Durante los últimos días he escrito muchos artículos sobre licencias y similares en relación con los juegos de rol, y fruto de ello he llegado a conversaciones prolongadas en redes sociales y a algunos pensamientos paralelos como el que hoy comparto con sus mercedes. Me ha sido recordado el artículo "
¿Y si me roban mi idea?" originalmente escrito por Daniel Solís.
Desde que leí ese texto (en inglés) pensé que era una forma muy interesante de inculcar la cultura del trabajo, pero que no era del todo cierto en sus conclusiones. Sí creo que hay que trabajar mucho, pero también que la inspiración y las buenas ideas son una parte imprescindible, que "te tiene que pillar trabajando" (la frase no es mía, como sabrán sus mercedes).
Los juegos de rol tienen mucho de trabajo, mucho de matemáticas (digan lo que digan algunas personas) y al menos algo de arte. Es discutible en qué cantidad, pero en el sentido de que estamos creando algo propio con lo que se consigue una expresión, diría que por lo menos algunos juegos tienen que ver con el arte.
En la hermandad desde luego obramos de esta forma creando el
juego de rol de Espada Negra, y desde luego lo hicimos al escribir sus novelas, componer su música o encargar sus ilustraciones.
En este sentido tengo un pensamiento que quizá sorprenda a sus mercedes y que les parecerá impropio de un defensor de las licencias abiertas como yo, y es,
"¿Y si me roban mi trabajo?".
Partamos del hecho de que creo en lo que hacemos, y creo en lo que hago. Si hay una novela en descarga en la web de Espada Negra pienso que es una buena novela. Quizá yo esté equivocado, pero creo que un creador tienen que creer que lo que hace está bien, y si no es el caso debe seguir esforzándose en hacerlo, hasta la medida que considere necesario.
Pongamos, pues, por caso, que licenciáramos las novelas de Espada Negra de forma que se pudieran crear obras derivativas comerciales, lo que viene a ser la licencia "Creative Commons" más abierta de todas. Estudiemos, pues, los casos posibles de los escenarios que podrían producirse.
Nada.
Nadie hace obras derivadas, o las obras derivadas no tienen trascendencia particular. En este caso ni hemos ganado ni hemos perdido nada: nos hemos quedado igual.
Alguien se forra.
Digamos que un gran cineasta de hollywood queda impresionado por "
La última luz" y decide hacer una gran película. Se diría que los hermanos juramentados miraríamos impotentes cómo unos cuantos señores ganan muchos dólares mientras nosotros nos quedamos a dos velas.
O no, quizá el crédito que tendrían que darnos (teóricamente) nos daría una mucho mayor exposición gracias a la cual recibiríamos visitas y lecturas de muchos más personas. Quizá incluso aunque el libro fuera editado por una editorial que no nos diera ni un eurodólar (cosa posible con esa licencia) parece que podríamos aprovechar la exposición con las siguientes novelas. ¿O no?
La verdad es que personalmente se me hace rarísimo publicar creaciones artísticas con licencias muy libres. Por ahora la licencia de las novelas es algo restrictiva (nada de copias derivativas, nada de lucrarse), pero tonteamos mucho con la idea de permitir todas las libertades posibles en el futuro. A mí me llama mucho la atención, es uno de esos pasos en el vacío que tienen cierta gracia. ¿Qué hay más liberador que renunciar en gran medida a los derechos sobre la más íntima de las creaciones personales?
Otro aspecto interesante dentro de esta tónica de arte con licencias libres son las ilustraciones. En el caso de las ilustraciones de los juegos de rol y similares los derechos suelen pertenecer a los autores (los que las contratamos tenemos, por decirlo así, el derecho de uso). Los ilustradores (y sus contratantes, qué demonios) no suelen o solemos renunciar a los derechos sobre sus obras creativas, supongo que por un motivo parecido. Pero existen ilustraciones libres (que se pueden usar para un juego de rol comercial) como
esta,
esta y
esta que no están mal. Eso sí, hay que saber buscar y escavar.
La relación entre el arte y las licencias muy libres es extraña, y asusta un poco. Yo desde luego no termino de ver cuál será el camino en el futuro, pero tampoco me cuesta demasiado imaginar un mundo en el que se pueda renunciar a la mayoría de derechos sobre las obras sin que ocurra nada muy señalable, incluso en el contexto de un capitalismo voraz.
Dejo a sus mercedes con la ilustración de "anodino menor", uno de los defectos del mundo de Espada Negra... porque el arte nunca debería resultar anodino.
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