Jugar al rol es un nunca aprender. En el foro del
juego de rol de Espada Negra tenemos un hilo en el que cada cual va poniendo su peor experiencia jugando (yo todavía no la he puesto) y por lo que se ve no hay uno que no haya tenido experiencias lamentables, pero siempre estamos dispuestos a volver.
Por lo que a mí respecta he tenido, como supongo que todo el mundo, grupos mejores y grupos peores. Pero incluso en los grupos que son buenos, ocasionalmente surgen problemas de variada índole, incluyendo algunos que afectan a lo personal y que pueden hacer que te cuestiones muchas cosas. Personalmente yo he acabado campañas dispuesto a no volver a jugar al rol nunca más (en realidad no, como se verá más adelante).
Me vienen a la mente un montón de situaciones diferentes. Están los jugadores que dicen que van a ir pero luego no van, los que van pero luego no cooperan, los que se interesan mucho pero luego se olvidan hasta de lo que iba la historia e incluso cambian la personalidad del personaje, los que protestan, los que la lían, los que se echan novia y pasan del asunto, los que discuten durante la partida... y me dejo un montón.
Y a mí sí me ha ocurrido que he acabado quemado de una temporada de rol. Me he dicho “ahora me entierro con unas cuantas novelas, algunos video juegos online, y si eso juego a algunas cosas por chat con gente a la que no conozca de nada”. Y van pasando los meses, y los malos recuerdos se van posando, y un día te levantas y hace sol, y te apetece estar con una buena (o mala) tanda de aventureros y viajar a un lugar distinto, excepcional y personal. Echas de menos la mesa llena de libros, fichas, y comida de lamentable calidad. Echas de menos las conversaciones previas, que si bien pueden empezar con lo que hace cada uno rápidamente convergen al sistema, los personajes y la trama, y echas de menos más aún las conversaciones del después, sobre cómo ha salido la partida, quién pudo haber tomado una elección, y la tunda que se le ha sacudido al villano de turno, o la que ha sacudido este a los jugadores.
Eso para mí es tener mono de jugar al rol. Y siendo como soy una persona ciertamente compulsiva, dado a dejarme llevar por los vicios, me sorprende como éste no resulta dañino, sino que es un vicio constructivo, solo placentero, social y reparador. Parece que uno no puede darse una viciada tan grande de rol que le haga “daño”. Como mucho acaba quemado.
En la actualidad en la hermandad nos desplazamos para dar a conocer el juego de rol de Espada Negra. Desde luego yo recibo esta tendencia con ganas, y me está gustando conocer diferentes grupos de rol, y las formas muy variadas que tienen de afrontar los retos. Tengo ganas de seguir.
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