Hermanos Juramentados de la Espada Negra
En la mesa y en el juego...
23-5-2014 14:22
Por Verion
Bajo el quizá demasiado trasnochado y anticuado dicho cuyo principio da título a este artículo se esconde un interesante principio que intentaré analizar desde mis facultades y experiencia. Se trata de la observación de que comprobando la actitud de una persona durante el juego podremos observar ciertos elementos de su naturaleza que normalmente no son del todo visibles en su conducta.

No pretendo dar una visión simplista de la psicología humana, y de hecho no soy especialista en el campo; tan solo soy un creador de juegos que ha jugado mucho con sujetos muy variados. Sé que para conocer una persona hay que pasar mucho tiempo con ella, y probablemente hablar mucho de su pasado para descubrir cuales son los hechos que condicionan su experiencia. Y aún así quizá no conozcamos del todo a una persona. Quizá ni esa misma persona se conozca a sí misma.

Me quedaré en un nivel de análisis mucho más básico sobre la conducta de las personas con respecto al juego, sin pretender dotar a este texto de un rigor científico que no tiene.

Creo que en primer lugar conviene separar a las personas que tienen mucha veteranía en los juegos de aquellos que se introducen en el asunto, o que llevan mucho tiempo sin afrontar sus retos. En mi opinión la diferencia es muy importante porque las personas aprendemos conductas más o menos apropiadas en función a la cercanía de cada tipo de acto. Por ejemplo, un conductor con menos experiencia tenderá a irritarse cuando le hagan la más mínima pifia, mientras que uno con más tablas probablemente esté pensando en otro asunto y no se irritará. Esto no es en absoluto un principio general, quizá ni siquiera una tendencia.

En los juegos ocurre algo parecido. Cuando un jugador tiene mucha experiencia suele aprender las cualidades de la victoria y de la derrota, y no suele enfadarse ni vanagloriarse demasiado. Aunque eso no es para nada cierto en todos los casos, y quizá sea una de las primeras cosas certeras que uno puede deducir al ver jugar a alguien experto: el tipo de actitud que extrae de la costumbre.

En los jugadores inexpertos todo es totalmente distinto. En ellos es en los que se puede ver rasgos mucho más notables del carácter. Personas adultas que se pillan cabreos importantes, jóvenes que juegan partida tras partida, personas nerviosas en general que agitan las piernas, charlatanes sin fin, protestones de las reglas... son momentos muy sinceros en los que se puede descubrir algo muy interesante de cada uno.

En los juegos de rol también se produce este efecto incluso en las personas más veteranas, especialmente cuando lo que está en juego es la vida o los recursos de un personaje de mucha profundidad y tiempo de juego. En estos caso se ve mucho la forma que las personas tienen de afrontar los problemas. Esta situación no es tan análoga al caso de la conducción, es más similar al de la persona que se entera de golpe que va a perder (o ha perdido) algo importante. Solo que menos radical, claro.

No he tenido tantos de estos casos, pues aunque juego muchísimo al rol en jornadas, los jugadores en estas no llegan a tener una identificación importante con sus personajes. Sí se me ha dado el caso con mis jugadores habituales, llegando a situaciones muy hilarantes.

Yo mismo no estoy exento de estas demostraciones de la personalidad, ¡al contrario! Como algunos saben tengo un carácter muy efervescente y se me puede provocar pulsando según qué interruptores (no necesariamente relacionados con la derrota). En mi haber está haber arrojado mi propio mazo de cartas a más de uno. De eso han pasado años, ahora soy más moderado. No es que no sienta la sangre golpeando mis sienes, es que controlo mejor sus efectos.

Eso sí, lo que ocurre en la mesa debe quedarse en la mesa. No creo que sea positivo andar guardando rencores eternos o pinchar en donde duele más de lo justo y honrado. Qué aquí todos somos personas.


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