A lo largo del último año y pico los miembros de la hermandad hemos hecho un esfuerzo activo por hacer demostraciones de nuestro juego de rol y de todas las cosas que hacemos en el ámbito de Espada Negra. Nos movemos por las redes sociales, y vamos a una cantidad ingente de jornadas, tantas que puede ser que seamos los que más nos movemos en este país. A lo largo de estos viajes hemos hecho muchos amigos, pues hay muy pocas cosas como el cara a cara para conocerse, hemos hecho algunos enemigos, y hemos tenido muchas vivencias, lo cual ya es enriquecedor en sí mismo.
Distintos intereses (en el buen sentido de la palabra) mueven a cada uno de los actores en este conjunto de individuos. Los jugadores quieren pasárselo bien, las asociaciones quieren promover su forma de ocio, y los organizadores de las jornadas (muchas veces asociaciones) quieren hacer unos eventos muy molones. Por otra parte las tiendas, distribuidoras y creadores quieren ganar dinero. Normalmente. Esto no significa en absoluto que no les guste lo que hacen, si quisieran simplemente ganar dinero quizá estarían en otra actividad típicamente más productiva, pero quieren ganar dinero haciendo algo que les agrada. O dependerá de cada uno.
Hay otras personas que intervienen y que son una parte necesaria o accidental. Está el político del ayuntamiento que cede las instalaciones, la hacienda pública, el señor de seguridad del edificio, el jubilado que se pasa a ver qué es eso que hacen los jóvenes...
He tenido conversaciones con todos los integrantes del grupo que tiene intereses directos en estos asuntos. Muchas conversaciones, como es lógico, como las habrá tenido cualquiera que viaje un poco con jornadas o que se mueva por internet. Me van a permitir sus mercedes que divague un poco en múltiples direcciones con la promesa de que hacia el final de artículo lo dejaré todo atado sin que se salga mucho por los bordes.
Muchas veces cuando acabo una partida de demostración, los jugadores me señalan que comprarán el juego de rol de Espada Negra, que la exposición práctica les ha convencido lo suficiente como para hacer esa inversión. Los pertenecientes a asociaciones a veces me señalan que lo harán con el presupuesto de esta, y que nuestro futuro libro tendrá un lugar junto a los demás manuales. Estas palabras me parecen amables, y las recibo con gratitud, pero yo siempre les llevo la contraria y replico con fuerza:
¡Nosotros lo que queremos es que se juegue!
De alguna forma no sé si traiciono lo que esperan de mí cuando les digo que el libro está y va a estar en descarga directa en la web, que lo pueden imprimir bastante barato, o incluso llevarlo en sus dispositivos tecnológicos a las partidas. Lo más importante es que se juegue, que se venda es otro asunto del que se puede hablar mucho y con mucha calma.
Tampoco me cuesta tener conversaciones con las tiendas, que son una parte muy complicada en todo esto. Recordemos que tienen muchos gastos ineludibles, tanto en su espacio habitual como cuando se desplazan a las ya mencionadas jornadas. Comparten con nosotros esos desplazamientos tan costosos (en dinero y esfuerzo), y que a fin de cuentas nosotros estamos “vendiendo” también un producto.
Obviamente tenemos grandes diferencias. Nosotros, por ejemplo, regalamos siempre al menos una copia de nuestro juego a las asociaciones, y recordamos a los individuos que el juego se lo pueden bajar de la web e imprimirlo por poco dinero. Y tenemos el oído muy atento por si alguien quiere organizar un torneo, para ayudarlo también. Porque lo más importante es que se juegue.
Las conversaciones con los organizadores de las jornadas también suelen resultarnos naturales, aunque por supuesto hay de todo. Ellos normalmente están haciendo un esfuerzo enorme por dar a conocer sus eventos, y por lo general no consiguen una remuneración económica. Solemos llevarnos mejor en este sentido con los organizadores más pequeños, que suelen ser más atentos y dan un trato más personal. Las jornadas más grandes les resultan más agotadoras, y recurren a mucho más personal. Pero incluso en estos casos solemos intercambiar algunas palabras con ellos. No nos cuesta entenderlos, porque para ellos lo más importante es que se juegue.
