará más informada y será más crítica. Creo que mediante esta información se hará responsable de su existencia. Creo que es el camino para que algún día todo el consumo sea responsable.
Debemos evitar convertirnos en una sociedad que niega la información a sus secciones más pobres. Debemos evitar convertirnos en una sociedad que niega el rédito al trabajo de los autores. Creo que quizá el primer paso hacia una sociedad justa pueda alcanzarse a través del conocimiento y especialmente gracias a las licencias libres.
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