En el día anterior al día en curso leí un artículo que me pareció interesante. Se trata de uno escrito en el blog "
Peregrino en Caea" que trata sobre los
gastos compartidos al jugar partidas (o campañas) de rol. Me pareció un asunto muy interesante, y como tal lo comenté. Poco después vi otras opiniones que no compartía, así que voy a intentar transmitir algunos pensamientos en una serie de aspectos relacionados intentando en todo momento no meterme con nadie. Y hasta voy a usar la ilustración del blog original. ¡Con permiso, maese Telmo!
Mi perspectiva de juventud al respecto
Empecé a jugar al rol muy joven, con una edad en la que solíamos crearnos nuestros propios juegos tanto por el impulso creativo propio de la infancia como porque no teníamos dinero para comprar material publicado. En aquel momento no nos importaba nada.
Más tarde quisimos buscar el respaldo de juegos debidamente instituidos ante la sociedad, y empezamos a comprar manuales, pero en mi grupo de juego nadie tenía muchos recursos económicos, así que cada cual compraba lo que podía, y los manuales se utilizaban de forma totalmente comunal. No teníamos un club ni nada así (éramos demasiado humildes incluso para eso), pero todo el mundo sabía que si compraba un manual este era para todo el grupo. Y había alguno al que su padre no le daba ni una peseta que no fuera para comida, así que ese no compraba nada. Así era la vida.
En serio, créanme, éramos tan pobres que cuando jugábamos a juegos de miniaturas solamente podíamos contar con las que habían venido en la caja básica de aquel suertudo al que le había caído el premio en un extraño cumpleaños o navidad, así que todo el mundo jugaba con las mismas miniaturas, ¡y si te hacías un ejército de elfos pues jugabas con las miniaturas de los orcos!
Lo cierto es que aplicábamos este principio a prácticamente todo. Videoconsolas, bicicletas, mancuernas... cuando años más tarde alguien tuvo uso de coche este nos llevaba a todos.
Quizá esta pobreza nos enseñó un estilo de "posesión" un tanto comunista que despertaría el desprecio de aquellos que comentaron negativamente el artículo de maese Telmo. Diría que les envidio por haber tenido lo que querían cuando eran jóvenes, pero lo cierto es que no.
El fin de la vieja cuadrilla
Ocurrió que la juventud se nos acabó a todos y cada cual fue por su lado. Eso en el mejor de los casos, porque también algunos acabamos a gritos debido a diferencias personales que no vienen a cuento. Para nosotros fueron asuntos importantes, pero a lo que a nadie se le habría ocurrido es ponerse a discutir por "quién compró el manual de manguales para D17" porque andábamos preocupados por las cosas que sí importaban.
Así fue que cada libro acabó un poco "en la casa del que estaba en cada momento".
Mi experiencia algo más reciente
Muchos años más tarde, algo antes de que nos lanzáramos a programar el server de Espada Negra para NWN, el ahora hermano Sigeiror y otros tantos amigos de aquel entonces me convencieron para dirigir una partida usando el moderno D&D. Cedí, pero con la condición de que no recayera sobre mí la responsabilidad económica puesto que nadie tenía los manuales adecuados.
Ya no estaba con la vieja cuadrilla al completo, sino que había elementos nuevos de orígenes más pudientes. Las caras que se produjeron me llamaron la atención. Algunos estaban dispuestos, pero les chocaba. Hubo disconformidad.
La propiedad privada
No deja de llamarme la atención el deseo de algunas personas por poseer, la envidia porque sea otro el que posea, y la definición que hacen de sí mismos en función a estos conceptos y al dinero que llegan a guardar en sus bancos.
Me pregunto si esto está originado en la difícil y desagradable lucha que pueda suponer su día a día, lucha destinada a conseguir esos dineros que permitan la supervivencia y adquisición de bienes y servicios. O quizá sea un deseo adquirido durante sus infancias y que transmitirán a sus hijos. O quizá simplemente yo no tenga la respuesta.
En cualquier caso yo no creo que la posesión signifique demasiado. Y aplicado a este asunto de los juegos de rol, creo que el auténtico valor no son los libros llenos de texto e ilustraciones, sino las magníficas partidas llevadas a cabo por los jugadores en cuyo elaborado constructo social subyacen repartos de responsabilidades mucho más profundos que la cuestión económica. Seguro que maese Telmo tiene mucho que decir al respecto.
Los juegos comerciales privativos
A los creadores y editores de juegos (y otras creaciones) les asiste la ley para limitar a los usuarios en la forma en la que estos hacen uso de ellos. Curiosamente no les asiste demasiado, y en cualquier caso no les garantiza para nada que puedan tomar tres comidas cada día.
Cuando yo empecé a jugar al rol no había demasiadas opciones. O te comprabas el juego, o te hacías tú mismo uno. Pero hoy las cosas han cambiado muchísimo. Existen juegos interesantes que no son privativos, y que por lo tanto se pueden obtener gratis, por nada. Y algunos de ellos son buenos juegos.
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