Y por supuesto también hablamos con creadores. ¡Ah, los creadores! Deberían ser el grupo con el que más tuviéramos cosas en común, pero creo que en la práctica ocurre al contrario. Muchas de las afirmaciones que hacemos parecen molestar, y se dan conversaciones incómodas. Personalmente, aquellos con los que deberíamos agremiarnos en ocasiones me generan importantes sensaciones de rechazo. Hay de todo, claro, pero en muchas ocasiones tengo que renunciar a ser tan sincero y natural como con los jugadores, tenderos y organizadores.
Una conversación muy común con los creadores ahonda en las cuestiones de financiación y explotación de una obra. Es una especie de tema sagrado ante al que hay que rendir pleitesía un rato sí y al siguiente también. Tengo la sensación de que los creadores están muy preocupados con lograr sacar adelante sus productos, lo cual me parece totalmente normal, pero me preocupa. Creo que en el momento en el que uno está preocupándose tanto por la explotación comercial de su obra pierde facultades como obra y se convierte más en un producto. Y entiendo que sin financiación es muy difícil que una línea siga existiendo, pero aún así creo que la prioridad debería ser que se jugase, y la explotación económica debería ser secundaria. La verdad es que me gustaría que hubiera más conversaciones sobre el crear y el jugar.
El caso es que en mi relación personal con estos colectivos he entendido algunas cosas de por qué somos tan distintos. Y es que sin quererlo somos un poco “todo”. Voy a explicarme.
Lo primero que somos es jugadores. No en el sentido de que hayamos sigo jugadores en el pasado (que lo somos todos), sino en el sentido de que lo que más queremos es divertirnos. En serio, estoy dirigiendo una partida en jornada e intento que sea divertida para mí también, y luego acaba el fin de semana y estamos rascando días para echar una partida de la hermandad. Una parte de nuestra definición como creadores es que somos jugadores, porque queríamos un juego que funcionara bien, y creíamos que ninguno lo hacía. Y nos pusimos a crear.
Lo segundo es que somos una tienda. Vendemos los subproductos de nuestras obras, y yo personalmente lo hago con algo de costumbre, pues a lo largo de mi vida he vendido unas cuantas cosas. Es algo que haces sin disgusto cuando sabes que lo que vendes es bueno y ofreces una alternativa gratuita. De alguna forma es un actor implicado en el asunto que hace crecer los proyectos, y si bien muchos sabrán que las idas y vueltas del capitalismo me disgustan bastante, tampoco creo que se me den mal.
En tercer lugar, tenemos ciertas características de asociación. Bueno, es que somos una hermandad, ¿no?, y una hermandad es necesariamente una asociación. Estamos creciendo con nuestras obras, y quizá en el futuro queramos hacer algo parecido a unas “jornadas”. Y cuando lo hagamos será con un espíritu muy parecido al que hemos visto en nuestros viajes.
Me ha ocurrido algunas veces que, cuando hablo con los editores y creadores que son casi editores, me señalen casi específicamente como una especie de mal de esta industria: el de las personas que “dejan barato su trabajo”, y que les produce un agravio comparativo porque ellos no pueden competir porque quieren cobrar por su trabajo. Una posición también razonable. Pero es que mi cometido y mi anhelo es que se juegue. En muchas circunstancias me miran por encima del hombro, como si fuera una especie de aficionado amateur por no pensar tanto en el dinero.
A lo que voy, es que yo tengo un anhelo. ¡Lo que me importa es que se juegue, me importa bastante menos su triste dinero!
Llevamos más de un año de rol y carretera (además de internet). En este punto sentimos que las cosas empiezan a cambiar para nosotros. Hemos hecho muchos amigos, tantos que quizá incluso podríamos asumir una campaña de esas de financiación colectiva que tanta fama tienen. Pero mucho más importante, hemos transmitido un mensaje.
¡Lo importante es que se juegue!
Y empiezo a ver en algunos foros que alguien está pensando en organizar una partida, y algunos jugadores me escriben para preguntarme por una duda que tuvieron jugando, y otros reseñan una aventura oficial en el foro... y siento que se juega. Y es lo importante.
Así que a todos vosotros os doy las gracias y os aplaudo. Lo hago en nombre de la hermandad, que se que comparte este espíritu creativo.
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